La cuestión más difícil es mirar. Para mirar las manos ordenaron que se hicieran crecer los ojos y los ojos articularon extremidades y las extremidades instrumentos de navegación. Después la cantidad de instrumentos, extremidades articuladas y ojos de visión extendida fue tal que las manos comprendieron la necesidad de ver esos ojos articulados, esas extremidades navegantes y los propios instrumentos de visión que nos permitían mirar.
Las manos se quedaron quietas sobre el paisaje. Reflexionaban sobre su objeto y su tarea pendiente:
¿qué mirar?
¿aquello que la mano palpaba en la lejana jornada en la que decidió que le crecieran los ojos y las extremidades articuladas?
¿O los propios ojos, las propias extremidades, aquello que media entre el deseo de ver y lo que merece ser visto?
Buen viaje navegante
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