La radicalidad adolescente. El gesto de permanente enfado (o rebeldía) y la pasión por las cosas más insignificantes implican una obcecación por las superficies y los reflejos. Lo insignificante se torna esencial; la propiedad subjetiva se despierta axioma.
“Si el cobre se despierta clarín no es su culpa...” decía Arthur Rimbaud, ese poeta de quince años.
Desde un punto de vista pedagógico nos encontramos con la ventaja de la crisis de la conciencia, algo que en principio nos abre de par en par el campo del alma para nuestras maquinaciones. Podemos jugar a ser Demiurgos. En la crisis, el mundo familiar muta como escarabajo kafkiano – la familia no desaparece pero sí se convierte en cuadro cubista o expresionista. Y, en paralelo, se produce el resquebrajamiento doloroso y placentero del cuerpo y el alma infantiles (comienza el desbordamiento de vello y grasa, sangre menstrual y semen, pecho y nuez, voz chillona y eterno olor a gusanito). Y todo ello sin responsabilidad alguna ni en los padres ni en los chicos. Así son las cosas. Nos encontramos con muchachos libres e hipercríticos, deconstruccionistas y ultraístas como regalo de la naturaleza (eso que tanto olvidan filósofos y pedagogos).
“Si el cobre se despierta clarín no es su culpa...” decía Arthur Rimbaud, ese poeta de quince años.
Desde un punto de vista pedagógico nos encontramos con la ventaja de la crisis de la conciencia, algo que en principio nos abre de par en par el campo del alma para nuestras maquinaciones. Podemos jugar a ser Demiurgos. En la crisis, el mundo familiar muta como escarabajo kafkiano – la familia no desaparece pero sí se convierte en cuadro cubista o expresionista. Y, en paralelo, se produce el resquebrajamiento doloroso y placentero del cuerpo y el alma infantiles (comienza el desbordamiento de vello y grasa, sangre menstrual y semen, pecho y nuez, voz chillona y eterno olor a gusanito). Y todo ello sin responsabilidad alguna ni en los padres ni en los chicos. Así son las cosas. Nos encontramos con muchachos libres e hipercríticos, deconstruccionistas y ultraístas como regalo de la naturaleza (eso que tanto olvidan filósofos y pedagogos).
Ahora bien: hay otra cara ( pedagógica); el gran inconveniente. Nosotros los educadores somos parte de ese mundo fracturado. Somos rareza endurecida. Poco menos repugnantes que una costra. Por eso los jóvenes nos ofrecen a diario el espectáculo de la torrentera (el griterío y la interrupción) o la infinita desgana de su flojera profesional. Somos los adultos que les cuidan - y nos quieren como el perrito quiere a su mantita – pero somos los que ciegan la visión de aquello que hay que ver y que, para nosotros, no es nada (el destello). Nosotros somos también insectos kafkianos que les impedimos que encuentren lo que andan buscando como almas platónicas enamoradas.
¿Qué debe hacer el maestro y el padre? La imaginación, el arte y la creatividad – no enseñar filosofía ni enseñar a filosofar sino “filosofar” directamente sobre las olas y acantilados de la hormonas - es camino adecuado para entrar en el mundo teen ager. Sin embargo, ¡ay!, creo que nosotros debemos golpear insistentemente en sus desfases con la fusta de la memoria y las columnas de la tradición. Aunque en la edad adulta hayamos ya perdido toda esperanza. Básicamente resistir y crear cicatrices -tatuajes, escarificaciones, perforaciones – a pesar de ellos, en alternativa a las que ellos voluntariamente se infringen, usando para ello el arte y la locura, el buen rollo y la dureza profesoral. Esa es nuestra aportación a su vida futura, a lo que vendrá después, la vida adulta y sus tedios y sus precariedades.
Vendrán más años malos
Y nos harán más ciegos;
Y vendrán más años ciegos
Y nos harán más malos
- dice Ferlosio; pero eso se sabe después.
Para el adolescente cada situación o circunstancia se percibe como un mundo: explotan un cosmos en cada destello irisado. Nosotros debemos herir sus almas con andamiajes y sistemas de poleas – o tatuajes y escarificaciones como antes decía – para que cuando se descubra que tras el destello no hay nada no sientan la tentación de seguir en el estado adolescente por los siglos. El maestro debe luchar contra el Peter Pan que todos llevamos dentro
( CODA: Cuando crecemos y criamos hijos recapitulamos nuestra infancia y adolescencia bajo la perspectiva de la ilusión que nos permite repetir el engaño de la edad adulta sin vomitar en la náusea. Los adultos hemos olvidado el sabor de los gusanitos y los regalices. Aunque sigamos comiendo chucherías, nos vistamos como marca la moda y nos enrollemos con el grupo pop)
FOTOGRAFÍA: JOCK STURGES
Avril Lavigne: Skater boys
He was a skater boy, she said see ya later boy
he wasn’t good enough for her
now he’s a super star
slamin’ on his guitar
does your pretty face see what he’s worth?
( Él era un chico del skate, ella le dijo nos vemos luego
Él no era lo suficientemente bueno para ella
Ahora él es una estrella tocando su guitarra
¿Ve tu rostro bonito lo que ahora vale? )
Avril Lavigne: Skater boys Adolescentes filosofando (Sócrates, antes de la condena, recibe el apoyo de sus amigos)
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