sábado, 30 de septiembre de 2006

Un ferrocarril hacia el Tibet o todos a remolque de la tecnología ( y III)

La tecnología ha sido siempre un instrumento de poder y el ferrocarril es buena prueba de ello. Más allá de todas sus ventajas el tren ha sido un instrumento de invasión social y cultural desde sus orígenes. Los indios de las praderas americanos no pudieron vencer al caballo de hierro y tuvieron que acabar montándose en él o perecer. El tren, junto con barcaza de vapor y el rifle de retrocarga o la ametralladora, fueron instrumentos esenciales en la colonización europea del mundo (ver Los instrumentos del Imperio, biblioteca del Instituto GH2726).

Casi todas las tecnologías son agresivas en su expansión y parece que no nos queda sino subirnos a su carro bajo pena de quedar aplastados o no disfrutar de unas ventajas que acaban pareciendo imprescindibles. Pero, ¿cabe controlar el proceso , es decir, el riesgo que implica todo cambio? ¿Es posible evaluar racional y emocionalmente el impacto de las tecnologías sobre la vida? En general creemos que sí y nadie parece ponerlo en duda (hasta los ecólatras más exaltados consideran viable un giro en nuestras tecno-pornográficas vidas).

En un célebre experimento sobre el control, se sometía a un grupo de ratones separados en jaulas a una descarga eléctrica molesta que sólo uno de ellos tenía la posibilidad de cortar presionando una palanca. Las descargas aparecían completamente al margen de la voluntad de los ratones y todos recibían las mismas en igual medida. Ahora bien: el ratón que podía apagar el flujo eléctrico logró vivir mejor que los otros que acabaron tremendamente estresados y perecieron aunque, objetivamente, recibieron todos la misma dosis eléctrica. Para los ratones el flujo eléctrico aparecía como algo imprevisible pero la expectativa de poder controlar lo que pasa mantiene vivo (y feliz) al ratón dueño de la palanca.

Decimos controlar los efectos del desarrollo tecnológico pero ¿lo hacemos realmente? Parece que podemos neutralizar los efectos perversos de la tecnología y ser conscientes de ese (supuesto) poder evita un estrés letal. Apareció la bomba atómica y los humanos terminamos por crear mecanismos de control (¡de hecho no hemos muerto abrasados!). En nuestros días, ¿no estima un gran número de personas que el famoso “cambio climático” podrá ser controlado humanamente con ... más tecnología?.

Ahora bien: ¿puede alguien evitar la presencia de la descarga, es decir, del riesgo? El tecnooptimista, como el ratón que controla la palanca en el experimento, cree que sí, que siempre puede(y podrá) eliminar el riesgo. Desde luego su experiencia pasada no justifica que pueda hacerlo en el futuro. El tecnopesimista considera que llegará un día en que la descarga será tan extrema que terminará por achicharrarnos. De igual modo su alarmismo acaba sonándonos al cuento de Pedro y el Lobo. El tecnooptimista vive libre de estrés. El tecnopesimista considera que todo pesimista es un optimista bien informado y que el ratón de la palanca es simplemente un instrumento al servicio de unas fuerzas que nunca podrá dominar. Es feliz y vive tranquilo pero carece de conocimiento.

¿Qué tipo de ratón prefieres tú ser?

lunes, 25 de septiembre de 2006

Un ferrocarril hacia el Tíbet o todos a remolque de la tecnología (II)

Este verano los periódicos se han hecho eco de la polémica sobre el tren chino al Tíbet. El llamado Tren del Cielo, inaugurado el 1 de julio de 2006, entre Pekín y Lhasa ( la capital tibetana) recorre 4.062 kilómetros en alrededor de 48 horas y circula en casi todo su recorrido a más de 4000 metros de altitud llegando a alcanzar los 5072, lo que le convierte en el más alto del mundo. Como en el caso del otro gran proyecto chino – la presa de las Tres Gargantas - nos encontramos con grandes controversias alrededor de este tren de altos vuelos (¡ Llegar al cielo! ¿No nos prometía toda la tecnología moderna alcanzar el Cielo en la Tierra?).

Por un lado, técnicamente, circular y transportar viajeros a esas altitudes no es tarea sencilla. Para superar las consecuencias del temible mal de altura, el tren va equipado con oxígeno para los sufridos pasajeros, aunque esto no ha evitado que los efectos de la altitud provocaran la muerte de un anciano de 70 años. Además las placas de hielo resquebrajan la estructura de cemento de los puentes dando lugar a finales de agosto a un descarrilamiento.

Más allá de los problemas técnicos el Tren del Cielo ha sido censurado por todos aquellos contrarios a la presencia china en el Tíbet. Después de la invasión de 1950, el ferrocarril es un paso más en la pérdida de los valores que supuestamente representan al Tibet (la espiritualidad budista) y en la “chinización” del viejo país de los Lamas. El tren llevará a nuevos trabajadores chinos a la región del Himalaya, transportando mercancías y valores a lo que hasta cien años era un espacio libre de toda contaminación del “progreso material”. Por otro lado, el tren que llega al cielo ¿no implica un paso adelante en la destrucción de los espacios vírgenes y la conversión de toda la biosfera en un mero sostén de la tecnosfera. El mítico reino perdido de Shangri-la roto por el traqueteo de los vagones.

Más allá de todas las polémicas, un artefacto técnico es siempre más que una mera máquina. Es un mundo que pugna por entrar o por salir, por crearse o destruir.

martes, 19 de septiembre de 2006

Sí al tren. Un ferrocarril hacia el Tibet o todos a remolque de la tecnología


De las películas del Oeste reconocemos la imagen que asocia el avance del ferrocarril con el progreso social y económico, el imperio de la civilización. El gran caballo de hierro –los indios dixit – era la cuña que llevaba el comercio, la justicia y la innovación a los lugares más apartados. El ferrocarril hacía aparecer un pueblo o ciudad en el mapa. Cuando el tren llegaba al corazón de un territorio los vaqueros hacían ricos a los dueños de los Saloon y los nuevos bailes – el can can parisino – generaba estragos en la ruda clientela que, aquella noche, se bañaba y perfumaba haciéndose atractiva(sic) para las muy delicadas bailarinas. ¿Era el progreso otra cosa que perfumes y señoritas? También el sheriff y el enterrador, las partidas de póquer intercity y el veredicto justo del juez parecían llegar con el tren.

Saliendo de la ficción- si tal cosa es posible - también la historia nos enseña la importancia de la creación de la red de ferrocarriles en el desenvolvimiento de la cultura del siglo XIX y XX. En relativamente poco tiempo la geografía se redefinió en términos comunicativos con las autopistas de hierro. Todo estaba más cerca y la velocidad apareció por primera vez como valor cultural. Moderno significa veloz desde los orígenes del ferrocarril. Míticos trenes como el Orient Express o el Transiberiano hoy nos pueden parecer viejas reliquias de una época pasada, pero anteayer significaron la posibilidad de unir realmente Europa con el Pacífico o París con Estambul.

En algunos lugares, aquí en Aranda, hoy el ferrocarril (sí al ferrocarril) se une al futuro (sí al futuro) aunque una sonrisa irónica acentúe de tierna melancolía la sin duda justa reivindicación. Se ama el tren y toda su simbología, como sueño ya pasado (o casi) de la comunicación en la época más tranquila, antes de los aviones y de ese híbrido que se hace llamar tren de alta velocidad.....

Asociamos tren y futuro, pero hoy el futuro nos hace temblar de un modo no imaginable a nuestros abuelos: grandes proyectos totalitarios e inhumanos tomaron el futuro como bandera. El tren también se asocia en nuestro imaginario al siniestro convoy que conduce a los presos a su crematorio, la estación final, el Lager de Auschwitz o el Gulag . El horror.

(CONTINUARÁ)

miércoles, 13 de septiembre de 2006

El comandante y el grumete de esta nave o bitácora de CTS, “la asignatura”, quieren dar la bienvenida a todos aquellos que de manera forzada o por efecto de su libre albedrío, movidos por la incierta oscilación del náufrago o impregnados del espíritu aventurero , se tropiecen con nosotros. No hace falta que se abrochen los cinturones pues se estima que la navegación será plácida y la mar virtual estará en calma .

El proyecto de esta blog nació en el pasado curso 2005 –2006 y lo primero que debemos es agradecer el esfuerzo que muchos realizaron. Las bitácoras-hermanas que se crearon entonces permanecerán con nosotros ya poco tiempo y más temprano que tarde serán despegadas de nuestro costado y abandonadas al vacío internáutico. Sniff!

Borrada la lágrima de la última nostalgia conviene re-forzar la amplia sonrisa para todos aquellos nuevos amigos que, sin duda, animarán nuestros comentarios con sagaces diálogos y reflexiones.

Nuestro catálogo de intenciones anuncia que a lo largo del curso trataremos de pensar-cts (cetesepensar) sobre asuntos tales como:

· La propia perspectiva CTS como espacio para el pensamiento interdisciplinar .

· La estructura de los sistemas tecnológico - científicos y, en especial, el sistema español de ciencia y tecnología.

· La biotecnología y la bioética

· La ecología como nueva visión de la realidad socio- natural y como propuesta ético-política.

Además avistaremos sitios y motivos de comentario sobre las siguientes obras literarias

1984 de George Orwell

Mundo feliz de A. Huxley

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?(Blade Runner) de Ph.K.Dick

Un hueco tendrán también las películas:

METRÓPOLIS de Fritz lang

1984 de Michael Radford

BLADE RUNNER de Ridley Scott

MINORITY REPORT de Steven Spielberg

Estas son nuestras sanas intenciones y también nuestra cordial invitación.