Y, además, en palabras de Sánchez Ron, la investigación europea y mundial está reforzando la ciencia con utilidades prácticas más inmediatas (la innovación, la “i” en la I+D+i) y España no puede perder el paso SIENDO QUE ADEMÁS DEBE FORTALECER SU PROPIO SISTEMA DE CIENCIA BÁSICA.
Repito, no hay que ser Nathan Rosenberg para describir lo precario y grave de la situación española. Ahora bien: si se es uno de los expertos más importantes del mundo en políticas de innovación, miembro de la Academia Americana de las Ciencias y se trabaja en el departamento de Economía de la Universidad de Standford, es decir, si uno es Nathan Rosenberg, parece que nos pondrá más serios que se diga:
“España está en apuros. Decenas de empresas industriales están planteándose la
fuga a países con menores costes laborales y, en menos de dos años, el país
dejará de recibir fondos comunitarios. Además, España está a la cola (en Europa)
de los países que investigan. Atrapada en este bocadillo – el empleo no es
barato, pero tampoco innovador – la triste realidad es que la quinta economía de
la UE es la 14 en lo que a inversiones en I+D se refiere. Ustedes tendrán que
cambiar de dirección. No podrán explotar ya nunca más la mano de obra barata. Si no desarrollan nuevos productos y los incorporan después a sus procesos
industriales, van a tener problemas. Van a sufrir”
¡Ay! ¡ De nuevo nos duele España! (Claro que esta vez no por esencias metafísicas, como en el 98, sino por el bolsillo, por la pela y el pragmatismo. Algo vamos ganando).
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