0.- Inicio: no sé si puedo; llevo varias semanas levantándome muy temprano y la falta de sueño me lleva más a la pesadilla que a la esperanza. Sin embargo, aún en la semiconsciencia, me siento atraído (como por un imán) o arrastrado (como un canto rodado) hacia aquellos que se mueven en el optimismo y las ganas de trabajar. Tierra de conquistadores / no nos quedan más cojones – decía Extremoduro. O- b –a –m –a.
1.- Debemos asumir el triunfo de la “sociedad del espectáculo”. No digo “de boquilla” – es un lugar común y muy propio de los intelectuales – sino en la acción (incluida la acción filosófica).
1.1. Espectáculo en los EE UU, esta noche, y mañana con nuestros faranduleros patrios. El espectáculo tiene sujetos colectivos (en plural) – pero que no son ni comunidad ni clase sino algo más circunstancial y etéreo y banal. En el espectáculo – como en la retórica – las palabras llegan al corazón y siempre envueltas en entretenimiento. Palin y Obama (en sus muchas diferencias), la una como comentarista deportiva, el otro como reverendo, son hijos de esta cultura del espectáculo. Es así.
1.2. La filosofía puede hacer dos cosas: una, convertirse en un café en el barrio antiguo de la polis, donde el ironismo privado o la hipercrítica juega sus cartas a la espera de que algún jerifalte u hombre de acción se pase por las tertulias y se deje influir por alguna ocurrencia. O, dos, puede cambiar sus formas, mostrarse de otro modo, cambiar su estilo de expresión para ofrecerse al sujeto colectivo circunstancial y ansioso de entretenimiento. En definitiva, debe superar el viejo platonismo en el que el alma racional subordinaba como dama dominante a la concupiscencia y la noble emoción. Tal vez no pueda hacerlo. Ni deba.
2.- Debemos asumir la heterogeneidad de las sociedades. Me envidia el respeto con el que en ocasiones se habla en los Estados Unidos de los otros (tal vez sea una alucinación --- culturalmente, me gustan los Estados Unidos). Obama se ha referido en su discurso de esta noche a los rojos y los azules, los blancos y los negros, los heteros y los homos, el norte y el sur. En España, cima de tantas modernidades, siento en ocasiones que vemos al otro – al católico conservador o al progre, al inmigrante y al castizo, al homosexual y al asceta en su castidad – con una crueldad profunda (eso sí, edulcorada con nuestra tradicional simpatía y nuestro pasar de todo chistoso). Por eso siempre me he definido por lo políticamente correcto en tanto instrumento de imposición de una buena educación que se deja sentir en su ausencia por todos los lados. ¿Es esta percepción respetuosa y piadosa hacia el otro fruto de la religiosidad difusa que se dice impregna a los USA?. Qué pena que la religiosidad en Europa o en España sea descendiente de los que ortodoxos que mandaron al exilio americano a tanto heterodoxo. Me resulta difícil identificarme con la religión... aunque añoro alguna de sus formas. La ternura y la piedad, el perdón de los que nos ofenden y la esperanza en el futuro.
3.- El mundo se me desvela como un lugar desolado. La filosofía – quizás muerta desde hace tiempo – sólo respira por nuestra falta de escrúpulos al insuflar aire al cadáver. La filosofía y el mundo me recuerdan más a un cuadro de Ludwig Meidner que al buen rollo de los discursos de Mcain y Obama de esta madrugada.
PosT: La última grandeza que me queda es seguir jugando en este barco que hace aguas por tantos sitios y que, sin embargo, se mantiene a flote por la misteriosa fuerza de la esperanza y la bobería de tanta gente que cree que puede seguir adelante y que tiene una oportunidad. Ese es un misterio que, gracias a Dios, nos mantiene en la brecha.
La casa de la esquina (La villa Kochmann, Dresde), 1913
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