martes, 30 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. TAKESHI MURAKAMI, LA MÁSCARA Y LA PHYSIS

Bajo el píxel atómico de los tiempos se esconde la máscara fosilizada de nuestras idolatrías y la physis rugiente, temblor de nuestra estupidez, es decir, de la esperanza. Creo que podemos considerar que así sintetizamos la marca que la reflexión filosófica y artística han dejado en el espectro del tiempo bélico, acelerador de partículas de la historia universal. Luego los nombre cambian: Dios, naturaleza, nada, fuerza, espíritu, figura, amor, verdad, belleza, concepto, tierra, agua, fuego, aire, pigmento, espectro de luz, materia... No hay acuerdos sobre si todos estos sombrajos son guerreros bajo bandera de la máscara o de la physis, si han sido capturados muertos o vivos. Tampoco podemos asegurar que, inmersos en algún tipo de código de guerra cósmico, las palabras citadas y sus destellos combatan siempre en el mismo campo (¿Es la belleza cursi etiqueta de la máscara o fluorescencia fantasmal y agria de la physis?). Algunos dicen que la máscara es la sonrisa de la physis; otros que la physis es el flujo seminal de la gran máscara pétrea(o su humo).

Juego con las palabras supongo que porque no sé pintar flores. Ella ya no pinta flores - prefiere, tal vez, fumárselas y dejar trazos de experiencia en la cara. Es triste pero tampoco sé qué significa la tristeza en ese caso. En ocasiones, vocacionalmente, dejamos que el amor fluya en la tristeza y nos quedamos tan panchos creyendo que hemos pintado flores pixeladas sobre fondo de tinta orientalizante, suponiendo que eso es algo así como el sosiego y la serenidad, el contacto y la sintonía. Si el amor fluyera en la tristeza construyendo una máscara fosilizada de amistad o encuentro o confianza o "es divertido" o "bien", entonces no experimentaría la alteración de las flores con caritas sonrientes y el negro rencor del fondo oscuro. La hipercrítica de mi, la autodepredación no me deja disfrutar de los placeres sencillos (porque no los veo tan sencillos).

Juego con palabras y creo que los que jugamos con palabras - sepamos o no pintar flores - notamos vibraciones secretas. Algunos - los maestros - pueden llegar a matizar en physis o máscara fósil ese sonido de ruido-música. Crean poema o tesis, dicen haber salido afuera. Les llamamos grandes y nos dejamos meter mano por su genialidad, permitimos pasivos-activos que nos travistan en princesa Sailor Moon, que nos transfiguren el pan en carne o, meramente, muten en compañeros de viaje. Los grandes con sus juegos de imágenes y sus maletas llenas de cachivaches de explorador o fontanero nos guían por la ruta transiberiana... hasta que, finalmente, nos defraudan.

Juego con palabras, en plan amateur, y termino en la decepción. La alteración de las flores dura poco y, al rato, amiga, sospecho que retorna la bidimensionalidad (el superflat), la ausencia de puntos de fuga, de horizontes, de futuro sin pecado.

El viajero solitario, dicen, finalmente se sintió tremendamente decepcionado por su sombra. Miró a lo lejos y las flores se diluyeron en mil píxeles de neo-depredacionismo artístico ©Murakami .


Takashi Murakami Iniciar la velocidad de la sinapsis cerebral a voluntad(Initiate the speed of cerebral synapse at free will )2008

lunes, 29 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. OTAKU (takeshi murakami spirit, al fondo)

Hoy estoy visionario (transvisionario):

Trans-mutación.

Trans- sustanciación.

Trans-sexualización.

Trans-formación.

Trans- significación

Trans-visión more Alicia carrolliana.

El signo de los tiempos es trans-



.... y no llego a saber adónde me lleva (o lo sé pero no lo digo para no aterrorizar: la pixelización trans- no abre ninguna parte. Ya no hay en ningún sitio ninguna parte. Por eso tengo un mono de viaje que no veo... nihilista hasta en periodo vacacional)


" Un artista es alguien que comprende el límite entre este mundo y ése"(...) " ( Takashi Murakami)

Otaku, para Takashi, es "ese" mundo que limita con éste. ¿Éste? Trans-figurar éste en ese sabiendo que no hay profundidad (Rorty) ni bidimensionalidad(Marcuse). Superflat ( dice T.Murakami). Pixelizar el Demos para que, más allá del individuo, ninguna de sus caras sea más que otra. Ni la cabeza más que la planta del pie o el ojo o el dedo o la flatulencia. Fragmentar para democratizar. Todos nenitos maniáticos.

Trans-formismo filosófico. Redescripción de redescripción de redescripción.... Esa es la historia.


Miguel Strogoff no necesitó el transiberiano. Se hizo siberiano y, sólo por defecto de la aventura, que siempre acaba, llegó a Irkuts. Siglo XIX, ingenuo. En la acción heroica él llegaba a ser el que realmente era.

Humano incapacitado (yo), sueño con la transmutación en el transiberiano. Viajar con ella - sailor moon - en el transiberiano. Ser otro allí, llegar a ser el amado. Ser el trans-amado a través de la transignificación de mi cutre vida. Pixelarme por la gracia de Dios nuestro señor en la semana de pasión. Ser el pan del señor (cuerpo) y Sailor Moon - o, mejor, Endimión de la Selene Otaku.

Los dibujos - anime - como el Budda Oval de Murakami escapan a la serenidad por una aceleración constante de su poder trans-mutador. Salvarse no siendo nunca el que debes llegar a ser, despedazándose en mil colores, mil personajes, mil y una rarezas a la que uno se entrega con seriedad religiosa. Flores de Murakami que se comen a las niñas. Ser Alicia de sí en esta cabeza loca.




Comulgar con el lápiz de ojos.

Diluirse en la deriva del hipertexto.

No saber qué se espera de uno.

(ella no escribe y se pinta el ojo para salir a las mil fiestas trans- en las que yo no estoy)

Estoy a la escucha. Triste al modo decimonónico pero vestido de escarlata. Bidimensional, superflat sin jerarquía.




Video:Sailor Moon Transformation

sábado, 27 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. Takashi Murakami




















" Un artista es alguien que comprende el límite entre este mundo y ése"(...) " Cambio mi dirección o continúo en la misma mirando la reacción de la gente"(...) "Mi concentración es cómo sobrevivir a largo plazo y cómo unirme al sentimiento contemporáneo
" ( Takashi Murakami, citado por Sarah Thornton: " Siete días en el mundo del arte").




¿Te dije, amiga, que no hay ya posibilidad de zen ni la armonía florece en los arbustos ni en los juncos ni acelera ya tu corazón la vieja correspondencia? La cara plácida se rompe, en las traseras del cráneo de platino, y se desvelan los dientes devoradores que no anuncian nada salvo el desgarro continuo o un tris-tras (princesa) de trituradora que trabaja en el vacío. La revolución no se llevará la basura. La reciclará en diseño de transvanguardia.

De chicos íbamos a fumar a las traseras del Espolón. Los adolescentes, en el cerebro, podan neuronas por imperativo evolutivo y por voluntad de desconexión y reubicación. Se rayan vocacionalmente (es su única vocación). Ceremonia del terremoto con sabor a gominola en los labios de las niñas que, con pechos nacientes, parece que se niegan a lavarse la boca (aunque todas lleven aparato, nueva marca de fábrica teen). Perfume Doritos en los labios.

No hay serenidad contemplativa - y ese es, quizás, el sentimiento contemporáneo en el que Takashi dice querer nadar. La serenidad es tirón, quiebra, piel que estalla cuando la inflación interior es ya insoportable - físicamente insoportable.

Explotaban mi piel los diviesos infantiles con su puntita blanquecina. Mamá drenaba la materia - decía materia por pus. Había - era sentencia de mi suplicio - que sacar la raíz; si no se el furúnculo regeneraría con nuevas fuerzas de muerte y putrefacción.

Mi vida como divieso, inflamación subcutánea en mi yo-como buda oval de Murakami. Conversión de la sonrisa en mordida. Explosión del cráneo. Muerdo los labios que quiero besar y me hundo con lastre añadido en la oscuridad del alma . Me digo, a modo de consuelo: No me merezco lo que me pasa; yo he cumplido mis deberes; yo quisiera poder viaja a Berlín o a Tokio ahora; no deseo que él me llame hijodeputa porque le amo y no se puede amar llamándose hijodeputa; no hay reciprocidad vital, no hay armonía de la felicidad y la virtud (Kant dixit).

Y esa es mi percepción metafísica contemporánea y en ese sentimiento hago mi cosa (Mi obra, mi puesta en obra). Me hago colorín lo que, filosóficamente, es el equivalente a las revistas del corazón. Me hundo

Ser devorado por el bibelot - como en el vídeo para Louis Vuitton. Cultura popular alienante. Hasta las narices de las películas de Pokemon en los años de crianza. Y, sin embargo, toca el alma un cierto momento de verdad en este juego de marketing-murakami. ¿Puedo ser denunciado por violentar sus derechos de creador? Esa es verdad contemporánea.



Imágenes: Takashi Murakami: Oval Buddha

Video: Superflat First Love de T. Murakami para Louis Vuitton

miércoles, 24 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. JOB(3)

¿Quién dijo que era obligatorio vivir en una tierra feliz aún no arrasada por la guerra y la peste y sujetar el dintel de la puerta a las leyes de la buena arquitectura, obligatorio y sujeto como lo es la erosión de la piedra bajo la cascada, grano a grano el mineral deslizándose por el río hasta formar deltas o estuarios que se mantienen dignos en su insularidad hasta la siguiente crecida, vapuleados por la marea que dura lo que dura la fase lunar, la menstruación cósmica, el calendario imposible de tallar en piedra para el hombre y su matemática?

¿Quién aseguró la permanencia del amor y el cariño y la amistad y el odio y el deseo y las ganas de acariciar o de morder como un perro hasta la primera sangre, marca roja en la camisa de los duelistas o los amantes? ¿Iba a durar eternamente el cuidado del otro? ¿Quién dijo que era obligatorio vivir cuando sólo el morir y el sufrir se garantizan con firma de diablo y visto bueno divino?

¿Por qué la fidelidad de Job a una senda que muere en lo precario - sus malditos deberes que harían reír a un niño y a un mono - cuando gana la infinita arbitrariedad: el arriba se cae en el abajo, el agua empapa la tierra, el sol quema la piel del que goza?

¿Quién me fuerza a la escritura y pretende que su poder es tan grande que impide el acto por el cual mi letra teclea el último punto .... (y fin)

.

... y por qué debía ser lo dado (bajo la forma de punto) el fin de la frase y no su inicio persistente como mi dolor de cuello, mi dolor y mi gozo, imposibles mezclarlos porque es imperioso el primero y domina incluso en el amor como puñalada de lo imposible, lo improbable, lo impropio, lo indebido e inmerecido, lo que no se dará y no debe, lo que no va ni fue ni irá pudiendo ser o haber sido en el marco de la gloria merecida y ya debida, probabilidad de beso que se ejecuta en las afueras de la traición y la puñalada, lo propio, precario, innecesario....mi entrega al azul Sherman?

Mi entrega al azul de la imagen de Sherman se resquebraja en el primer movimiento de una danza (dancing with tears un my eyes). Limpio mis poluciones en colores más lejanos... mientras juro fidelidad a la jovencita de Sherman, llegada desde décadas ya muertas, necesariamente irrepetibles, cruzadas por mil varas y flechas, definidas en nombres superpuestos en un concurso regional de traslados en los que la precariedad juega a la ilusión y la decepción, en el azul, el azul que dura sólo si no se encadena al tiempo ni al deseo ni al precio ni a la vida ni a la escritura ni al amor... quizás sólo enganchado a la muerte (y esto porque no queda más remedio y para mayor gloria de Dios que no juega ni apuesta y, como mero divertimento, necesariamente, gana).

¿Quién dijo que era obligatorio vivir y escribir cuando ya no es posible que quite la ropa a la joven azul de Sherman?¿Qué estupideces malgastaron mi tiempo en 1980 impidiéndome llegar hasta los brazos de ella?

No es obligatorio nada salvo morir. No hay traición ni pecado si elevamos la mirada cósmica o nos encerramos chiquititos convertidos en gatitos marramiau.

Imagen: Cindy Sherman/ Untitled #66 1980
Video: Ultravox, The Voice (1981)

Oooh, the look and the sound of the voice
Oooh, they try, they try
Oooh, the shape and the power of the voice
Oooh, in strong low tones

sábado, 20 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. JOB(2). LAS RATAS (i)

"...Y puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa" (Albert Camus: La peste)


Dormido sólo a medias, acurrucado en el calor de la sobremesa que nos aleja de tanta felicidad retransmitida en directo, cerrado en la somnolencia y la baba que cae gozosa en la comisura como un río heraclitiano muy-muy perezoso, pienso en ella, hermana y amiga, Suzanne de Leonard Cohen y sofá cercano a un lago en el que me imagino que soy su cuerpo y que su cadera es mi cadera y con mi dedo acaricio el vientre justo debajo del ombligo, suave, primero relajando en la tersura de la piel la yema del dedo, luego marcando tatuaje invisible en semicírculo como de beso travestido en mano (mano tonta como dormida en el gozo e incapaz ya de mecánica masturbatoria).

Soy Otra y gozo en el silencio de la voz de Cohen, ahora sólo recordada.

Pero en la proximidad de su cadera el sueño se hunde abajo-más-abajo, empujado por la mano que arrastra nuestra cabeza al fondo del barreño que preparó con esmero el torturador. Y ahora no soy ella y pierdo su cadera en mi garganta asfixiada. Soy Alicia y estoy en Berlín 1945 siendo violada por un soldado rojo. Mi rostro mira el fondo vacío de la ruinas y erosiona la visión mi mejilla con tierra polaca que el soldado trae en su bota. Soy Alicia y el conejo que aparece al fondo incitando a la entrada no es conejo ni tampoco gato en la Luna y por su chillido agudo le reconozco en la especie. A lo lejos me llaman las ratas en manada que ya vienen y nos conducen muy lejos, por la senda de Job y la ciudad desolada.

Soy Alicia y no puedo seguir siendo su cadera. Mis manos, ahora sucias, marcarían con rayas de alquitrán figuras geométricas debajo de su ombligo (hasta quizás tapar su cuerpo con brea). Por eso soy Alicia. No quiero, amiga, que mis manos salgan del sueño que es fango y manchen el hermoso placer de la somnolencia en la ciudad feliz de tu cuerpo.

Hermana rata me guía en la maravilla de la tierra desolada (léase en agudo chillido de colmillo e impaciencia).


No entiendo la tranquilidad en el mundo que se desmorona pero la sufro en la gozosa agonía de la escritura. Soy una pieza especial y mi autor - la sagrada y borracha apuesta de dios y el diablo en el caso Job - merecería ganar el Premio Turner. Si tuviera quince años menos no fallaría. O si reinara el sentido común. Estoy iluminándome en la tristeza. Beso la Marilyn de la Sherman y muto en su cuerpo copia de copia de copia de copia de copia ....

Imágenes: Cindy Sherman: Untitled # 305 (Horros and Surrealist Pictures, 1994)

viernes, 19 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. JOB (1)

Yo quise subir al cielo para ver
y bajar hasta el infierno
para comprender
qué motivo es
que nos impide ver
dentro de tí
dentro de mí.

Soñaba que te quería
soñaba que era verdad
que los luceros tenían
misterio para soñar.
Hay una fuente niña
que la llaman del amor
donde bailan los luceros
y la luna con el sol.
(Triana: Abre la puerta, 1974)


El filósofo de la vara, trasunto metafísico del Tío de la Vara (José Mota), rompe la conversación sobre la existencia del mundo exterior asestando una buena tunda al idealista ingenuo (que dice no poder demostrar que hay algo ahí fuera o, meramente, un ahí-afuera o un "ella" que acompañe). La paliza es evidencia iluminada por la llaga, la deshonra y el argumento sodomizador --- igual que en los hermosos códices medievales se nos iluminaba con la superioridad de la plástica la Palabra del Señor.

Si te machaca, existe (O más técnicamente: si me jodo, existo. Si me joden, existen).

Son muchos los que creen que la dureza del decir y el hostión son los argumentos que a la postre todo lo cancelan. En la célebre escena del realista atizando con el garrote, siempre me he ubicado en el puesto del que recibe la lección (aunque me ría, como espectador, del escarmiento) e imagino que el pobre hombre sigue sin entender el objetivo pedagógico de la TIC - la vara - cuando su propio sufrimiento es prueba más que evidente de que está sólo en el mundo y todo lo que le aparece es fantasma de fantasma de fantasma de fantasma....

Sin embargo el doliente, el hombre destrozado por la paliza y la pérdida del orgullo puede, en volatín dialéctico, transmutar sus dudas sobre la existencia del mundo externo en meditación teológica. Al fin y al cabo cuando uno siente que se ahoga y nota presión en la garganta, en el contexto de la mano invisible que nos parte el corazón y lo estruja y lo muerde con colmillos de acero, cuando sólo el óxido de los artefactos parece que nos consuela con el color de la sangre apagada, cuando todo esto y más sucede - porque una vez que dejamos de sentir orgullo somos ciudad bombardeada - uno llega a la conclusión de que dios existe y no hay quien mantenga un ateísmo coherente entre tanta basura, dolor y desespero. Dios se hace evidente como, al modo cartesiano, la primera realidad extramental en el sendero oxidado del sufrimiento.


Pero no es dios el que se nos revela. Ansiosos en nuestra soledad - la amiga nos ha abandonado - en el ahogo depresivo de nuestra alma como Dresde-1945 sentimos una conversación como de macarras en taberna y poco a poco se nos desvela el diálogo a propósito del tal Job. Y, por tanto, mordiendo el polvo tras la paliza y el escarnio, el alma tras la terapia de la vara no es que sienta a dios sino que percibe la conversación de dios y el Diablo, y - jópeta - no hay quien nos saque del maniqueísmo de borrachos que juegan con nosotros desfigurándonos la cara y, para matizar, pintando el estigma de color y luz, compensación el color(dicen) de la cicatriz y el juego teológico.

No creo en dios sino en la embriaguez cósmica de diablos y dioses igual de indiferentes hacia el sufrimiento humano, incapaces de comprender mi corazón, mi palabra, mi escritura, mi temblor, mi ahogo en la noche y mi desvanecimiento, mi locura en espiral y todo el amor que a veces brilla en mis ojos hasta que se convierte en pena sombría y odio e imposibilidad de color ni pensamiento ni filosofía, sólo escritura rota, hueso astillado, mano que agarra el corazón y es garra sobre el corazón, corazón como si fuese una fruta madura, pasada, impregnada de moho pero aún viva y sintiente, sintiente hasta el último estertor, ese que tanto se demora y que sigue buscando el que acompaña al enfermo durante toda la noche última, el que acaricia al malherido, el que conversa entre el humo del cigarro y hace sentir al otro, al pobre, al mí, al yo, al tú, que eres algo - alguien, un ser, un ente digno de cariño, y le acaricias con mano o sin manos, en la última hora, en la última cerveza, en el último cigarrillo. No entienden ni dios ni el diablo en su borrachera esos matices evanescentes.

Y el filósofo, siempre empalmado en una perspectiva de dios (la filosofía es teología) , no entiende el dolor que siente el alma cuando la falta de orgullo le arroja al suelo. Golpeado por el filósofo de la vara, el realista y su garrote dicen:

"Esto es lo que hay... y ni sueñes que todo el dolor ha nacido en precario. No te queda ni esa esperanza".

Imágen: Dresde 1945

Video: Triana: Abre la puerta

domingo, 14 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. FACELESS (Deux yeux pareils à des jours de souffrance)

"La naturaleza fue pródiga con Gwynplayne:le dotó de una boca que abría de oreja a oreja, de orejas que se plegaban casi encima de los ojos, de nariz informe y de una cara que hacía reír al que miraba.¿Esta deformidad era obra exclusiva de la naturaleza?¿No la habían ayudado los hombres?.
No produce la naturaleza ordinariamente ojos parecidos a días de sufrimiento, protuberancia carnosa con dos agujeros por narices y cara machacada produciendo el resultado de la risa, cuando la risa siempre es sinónimo de alegría"
(Victor Hugo: El hombre que ríe).


De pequeño me escondía debajo de la mesa y pintaba en la madera como el maestro de Altamira. Pegaba chicles con disimulo y, pasado el tiempo, cuando ya estaban al borde de la fosilización, los recolectaba para volver a masticarlos. Los chicles era estalactitas y sabían a los restos que el tiempo va dejando en el rincón más sucio de la memoria.

Cuando uno crece el hueco de la mesa se despierta convertido en nicho ocupado por las sombras y nos fuerza a salir como fuego fatuo. El chispazo de la vida adulta sobrevuela tumbas ocupadas por viejos inquilinos de renta antigua y uno comprende que tendrá que permanecer a la espera, en la larga cola de los que buscan ubicación en el precario mundo de la vivienda eterna. Con suerte convertimos un rinconcito del parque en velo que cubre la deformidad del rostro. Mutamos homeless y nos hacemos poetas secretos sin escritura.

Algunos, en el parque, se hacen filósofos. Los filósofos son el cuerpo de marines de la vida del espíritu. Viejos soldados o agresivos mercenarios siempre prestos a la toma de una colina inútil. Pensemos en Diógenes y caigamos en la cuenta de que no vivía dentro del célebre barril sino en la puerta, tocando las narices a emperadores y viandantes, dispuesto a chorrear su verbo acerado como quien conquista con masturbaciones nuevas tierras para el alma libre. No es el filósofo pusilánime y su virtud es la valentía (por encima de la prudencia). Si el filósofo fuese prudente no hubiésemos salido del círculo presocrático. Porque la valentía, en ocasiones, se trastoca en temeridad, el filósofo lleva dos milenios largos disparando con su fusil a todo bicho viviente y creando protuberancias conceptuales. Sin miramientos.

No soy filósofo. Medito, si acaso, debajo de una mesa-fantasmagoría a la espera de que algún nicho quede libre cuando los pobres huesos de algún viejo camarada se trasladen al osario.

La perspectiva de una comunidad definitiva de los huesos en el osario es la
cifra de la sociabilidad humana. Allí todos pegados, fémur con fémur, en armonía
y socialismo (distribución estrictamente igualitaria del polvo en virtud de las
leyes de la física, las únicas democráticas).


Medito y, en silencio, no-escribo versos. Mi rostro deforme exige maquillaje de clown pero nadie me ayuda a ocultar el estigma, la maldad acumulada. A Gwynplayne sólo le queda arrancarse los ojos al modo Edipo. O entregarse placentero al espectáculo y provocar risa. La misma risa que provoca en el osario mi pobre alma que no-escribe versos.


*****


"I cannot follow you my love
You cannot follow me
I am the distance you put between
All of the moment that we will be"

(Leonard Cohen: I know who i am)

Ella dice: eres malo de libro. Eres látigo en mi espalda, lápida de mi autoestima, candado de mi felicidad.

No nos podemos seguir; en algún punto del camino perdí la muleta y me retrasé. Ahora me veo a cara descubierta, en medio de la desolación y con las manos manchadas no sé si de pintura o de sangre reseca, sangre que no gotea ni marca el tiempo. Sangre- rojo pasado. Rojo que se cierra en sí sobresaturándose, perdiendo capacidad de reflejo. Rojo no-espejo para reflejar mi no-escribir poemas, mi no-meditar en valentía filosófica, mi no-ser nada salvo eso, malo de libro, indiferencia bajo la mesa, chicle fosilizado que te obligo a tragar - dices- mientras tiembla el horizonte de la ciudad de los muertos.

Soy el pintor desnudo que ha quemado toda su obra y se ofrece como lienzo de sí, cadáver de sí, asesino de ti.

Nada más mentiroso que el género autobiográfico. Por eso os cuento que de pequeño me escondía debajo de la mesa y pintaba la madera como el maestro de las cuevas de Altamira, y allí los soldados y los bisontes y los cazadores recolectores y los poetas y las esposas y las no-amantes y la no-escritura y la no-risa y muchos más y todos y el resto, habitan plácidamente porque eran el sueño de un niño-pintor muerto, amortajado azulito en su cuna.

Y que dios me perdone si en verdad soy tan malo.

Imágenes:
Marlene Duras: Faceless (1993)
Marlene Duras: The Painter (1994)
Video: Leonard Cohen: You know who i am (1973)

miércoles, 10 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SI. PAYASOS (5)

"En aquellas costumbres existía el gusto por lo deforme, particularmente en las mujeres, y sobre todo en las hermosas. ¿Cómo ser bellas sin tener un hombre ridículo?¿De qué sirve ser reina si no se tutea a algún bufón?"
(Victor Hugo: El hombre que ríe)

Soy injusto, lo sé. No es correcto confundir al payaso con el hombre ridículo y, menos aún, asociar al hombre ridículo con la mujer cruel de uñas fuertes y aceradas que araña y desgarra según el santo designio de su capricho, voluntad o neura. Es triste (y falso) suponer que el poderío de la mujer pantera necesite la presencia de semejante espécimen deforme. Cuando el felino ruge el hombre ridículo se enrosca sobre sí como esos insectos que al ser aplastados se crujen el alma y, chass, desaparecen.

Sería injusto confundir al hombre ridículo con el payaso. El hombre ridículo carece de fondo siniestro o trágico. Es un desgarro, sí, pero como sin hondura. Un desgarro posmoderno en el discurso de la masculinidad. Un arañazo que no precisa color ni mueca exigente. Una de esas heridas que se cuidan con tirita o cancioncilla de cura- sana-rana.

A veces me siento - me vivo, es decir, me pienso - como hombre ridículo. Duele, jó, porque tengo cierta predisposición trágica y cachonda. Por eso llegar a ser payaso me haría ilusión. Aunque fuera payaso blanco o un payasete sin pretensiones de violencia profética, mero colorín en una falda cósmica, cara pixelada en un subidón digital.

Pierrot mirando la luna y amando en silencio a camareras o señoritas con sombreros berlineses azul-Klein.

Charlie Rivel mirando al cielo y aullando la tragedia ante los soldados SS.



Ridículo (de reticulus): bolsa que, pendiente de unos cordones, usaban las señoritas para llevar pañuelos y otras menudencias(RAE).

Ser estructura reticular; el bolsito de las pequeñas cosas (para ella). Vaciarse en el no ser nada salvo concavidad para sus inquietudes.

Ser retícula en la tarea de la depredación de sí (para mi). Desmenuzarse en geometría de cristal o hielo y recoger las esquirlas en una bolsita tejida con mi piel y colgada de su cuello. Ser su amuleto y regenerarme en su buena estrella.

Perderse, bufón o payaso, entre las propias palabras que son huecas y alguien debe llenar de sentimientos ----- ¿ son mejor mis palabras que tu cadera, Colombina?

Auuuuu!!

Marramiau!!


Imágenes: Maurice Sand: Masques et bouffons. Paris, Michel Levy Freres, 1860
Cindy Sherman: Serie payasos
Vídeo: Elected de Alice Cooper


lunes, 8 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. PAYASOS (4)

Payaso Lab

¿Cabe la utilización de payaso en clave socio-política? ¿Podemos rentabilizar experimentalmente al payaso, incluirlo en el programa I+ D + i, pedir que eche una mano en la tarea de levantar al país de la crisis (yes, we can) y aportar su peso (o levedad) en la improbable tarea de vencer al apocalipsis que ya camina?

Digamos que, para delimitar los efectos del mal rollo competitivo, cabe disfrazar al Director General de clown del mismo modo que los altos ejecutivos en la hora del almuerzo se buscan damas con látigos de siete colas y tacón vertiginoso. Asumamos que todo vale en la lógica del capital especulativo y del poder burocrático. El relax en el límite es también variable en la cuenta de gestión. Si me extreman hasta la poesía pudiera tener una posición privilegiada como masajista de los mastines de la nueva economía del conocimiento, la refundación del capitalismo, el orden de la disneylandia feliz...

Sin embargo no estoy pensando en las zonas de relax, spa o balneario del sistema. Quiero meditar sobre la apuesta del payaso,la mirada que nos gestiona y genera. El payaso como educador de la humanidad en estas horas trascendentales de la historia

(suena aquí redoble de platillos y distorsión de saxofón tras el cortinaje. Tras un breve silencio, suena un moc-moc de bocina de automóvil antiguo y el payaso blanco, discurso en mano y ceja marcada, retoma la palabra convertido en mi -- o yo)

El payaso nos enseña - con mala pedagogía y peor dicción - que hay realmente muy pocas maneras de hacer las cosas tan rematadamente mal y, por lo tanto, muchas posibilidades de hacerlo bien. El payaso nos optimiza, palabra y proceso clave en todo departamento de recursos humanos. El Gran Cortazar nos daba instrucciones para subir una escalera con tal precisión y realismo, delimitando de tal modo cada paso en una secuencia de vocación infinita, que nos acercaba al abismo de la imposibilidad de subir una escalera. El payaso es un Gran Cortazar desbocado (por eso suele actuar más allá del lenguaje). Desmonta las acciones más simples y, no contento con la deconstrucción, nos llena los huecos con volutas de aire, cristalitos coloreados y canciones populares tocadas con un peine y un cencerro. Los payasos deforman en el límite de lo monstruoso la normalidad. Y, en la deformación, nos enmarca el paisaje de nuestras posibilidades de no hacer las cosas tan mal como las hacemos. Nos hace tener esperanza en el futuro y, puestos, plantar un árbol.

El payaso se sube a una silla sólo casándose con ella y provocando con sus actos cambios constitucionales que nadie desea (que se sepa no cabe matrimonio legal con los objetos). El payaso, en el límite, centrifuga y quizás en el contraste nos hace dar gracias a dios por estar tan sobrios y serenos la mayor parte del día. Nos lleva a gritar:

aleluya

y

gloria, oh, señor

o

Hare Krishna Hare Krishna

Krishna Krishna Hare Hare

Hare Rama Hare Rama

Rama Rama Hare Hare


Gracias a dios, en fin, porque esta tarde aún no he sentido deseos de casarme con una silla (ni de fornicarla).




Decía ayer y abajo:

"... cabe otra lectura en la que el payaso - si somos capaces de mirar - nos entrega la fragilidad gozosa, la "torpeza básica" que nos lleva a que cada acción tenga varias resultantes posibles (todas inútiles y, por ello, bellas en su chapuza). Con el payaso nos manchamos la cara de lápiz de labios y entonamos canciones en las que las Alicias desmoronan el cálculo de los "numerati" y pintamos monigotes en la calva de Franklin en los billetes de cien. Las mil posibilidades liberadoras del hombre ridículo cuando deja de mirarse con serio semblante y relaja el esfínter del espíritu"
¿Es liberador realmente tomar conciencia de "la torpeza básica" ? Me parece que, en la tarea de hacer mi microautobiografía, todo regreso a la torpeza y la fragilidad es aceptada con amable torsión de cuello. Mi objetivo es "la depredación de sí" y, desde ella, volver a amarme.

Ahora bien: mirando las cosas pensando en los demás (también), creo que la locura del payaso para subir a una silla o ponerse una chaqueta es el grado cero del nuevo (sí, nuevo) sentido común, ese hermoso sentido o inteligencia básica que los modernos tiempos han devorado. La conciencia de la torpeza básica no nos hunde en la miseria, ni reduce la autoestima y ni agujerea el mar de todas las rebeliones. No es impotencia flácida. Nos convierte en este hombre blanco,ese Pierrot, que ha perdido la palabra y patéticamente enamorado mira a la luna. Ese rostro pálido que sabe que es importante cuidar y atender y dejar hacer y que, cuando no mira la luna, la ve de nuevo en el rostro de la chica con la que se cruza, la camarera del café o la señora de la limpieza.

( No sé si es esto lo que busca el nuevo capitalismo. Quizás no. Por eso no cabe el payaso en su I+ D. ¡¡ Qué penita de nuevo capitalismo que sólo acepta al payaso en el orden del relax!!)

Imagen: Cindy Sherman, serie payasos

sábado, 6 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. PAYASOS (3)

1.- Desplazados por la Historia - palabra vacía llena de cabrones y pusilánimes - a una cuneta del extrarradio, los payasos y otras gentes de placer (para el placer de otros) se definen en la distorsión de sus estigmas-colorín. Son criaturas de la desgracia y la infelicidad que hacen gracia a los mayores y provocan sospechas en los niños. Los niños miran a los ahorcados con curiosidad forense y, por eso, no acaban de comprender que, en el caso del payaso, el ahorcado se mueva tanto. Sabe el niño que, en esencia, el payaso es un reo ajusticiado que se mueve por los vientos que agitan el cadalso con idéntica flojera, dejándose hacer en el disparate. Qué sabios son los jodios niños.

El payaso, decía, se delimita en la desgracia y la infelicidad. Por eso su caso es ejemplo de metafísica o teodicea (por desgraciado) y de ética (por infeliz). Sin embargo, sobre esa base de densa materia oscura, el payaso se nos aparece como asunto propio del negociado epistemológico, un ejemplo de teoría social del conocimiento. Cuando miramos al payaso contemplamos con visión clara y distinta la torpeza, la falta de técnica para hacer cosas sencillas como sentarse en una silla o ponerse una chaqueta. Somos extremadamente conscientes de lo que debía hacerse y, sin embargo, el payaso no hace. Nos confirmamos en la idea de que hay una manera - y sólo una - de hacer las cosas comme il faut Por eso nos deleitamos en la torpeza, en la caída, en las palabras mal dichas y en los sentidos deformados por la escasa comprensión del payaso, parece que sólo listo por casualidad.

En el payaso contrastamos nuestra lógica y nuestra belleza y muy difícilmente encajamos en su fantasía el sexo o el deseo ( ese impulso que todo distorsiona - dicen - y que se deja querer en todos los universos). Quizás la violencia del rostro deforme genere analogías de castración. No sé. El caso es que en el payaso la libido pierde protagonismo y todo se intelectualiza de un modo extraño y cruel. El bisturí no tiembla por ningún empalme inoportuno. La mirada fría no se deja diluir en sonrojos

Sólo dejamos que el payaso de colores, el payaso tonto, muestre inteligencia estratégica si es para engañar al payaso blanco y acabar hundiéndole también a él en la cuneta de la deformidad. El payaso blanco es muy poco querido.


2.- El payaso blanco es un freak que parece negar su frikismo. El payaso blanco - heredero del polichinela (o pagliaccio) de la Comedia del Arte - entra en escena ofreciendo grados diversos de crueldad hacia el payaso torpe. En ocasiones es descarado su intento de aprovecharse de él pero en otros casos manifiesta una actitud más caritativa. Se parece en eso a todos nosotros cuando nos enfrentamos a los pobres y deformados: les atizaríamos en la cabeza con un remo y les someteríamos a esclavitud ( si son así, algo habrán hecho) sólo un segundo antes de montar una ONG. El payaso blanco parece que buscara hacer méritos para conseguir estar al otro lado, en la cifra de la normalidad, y por eso se comporta en ocasiones con el payaso torpe como un jefe de recursos humanos amante de la racionalización. Si cerramos un poquito los ojos y vemos al payaso blanco en perspectiva, se nos ofrece un cuadro nítido del capitalismo.

El payaso blanco es una suerte de representante en la escena del muy amable público. Pero que no se confunda el cara pálida: él es también payaso y el espectador espera que, tras la mascarada del blanco y su conversación normalizada, acabe mostrando la patita de su estigma.

3.- A veces, el payaso blanco se hunde en la melancolía y actúa en sintonía simpática, con el payaso torpe. Si éste último nos ofrece una deformación del mundo y de las relaciones sociales, rompiendo la gramática y el lenguaje (en ocasiones no habla o sólo aúlla), el payaso blanco es un pico de oro y despliega un sentido común y una sana inteligencia práctica que asombra y que, a la postre, es revolucionaria en su simpleza (como aquél: ¡el rey está desnudo! del cuento de Andersen). Por ejemplo, el payaso blanco podría decirnos que si hay un niño que tiene diez caramelos y hay tres niños que no tienen ninguno pues sería correcto que el primero repartiera sus bienes con el otro para evitar la triste infancia de un niño sin caramelos. Hasta el payaso torpe lo comprende - no a la primera, claro, pero al final hay acrobacia redistribuidora. Bien.

¡¡Acabamos de descubrirel muñón del payaso blanco!!

¡¡ el sentido común!!

Así no vamos a ninguna parte, so monstruo. Si un niño tiene diez caramelos y otros ninguno debe invertir el capital acumulado para al final tener veinte caramelos (y los demás ninguno). Sólo así se incrementa la productividad.

Es bien sabido que el sentido común es freak. Y el payaso blanco, para mantener un poquito de dignidad, haría bien en amputarse la lengua y rodearse de color. Convertirse en payaso-torpe y casi áfono. Dar al público por perdido.

Imágenes: Cindy Sherman, serie payasos. Cartel de los Hermanos Tonetti (¡ay, mi infancia!). Vídeo: Charlie Rivel ante un excelso público


jueves, 4 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ. PAYASOS (2)

"Los comprachicos poseían el talento de desfigurar al que les recomendaba la política; desfigurar vale más que matar. Podían utilizar también la máscara de hierro, pero éste era un mal medio, porque no se puede poblar la Europa de máscaras de hierro, mientras que volatineros deformes recorren las calles verosímilmente: además la máscara de hierro se puede arrancar, la de carne no; os enmascaran para siempre con el propio semblante, y eso es ingenioso"(Victor Hugo: El hombre que ríe)

1.- Las cortes y las calles se llenaban en los tiempos anteriores al progreso de pequeños deformes que hacían las delicias de las buenas gentes. Cuando yo era niño - supongo que viví en algún punto del salvajismo preilustrado - recuerdo que aún llegaban a la feria espectáculos de anormalidades de diverso tipo: la mujer serpiente, el niño lagarto, el enano forzudo... Desde luego, estas atracciones (!) eran fraudes descarados, disfraces de factura ridícula, residuos en plástico chino o huella protoposmoderna de aquellos otros espectáculos de variedades en los que sí se ofrecían la deformación como gancho para atraer a las gentes que, en general, habitan las casas y parlamentan en los mercadillos. En esto, como en tantas otras cosas, las ferias populares eran para el pueblo llano simulacros de vida palaciega o del Panteón Olímpico de los Dioses. Los reyes y las grandes familias disponían de su propia camarilla de deformes (gigantas, enanos, entes que parecían fusionar lo animal y lo humano, mujeres barbudas con tetas desbordantes). En el gran siglo del Imperio Español a esta corte milagrosa que pululaba por la corte real se la llamaba la gente de placer (algunos fueron modelos velazqueños y pasaron a la historia).

Los deformes satisfacían al común y a la aristocracia porque permitían subrayar la belleza de su dientes - belleza censurable desde los parámetros de la totalitaria higienización científica actual , pero collares de perlas en el contraste con la deformidad apenas nombrable del bufón. Yo no soy eso (dicen/decimos). Ni de bromas. El deforme es un otro y nosotros jugamos en la mirada con él como el niño toma un palito y juguetea con el cadáver que ha encontrado tendido en la charca. Mitad como forense amateur, mitad perverso que puede lucir su insania a cara descubierta.


2.- Por lo demás, Victor Hugo nos da otra clave:

" Nos es agradable ver desfilar ante nuestra vista todas las variedades de la domesticación ..."


El payaso tiene algo de reo que ha terminado por aceptar su rol de ser domesticado y expuesto, de ser para el placer insano de otro. Algo así como el progre ateo que lleva a su niñita vestida de blanco al altar de la primera comunión o al parque disney. El payaso es un tipo deformado por el color ----- El color, en tantos sentidos signo de libertad y placer, sentido de la vida, en el payaso se torna cadena, hierro y óxido que conduce a la sumisión extrema, la pérdida del rostro, la imposibilidad de expresar la lágrima... El color, en la gramática gestual del payaso, impide que lágrima signifique lágrima.

Por eso cuando el payaso se nos ofrece insolente y serio en el retrato nos genera extrañeza y anuncia la presencia del terror. El payaso debería estar ahí, a la mano, para ser vapuleado por la mirada, subrayando nuestros ojos limpios y nuestro bello rostro. Al ser fijado en la imagen el payaso se nos anuncia como espejo y comienza a delatarnos como uno de los suyos. Y lo hace en la forma de juicio inquisitorial en el cual, como se sabe, no había que demostrar la culpabilidad del reo sino que éste debía mostrar su inocencia - cosa imposible: estar allí sentenciaba ya la culpabilidad - bajo la forma de arrepentimiento y a través de la delación de otros deformes. La imagen del payaso nos muestra el arquetipo del hombre humillado por la hipoteca, por la ensoñación del veraneo en la playa y el turismo, el rostro falso del que dice saber de vinos y de mujeres, el tipo interesante, el hombre culto, el que sabe, el que escribe, yo, mi mentira, toda la mentira de la fantasmagoría, la enorme llaga del rostro que me cubre como infelicidad. Grito deformado por la vibración del color:no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy yo, no soy

Imágenes: Cindy Sherman, serie Payasos

martes, 2 de marzo de 2010

DEPREDACIÓN DE SÍ .PAYASOS (1)

La mueca como rasgadura en el lienzo de la cara (violencia). La risa expandiéndose como grito de terror diluido en colores. Un cuadro de Munch invadido por las fuerzas de choque del ejército del Joker --- L´homme qui rit de Hugo . El color como máscara, subrayando su talante marrullero y sus aires totalitarios, impositivos y, sin embargo, extremadamente débiles. El payaso es un caballo de Troya del alma. Es una Judit loquitonta en la tienda de Holofernes. El color y la risa son quinta columnas en el mundo de la seriedad y la tragedia impostada y televisada (Leo que la serie de la Sherman sobre los payasos es casi-reflexión después del 11-S).

Dice el anacoreta (¡cómo se reía el Buda de ellos!): las grandes tentaciones contra el Señor vienen adornadas de risas pintadas en colores chillones. El color y la risa pintada desmoronan casi tanto como el enamoramiento casual y sin futuro. También éste es como una mueca en el destino, como un pliegue en el espacio-tiempo que nos traslada a una dimensión de fin de mundo y maravilla. Nos sacan de las cosas por la vía del fogonazo. La gran hostia visual (en los dos sentidos de hostia, sobre todo el sacro). Por eso los grandes maestros del color terminan en eso que se ha dado en llamar - ridículamente, antropocéntricamente, androcéntricamente - la abstracción. El color - sobre todo el color del payaso - es el agua del Tao: penetra suave en la roca y acaban quebrándola. El payaso y el color hacen carne el principio del Lao Zi:

"Lo más débil del mundo cabalga sobre lo más fuerte que en el mundo hay. El no-ser penetra donde no existe el menor resquicio"

Dicen que el mundo se divide en dos grupos: las personas que aman a los payasos y aquellos que les odian. Me ubico en posición ambigua. Como en todo (no me extraña que quiera convertirme en depredador de mí). Por un lado, el payaso me genera terror si se coloca en la cercanía, si me toca la piel o con su chillido ininteligible me rompe los tímpanos como si fuesen el himen de una virgen sonora. Sin embargo, en la distancia, desde el palco, me gusta ver actuar a los payasos. Me gusta su destrozo generalizado bajo la forma de torpeza - el payaso no es torpe en su caminar: rompe el espacio y la normalidad con tanta saña que termina teniendo que hacer equilibrios entre los fragmentos y ¡es un buen equilibrista!. Me conmueve su simulacro de tristeza - como un paso atrás antes del salto o la concentración del luchador en el segundo previo al golpe definitivo. El payaso marca la cara del poderoso desde la extrema debilidad. El payaso, como el vampiro, aspira a que todo el mundo se pinte la cara y fuerce con el aura blanca un megasonrisa.

Confieso que no me disgusta la idea de ser yo el payaso. En el combate guerrillero tengo la impresión de que sólo en ese puesto sería eficaz. Nunca sería el payaso-blanco, el contra-payaso, el listo (hablaré de él) sino el contestón, el que tropieza y cuestiona la danza y la gramática con igual desenfado. Como si fuese un extraterrestre.

El payaso viste el disfraz perfecto precisamente porque es el subrayado más violento que puede hacerse de un disfraz. El necio - y todo somos necios ante el payaso - acaba considerando que tras la cara pintada no hay nada. Cree que el payaso es hombre hueco, un muñeco de ventrílocuo independizado. ¡¡Refleja perfecto el payaso la realidad del que le mira!!.

Nadie pierde tiempo con un payaso y cuando queremos romper la conversación gritamos:¡Payasadas!, acto performativo que, como dice Rorty, cambia vocabularios y es en esencia como un insulto, una bofetada o un puñetazo en la mesa. El payaso rompe la conversación. Es un Sócrates del nihilismo que nos trae el infinito poder del color y la carcajada, de la mueca forzada, trazada en la deformidad de Gwynplaine, el hombre que ríe de Victor Hugo, espectáculo de feria. Protección de los débiles e inicio del apocalipsis que anuncia maravillas en colores.

Te imagino pintada de payaso (digo)

Ni de coña (dices)

Me gustaría pintarme la cara de payaso(digo)

Marramiau!!!
Imagen: Cindy Sherman: Serie Payasos