sábado, 21 de enero de 2006

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ESPAÑOL (Y III)

Investigar en España debería ser un horizonte profesional y personal y apetecible para los jóvenes. Al final, parece que es un tarea de héroes. Eliminar el heroismo quizás sea el reto (patriótico) más importante para los próximos años. Normalizar.

Ahora, si no podemos traer al mundo investigadores, tal vez podamos seguir buscándonos la vida construyendo más y más edificios en la costa. El Sol, de momento, no nos abandona . También podemos atender al turismo – joven o geriátrico, de alto nivel o de “sol y sangría”.

¿Por qué el estudio de las ciencias ( y las no ciencias) es tan poco atractivo para los jóvenes? ¡Quién sabe! ¡ Y quién quiere pensar en ello!

El 31 de diciembre, El País publicó un artículo en el que nos relataba la historia de un universitario británico que había ganado 843.000 euros en pocos meses con la venta de puntos (pixel) publictarios en su página internet. La idea era simple: se compra un dominio - http://www.milliondollarhomepage.com/ - y se divide la página en un millón de pequeños bloques (10 x10 píxeles) que se vende a un dólar la unidad. El resto lo hace el boca a boca y la popularización de la idea en la blogosfera, la red de millones de blog que habitan el cibermundo. Al final, tendremos un tapiz con miles de logos publicitarios que quedarán ahí, como trozos de historia, y un joven de 21 años milonario. Simple e ingenioso; rentable. No se necesita demasiada formación ni tecnología y es, sobre todo, rápido. ¡ Ánimo jóvenes emprendores!


Por cierto, con estos modelos tan suculentos, ¿nos extrañamos de que no abunden los jóvenes que dediquen su esfuerzo y dinero a formarse, investigar y sacrificar su vida en empleos precarios de mileuristas. Los mejores alumnos no buscan estudios de ciencia y de investigación. Se orientan a lo rentable, aquello en lo que sospechan hay futuro.

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ESPAÑOL (II)


En un artículo reciente – Juventud Investigadora -, José Pedro Calvo Sorando, director general del Instituto Geológico y Minero, reflexionaba sobre la carrera del investigador joven en España. Por lo que parece, el número de estudiantes atraídos por las enseñanzas científicas que se ofertan en la universidad está menguando. Hay sequía de vocaciones científicas e investigadoras – en contra de lo que sucede en la India o Corea. Sin embargo, los informes nos plantean la necesidad de contar con 60.000 nuevos investigadores en el 2010 para no perder el tren tecnológico . Calvo Sorando se pregunta:

"¿Qué hace que la enseñanza preuniversitaria sea tan escasamente motivadora
de la ilusión por las ciencias? ¿Ven los jóvenes tan escaso el mercado de
trabajo científico-investigador como para decidir no aventurarse por ese
camino? ¿Es quizás la imagen de lo científico-técnico tan aburrida que
induce a la pereza, acomodadas como están nuestras nuevas generaciones a un
mundo repleto de imágenes concretas y accesibles?”

A
la vez – para rizar el rizo del problema – se insiste en que los estudiantes llegan a la universidad con niveles de formación bajos, los abandonos en estas carreras son muy elevados (dada su dificultad y la importancia de la constante actualización) y las empresas siguen demandando profesionales con un perfil especializado (para no tener que ofrecer formación añadida de urgencia). En su artículo, Calvo Sorando se muestra esperanzado si adoptamos medidas que permitan una formación importante en el ámbito europeo de la educación y si se incrementa de manera sostenida la inversión en I+ D.

Desde luego, tendremos vocaciones de investigadores si se plantea un horizontre de trabajo ilusionante para los jóvenes. El esfuerzo de formación que se exige – en todos los campos – no puede fundarse (sólo) en místicos amores a la ciencia. Hay que ofrecer un futuro.
Ahora nos podemos quedar con una de las preguntas que el autor de este artículo dejaba en el aire:”¿Qué hace que la enseñanza preuniversitaria sea tan escasamente motivadora de la ilusión por las ciencias?”.

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ESPAÑOL (I)

No hace falta ser Nathan Rosenberg para definir algunos de los males que aquejan al sistema nacional de ciencia y tecnología (SNCT) español. Son ya muchos los informes y artículos que insisten en lo mismo: el presupuesto es insuficiente (debemos pasar del 1 % del PIB actual a los alrededores del 3% en inversiones en I+D); la presencia de la iniciativa privada en investigación es baja ( alrededor del 50% cuando se dice que debiera acercarse al 75 –80 %); los investigadores se forman pero luego no encuentran una carrera estable en España; la conexión entre la universidad y la empresa no es lo fluida que sería de desear ....
Y, además, en palabras de Sánchez Ron, la investigación europea y mundial está reforzando la ciencia con utilidades prácticas más inmediatas (la innovación, la “i” en la I+D+i) y España no puede perder el paso SIENDO QUE ADEMÁS DEBE FORTALECER SU PROPIO SISTEMA DE CIENCIA BÁSICA.

Repito, no hay que ser Nathan Rosenberg para describir lo precario y grave de la situación española. Ahora bien: si se es uno de los expertos más importantes del mundo en políticas de innovación, miembro de la Academia Americana de las Ciencias y se trabaja en el departamento de Economía de la Universidad de Standford, es decir, si uno es Nathan Rosenberg, parece que nos pondrá más serios que se diga:

España está en apuros. Decenas de empresas industriales están planteándose la
fuga a países con menores costes laborales y, en menos de dos años, el país
dejará de recibir fondos comunitarios. Además, España está a la cola (en Europa)
de los países que investigan. Atrapada en este bocadillo – el empleo no es
barato, pero tampoco innovador – la triste realidad es que la quinta economía de
la UE es la 14 en lo que a inversiones en I+D se refiere. Ustedes tendrán que
cambiar de dirección. No podrán explotar ya nunca más la mano de obra barata. Si no desarrollan nuevos productos y los incorporan después a sus procesos
industriales, van a tener problemas. Van a sufrir


¡Ay! ¡ De nuevo nos duele España! (Claro que esta vez no por esencias metafísicas, como en el 98, sino por el bolsillo, por la pela y el pragmatismo. Algo vamos ganando).

miércoles, 11 de enero de 2006

¿Y SI LOS SABIOS PIERDEN LA CREDIBILIDAD?

La necesidad racional de la creencia(racional)

La credibilidad es la capacidad o el poder de hacernos creer en las afirmaciones de algo o alguien. La credibilidad social de la ciencia es imprescindible porque, por un lado, gran parte de las tesis de la ciencia no pueden ser comprobadas por la mayoría de la gente y, por lo tanto, creemos en ellas en virtud de la autoridad (¿moral?) de la comunidad científica. Además, por otro lado, la ciencia nos exige una alta financiación. Si nosotros apostamos por la ciencia es porque nos ofrece credibilidad.

Ahora bien: la credibilidad de la ciencia nos es una cuestión de fe irracional. Creemos en la ciencia porque nos ha demostrado que sus descripciones son adecuadas, es decir, nos resultan útiles para orientarnos en la vida y para crear desde ellas utensilios. Paradójicamente, creemos porque es más racional creer en la ciencia que no creer.

La credibilidad científica debería ser como el honor de los hidalgos españoles del Siglo de Oro: el patrimonio del alma que no debe ser vendido ni humillado ante nada ni nadie. Sin credibilidad las relaciones fluidas que deben existir entre la ciencia y la sociedad se debilitan. El alma de la ciencia se acartona y desmoraliza.

Casos como el de Hwang Woo-Suk, comentado en la anterior nota, parece quiebran la credibilidad de la ciencia. Por otro lado, en un estudio del National Institute of Health norteamericano ( página en español) sobre los comportamientos inadecuados de los científicos en su trabajo se nos dice (ver OCU SALUD, n 299) que algo más de un 10 % reconoce que habían realizados prácticas poco éticas en sus trabajos. Por ejemplo:
  • Un 15,5 % de los encuestados afirmaba que había cambiado el diseño, metodología o resultados en respuesta a la presión de los patrocinadores.
  • Un 12, 5 % confiesa hacer uso de datos dudosos o de interpretación cuestionable para fortalecer sus hipótesis
  • Un 6 % afirmaba ocultar datos que pudieran contradecir la propia investigación

¿ Debemos dudar de la credibilidad de nuestra ciencia?

Desde luego, siempre hay que dudar y esforzarnos para que el pensamiento crítico tenga cada vez un peso mayor en la sociedad. No otro es el mensaje de la ciencia y el pensar racional desde el origen. Ahora bien: no parece muy razonable que las crisis de credibilidad en la ciencia acaben conduciéndonos hacia las creencias más irracionales ( religiosas o políticas). No podemos salir de un fallo en la credibilidad racional corriendo hacia el absurdo más absoluto.

En cualquier caso, casos como el de Hwang Woo-Suk vienen a demostrar que el proyecto de la ciencia funciona. Los controles de seguridad nos descubren errores y mentiras. Los científicos no son santos, ni siquiera sabios. No son infalibles ni están blindados contra las pequeñas corruptelas, errores e imbecilidades. Pero están sometidos al dictamen de la publicidad, de la comunidad científica. Alguien, como Hwank, puede falsear datos, pero la comunidad científica lo descubre.


La credibilidad es el alma de la ciencia. Como lo es su humanismo de fondo, el ser trabajo de los hombres para mejorar la vida de los hombres. Como toda obra humana puede perderse en la espesura del riesgo no calculado, el ansia de poder y prestigio, el egoísmo.... pero ningún otro proyecto ha creado instrumentos de control más eficaces.


La credibilidad y la red

La crisis de la credibilidad no sólo afecta a la ciencia. Toda la sociedad de la información está en crisis. Un ejemplo muy conocido es el de la wikipedia: ¿puede ser creíble una enciclopedia creada democráticamente, por miles de usuarios, sin “control centralizado” ni jerarquía? La revista Nature ha hablado recientemente del tema, alabando el proyecto. Hay muchos apologistas de la wikipedia. También hay críticos. En cualquier casi, nunca está de más el criterio y la visión crítica. La universidad de Barcelona nos ofrece aquí unos sencillos consejos para analizar la credibilidad de las páginas web. Su lectura es de interés para el navegante.