lunes, 21 de septiembre de 2009

ZOOLOGÍA BICÉFALA. RINOCERONTE (I)


Triste historia de la bestia. Triste imagen la del grabado de Durero. Me fuerzo para elegir entre las dos angustias que, me dicen, ya debieran estar debilitadas por la distancia temporal. La historia política (no puede ser de otro modo) del rinoceronte que muere ahogado frente a las costas italianas o la belleza del dibujo de Durero. Me encuentro ante un aut-aut kierkegardiano en el que no se pude buscar la gama del gris, el arco orgánico que recorre el sendero del blanco al negro. O lo uno o lo otro, o la historia o el grabado, o el poder humillante o la belleza que eleva.

Me desvío para escapar de la alternativa por la vía de la provocación o la salvajada: ¿cuál es el tamaño de un pene rinoceronte? ¿Proporcional al cuerno? ¿Y la vagina rinoceronte? Reímos en el siglo XVI imaginando la cópula de los dos animalitos, animalazos, bestias, exóticas criaturas. Pero no escapo. Me puede la mirada política de los imperios disecando alteridades. Me derriba la bella tristeza del grabado. Yo soy el rinoceronte y, cansado, me dejo taxonomizar por naturalistas que me dibujan como reliquia prehistórica, por los geo-estrategas que venden en mi piel la apertura de nuevos mercados, colonias, paganos a los que convertir o empalar o ambas cosas. Como Saatchi me declaro art-oholic. Voy a la imagen y entierro la historia Quién quiera saber del animal que mire en la Wikipedia. Quien quiera hacer política en el siglo XVI que se apunte a las guerrillas maoístas. Dios – sin duda animal – me perdone.
+ + +

Rinoceronte de Durero. Mapa ensimismado del mundo sublunar, hogar pútrido de los cuatro elementos encrespados en la bodega de un navío portugués. Tierra como blindaje o protuberancia, fuego en la potencia del unicornio ocultado por la armadura, aire en la inmensa ventosidad de sus pesadas digestiones, agua en la lágrima de su infinitamente pequeño ojo. En su piel navegan células locas y parásitos microscópicos que incitarán a inventar Micrographia de Leeuwenhoek . A la bestia le pica el lomo y a los científicos la curiosidad. A los políticos la entrepierna.

+ + +

Rinoceronte. Blindado de la milicia popular (vestido con mono azul y alpargatas). Tiznado inútil que, en la borrachera revolucionaria, se creía competidor de las brigadas panzer y terror de la milicia moruna.

+ + +

Coraza del último guerrero feudal, el que no cree en su Señor y sólo se aferra a la causa por debilidad y cansancio (ha perdido en el periplo la nostalgia).

Rinoceronte. Criatura inmovilizada en la cripta del imperio como los Guerreros de Terracota. Claro que aquí no resucitará para defender en feroz combate a su monarca sino que la bestia exótica es vestida con guirnaldas y hasta tu-tú rosa como en un largometraje Disney del mil quinientos, para la risa y la sorpresita del señor embajador. En Lisboa se le hace luchar con el elefante (rosa) de Saramago.

+ + +

Yo soy el rinoceronte. Esa identificación tardía nos redime en el plano de los dibujos animados.


Texto del Grabado de Durero:

"En el primero de mayo del año 1513 [sic], el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada, y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz, que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto"

No hay comentarios: