Bien, vale tío, sigue con ese recorrido sin senda por los vocabularios del 68, solitario memorial del mundo que se desmontó (en su despliegue, que aún no cesa) desde aquellos tiempos en los que cumples seis años y nace tu hermano y papá se compra el seiscientos. Olvídense de todo lo que han aprendido: Comiencen a soñar – dice el eslogan. Una nueva vuelta de tuerca a la tesis de la imaginación – al poder – desde el espacio cero, rota toda memoria por represora y aburrida, en el festival de la diversión perpetua que estaba apunto de comenzar (decían). Vale, tío, ya he censurado ese éxtasis de la imaginación que tan bien ha asumido el capitalismo y la biotecnología y la redderedes. Que el demonio confunda a la imaginación todopoderosa. Ya vindiqué en anteriores notas a la memoria y a los maestros, casi el clasicismo, el esfuerzo por combatir el opio de las imágenes. Déjenme ahora inhalar el olvido de lo aprendido y el inicio del sueño.
Podíamos decir – siendo falso – que del estallido del 68 se formaron tres estrellas (más las ocultadas por la ceguera de este texto): el plomo de los grupos pistoleros revolucionarios, el nuevo capitalismo (ese que ya no deja escapar la creatividad del margen, como denunciaba Naomi Klein en su NO LOGO) y la psicodelia. Siendo todo muy discutible - y hasta insultantemente falso- permítanme seguir la estela del trip. Las puertas de la percepción se nos abrieron – adoramos, y más, al rey lagarto – y caímos en el embrujo del alma que se recombina constantemente en una orgía de vocabularios. Sonidos, imágenes, sinestesias lisérgicas. Lástima no ser místico ni poder ser jipi. Finalmente estudié filosofía para atar las palabras al simulacro de los sistemas y las coherencias. Todo lo más me corté el pecho como Sid Vicious antes de aprobar las oposiciones.
Dice la wikipedia: “Psicodelia es la adaptación al castellano del inglés psychedelia, un neologismo formado a partir de las palabras griegas ψυχή, "alma", y δήλομαι, manifestar". La palabra psicodélico fue inventada por el psicólogo británico
Ese es objetivo pedagógico no escrito. La auténtica agenda secreta de mi oficio (continuará ahora). Les dejo con Arthur Lee y Love
No hay comentarios:
Publicar un comentario