POST- REVOLUCIÓN (INTRO AL VERANO DEL AMOR PARA NIÑOS)
Nada tan difícil como las figuras del padre y esposo en la resaca del 68 . Si algo ha sido golpeado con dedicación por la herencia sesentayochista es la familia del esposo y la esposa y los descendientes. El psicoanálisis y la conversión del polvo común en actor maldito(de los sábados) han dejado la casa echa unos zorros. De hecho, la familia debe pedir perdón por su atrevimiento y desvelar el secreto: en verdad uno no es padre ni esposo, ni deja de desear la experimentación sexual - aunque la convierta en fantasía compartida (¿sic?), ese espacio de la moderna sexología en la que el esposo se deja perdonar por su atrevimiento . Además, confesamos, estamos incapacitados para mantener autoridad y principio educativo alguno. Esta incapacidad se une a la conversión del hijo en un valor de lujo o un impuesto cultural. El resultado no puede ser más preocupante. Los integristas del matrimonio tradicional dan en el clavo al mostrar orgullosos su modelo. Otra cosa es si su estilo es un ejercicio de fakir exhibicionista o una propuesta para el mundo y la carne.
Ceux qui font les révolutions à moitié ne font que se creuser un tombeau. La revolución de la paternidad es un ejemplo claro de la revolución a medias. El lugar natural de la revolución no puede ser otro que la negativa a la paternidad ( la no-paternidad es el espacio cero, el lugar en el que la imaginación – al poder – y lo imposible – lo pedido por el nuevo realista – inician su trabajo, según el esquema sesenta y ocho). Sin embargo, la crianza ha seguido su camino sin atender al eslogan. Los hippies tuvieron sus hijos hippies que se destetaron al aire libre entre el saltamontes y la marijuana. La revolución no se completó porque la naturaleza no perdona la contraconcepción --- o por resto atávico. El resultado, en cualquier caso, es la familia tumba en la que vivimos. La familia con padres sin principios educativos ni carisma de autoridad. Padre pusilánime y esposo que manifiesta su aventurismo sexual en las fantasías que comparte con la esposa y, si es el caso, con los vecinos del inmueble.
La gran contradicción en la que vive la paternidad moderna – y su extensión de facto en las escuelas, con esos segundos padres que son los profesores – es que encerramos a los niños en una burbuja de ultraprotección y no somos conscientes de que gran parte de los monstruos están encerrados con ellos en la habitación sellada. Los niños tienen a su alcance un universo espiritual – del rap al videojuego, el messenger, la literatura juvenil, o el propio ser-en-familia – que, sin duda, encierra las sombras más largas del universo adulto. Encerramos a los hijos en la protección absoluta de la irresponsabilidad – sus aventuras se dan en Port -Aventura y en campamentos de diseño – y, sin embargo, todos los peligros están a su alcance. Dicho de otro modo: en el castillo que guarda la castidad de nuestras princesas se encuentran todos los dragones. Mientras, los padres - satisfechos del muro y oteando el horizonte - evitamos mirar hacia atrás, en el cuarto, en el mundo de irresponsabilidad y jauja que hemos creado liberalmente.
Nada tan difícil como las figuras del padre y esposo en la resaca del 68 . Si algo ha sido golpeado con dedicación por la herencia sesentayochista es la familia del esposo y la esposa y los descendientes. El psicoanálisis y la conversión del polvo común en actor maldito(de los sábados) han dejado la casa echa unos zorros. De hecho, la familia debe pedir perdón por su atrevimiento y desvelar el secreto: en verdad uno no es padre ni esposo, ni deja de desear la experimentación sexual - aunque la convierta en fantasía compartida (¿sic?), ese espacio de la moderna sexología en la que el esposo se deja perdonar por su atrevimiento . Además, confesamos, estamos incapacitados para mantener autoridad y principio educativo alguno. Esta incapacidad se une a la conversión del hijo en un valor de lujo o un impuesto cultural. El resultado no puede ser más preocupante. Los integristas del matrimonio tradicional dan en el clavo al mostrar orgullosos su modelo. Otra cosa es si su estilo es un ejercicio de fakir exhibicionista o una propuesta para el mundo y la carne.
Ceux qui font les révolutions à moitié ne font que se creuser un tombeau. La revolución de la paternidad es un ejemplo claro de la revolución a medias. El lugar natural de la revolución no puede ser otro que la negativa a la paternidad ( la no-paternidad es el espacio cero, el lugar en el que la imaginación – al poder – y lo imposible – lo pedido por el nuevo realista – inician su trabajo, según el esquema sesenta y ocho). Sin embargo, la crianza ha seguido su camino sin atender al eslogan. Los hippies tuvieron sus hijos hippies que se destetaron al aire libre entre el saltamontes y la marijuana. La revolución no se completó porque la naturaleza no perdona la contraconcepción --- o por resto atávico. El resultado, en cualquier caso, es la familia tumba en la que vivimos. La familia con padres sin principios educativos ni carisma de autoridad. Padre pusilánime y esposo que manifiesta su aventurismo sexual en las fantasías que comparte con la esposa y, si es el caso, con los vecinos del inmueble.
La gran contradicción en la que vive la paternidad moderna – y su extensión de facto en las escuelas, con esos segundos padres que son los profesores – es que encerramos a los niños en una burbuja de ultraprotección y no somos conscientes de que gran parte de los monstruos están encerrados con ellos en la habitación sellada. Los niños tienen a su alcance un universo espiritual – del rap al videojuego, el messenger, la literatura juvenil, o el propio ser-en-familia – que, sin duda, encierra las sombras más largas del universo adulto. Encerramos a los hijos en la protección absoluta de la irresponsabilidad – sus aventuras se dan en Port -Aventura y en campamentos de diseño – y, sin embargo, todos los peligros están a su alcance. Dicho de otro modo: en el castillo que guarda la castidad de nuestras princesas se encuentran todos los dragones. Mientras, los padres - satisfechos del muro y oteando el horizonte - evitamos mirar hacia atrás, en el cuarto, en el mundo de irresponsabilidad y jauja que hemos creado liberalmente.
Los padres pusilánimes son el producto de la imaginación – al poder – que no se atrevió a ser realmente revolucionaria. No partió de cero y, por eso, como señala el lema, ne font que se creuser un tombeau
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