“ Una filosofía que no utiliza su cuerpo como plataforma activa de transformación vital es una tarea vacía. Las ideas no bastan. El arte no basta. La buena intención no basta. La simpatía no basta. Toda filosofía es forzosamente un arte de autovivisección, cuando no de disección del otro o de lo otro. Una práctica de corte de sí, de incisión de la propia subjetividad. Cuando el amor de la vivisección escapa del cuerpo propio y se dirige escapa del cuerpo propio y se dirige hacia el cuerpo ajeno, el cuerpo de la colectividad, el cuerpo de la Tierra, el cuerpo del Universo, la filosofía se transforma en política (...) Solo es posible modificar la cartografía psíquica al precio de una cierta toxicidad”
( B. Preciado. Testo Yonqui, p.251-2)
Incuestionada la caída de la filosofía en la literatura, ¿cabe evitar de algún modo la caída en la política --- salvo la excepción autista o algún tipo de ultratoxicidad castrante? Platón regeneraba a sus élites en el retiro de toda práctica política. ¿Dónde nos regeneramos nosotros, oh hombres, en el día de la corrupción? ¿No confiamos en el cuerpo-plataforma de una manera alocada, por miedo a la condena moralizante?
Incuestionada la caída de la filosofía en la literatura, ¿cabe evitar de algún modo la caída en la política --- salvo la excepción autista o algún tipo de ultratoxicidad castrante? Platón regeneraba a sus élites en el retiro de toda práctica política. ¿Dónde nos regeneramos nosotros, oh hombres, en el día de la corrupción? ¿No confiamos en el cuerpo-plataforma de una manera alocada, por miedo a la condena moralizante?
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