sábado, 24 de diciembre de 2005

CÉLULAS MADRE, MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO

Células madre y cintas de vídeo

Hwang Woo-Suk(1952) es un destacado científico surcoreano. Su rostro y su trabajo fueron reconocidos en las portadas de medio mundo al anunciar que su equipo se había convertido en el primero que clonaba un embrión humano con fines terapéuticos y con el objeto de obtener células madre. Unos meses más tarde, el 3 de agosto de 2005, Hwang anunció que su equipo de investigadores se había convertido en el primero en clonar un perro. Al perro, un afgano, le pusieron de nombre de Snuppy.

El artículo en el que exponía su labor fue publicado por la prestigiosa revista Science y fue objeto de atención especial por parte de sus colegas norteamericanos que tienen muy limitadas, por razones políticas, las posibilidades de trabajo en el campo de la clonación (terapéutica y reproductiva). En este contexto, Hwang aprovechó su popularidad mundial y se sumó a las críticas a la política del presidente de los Estados Unidos George W. Bush contraria a la investigación con células madre .













Los investigadores obtuvieron óvulos de 18 voluntarias y extrajeron el núcleo de cada uno de ellos. A continuación introdujeron en cada óvulo ADN procedente de células de la piel de 11 personas con lesión de la médula espinal, diabetes tipo 1 o una enfermedad inmunológica congénita. La célula resultante posee así una dotación genética mixta: el material nuclear de la célula de piel de la persona enferma y los genes mitocondriales de la mujer que donó el óvulo. Por medio de estimulación química se inició la división celular y se originaron 31 embriones en fase de blastocito. De estos embriones se obtuvieron 11 colonias o "líneas" de células madre, cada una de las cuales constituye una réplica genética parcial (incompleta) del paciente donante de la célula cutánea. Con este procedimiento se intenta obtener células madre de repuesto que -por su dotación genética similar- no sean rechazadas por el paciente cuando las vaya a recibir para curar o mejorar su enfermedad.

Mentiras y cintas de vídeo

En noviembre de 2005 se desató la polémica sobre los procedimientos irregulares que el equipo de Hwang había seguido y que culminaron, en este mes de diciembre, con la “retirada del artículo” por parte de Hwang de la revista Sciencie al considerarlo “lleno errores humanos”. Días más tarde Hwang dimitió de sus cargos y se reconoció abiertamente que los datos habían sido manipulados.

¿Estamos ante un caso – ni el último ni el primero – de codicia asociada a la ciencia o, seamos clementes, a la debilidad del ser humano? Parece ser que Hwang ha dicho:"Me cegaron mi trabajo y mis deseos de triunfar”. Los investigadores pueden ser codiciosos y egoístas, mentirosos y malos malísimos. Algunos se escandalizan (¡ esperaban tanto de ellos!). Personalmente, creo que la maldad del individuo – al violentar los principios mínimos del código ético del investigador - no debe hacernos olvidar la perspectiva global y las perversiones del todo. Detrás del caso se halla la necesaria retórica que hoy debe acompañar a la ciencia.

De la necesidad de las cintas de vídeo

La investigación tecnocientífica ofrece mucho – es un dato – pero también exige. Precisa de gran financiación y de equipos consolidados pero, sobre todo, nos pide a los ciudadanos actos de fe, confianza en un trabajo que muchas veces se nos torna incomprensible por su complejidad técnica. Por eso la red de la investigación necesita de la retórica, de instrumentos de comunicación que convenzan al auditorio mundial de la imperiosa necesidad de su trabajo. La retórica funciona aquí como “discurso sobre el discurso” y trabaja en niveles muy diferentes: desde el artículo científico “sólo para entendidos” hasta la divulgación popular en prensa. Si el primero es en principio más contenido en sus expectativas de futuro, estricto y circunscrito a la realidad experimental, el segundo – la reseña en la prensa de masas – está lleno de inexactitudes, promesas vagas y espectacularidad. Pues bien: sucede a veces que la propia lógica de la retórica tiñe el trabajo del propio científico. Éste, presionado por múltiples vías, acaba por dejarse seducir – como Ulises por las sirenas – por la lógica espectacular de los medios de masas.
Hay más factores: las luchas ideológicas entre los partidarios y los detractores de la investigación con embriones o células humanas acaba por convertir cualquier trabajo investigador en bandera de la lucha. De nuevo, la ciencia(pura) se contamina. Es evidente que si la noticia del trabajo de Hwang alentó la investigación sobre la clonación con objetivo terapéutico (de hecho, España ha regulado recientemente estas prácticas) el descubrimiento de las falsificaciones es un refuerzo para los contrarios . Esto no es lógico pero la lógica del corazón - irracional pero efectiva – desprestigia un planteamiento si el que expone el planteamiento se hace indigno. Y la indignidad, en esta sociedad del espectáculo y los medios de masas, se define en las cintas de vídeo, los rostros llorosos de Hwang y otros investigadores coreanos.

Por otra parte, los países, a falta de héroes guerreros y conquistas imperiales, ven en la ciencia un modo de hacer patria y bandera, de popularizar su logo (que no logos). Corea hizo de Hwang un héroe nacional. Corea del Sur, entre grandes gigantes como China y Japón, necesitaba esta bandera publicitaria. Todo el país llora. Vergüenza, ese concepto tan oriental, que conducía a los antiguos samurais al hara-kiri.


En fin, se ha dicho que este episodio desgraciado ha demostrado una cosa en positivo: los mecanismos de control de la ciencia han funcionado. En efecto, la ciencia es sobre todo una actividad pública en constante conversación y con un control exhaustivo por parte de la comunidad ( científica). Supongo que , efectivamente, esta es una buena noticia. Fallan los individuos pero se sostiene el sistema. Ahora bien: ¿ es posible siempre un control completo de las investigaciones? Si éstas son tan caras y complejas, ¿no sucederá que de hecho sea imposible comprobar la verdad de una experiencia?. De hecho, en el caso de Hwang, han sido las denuncias de miembros de su equipo las que iniciaron el debate. De nuevo, un investigador celoso puede ser el desencadenante de la revelación de un mentira. Lo irracional funciona. La ciencia se tiñe de política y de religiosidad, de pasiones y debilidades.

Será así. Eso me gusta de la ciencia: es humana hasta en sus errores. Está teñida de impurezas - es decir, de humanidad. Lo sabe y busca medios para que esta contaminación, inevitable, cree pocas desgracias a los humanos y algunas ventajas.

sábado, 17 de diciembre de 2005

CIENCIA, TECNOLOGÍA Y PODER MILITAR

La ciencia y la tecnología son instrumentos de la expansión humana por el planeta, dos de los productos más destacados de la inteligencia y derivados privilegiados del proceso evolutivo de la especie. Por otro lado, leyendo la historia, comprobamos que la inteligencia humana ha creado la institución de la guerra (o la agresión de grupo) como mecanismo de resolución de problemas. Aunque suene extraño – y hasta inmoral – asociar guerra e inteligencia, no nos tiene que sorprender. La guerra ha sido y es uno de los despliegues más destacados de la inteligencia humana. Por ello, la ciencia y la tecnología han jugado siempre un papel muy destacado en ella. La historia de las armas son un episodio más de la historia de la técnica.

En esta bitácora (en la anotación del 5 de noviembre de 2005) ya hablamos de Arquímedes como ingeniero militar del siglo III a.C. El sistema de espejos que destruyó las naves enemigas puede considerase una auténtica arma de destrucción masiva. En la época moderna suele hablarse de Galileo o de Leonardo da Vinci como científicos que dedicaron muchos de sus esfuerzos a la tecnología militar. Los célebres dibujos de Leonardo, diseñando armas, acorazados o tanques son ejemplo de esta unión de ciencia, tecnología y poder militar.

El gran desarrollo de la ciencia y la tecnología en los siglos XIX y XX, el empuje de la revolución industrial ( o las revoluciones industriales) y la expansión colonial de Europa contribuyeron sin duda al auge y la profundización de la asociación del poder militar y la tecnociencia. En este sentido la Iª Guerra Mundial fue un toque de atención a los estados sobre la importancia estratégica de la ciencia y la tecnología en la futura historia de la guerra.



EL PROYECTO MANHATTAN

En la Segunda Guerra Mundial dos fueron los proyectos científico-tecnológicos estrella: la creación del radar y la construcción de la bomba atómica.

El radar (RAdio Detection And Ranging-detección y localización por radio ) desempeñó, en la estrategia militar del conflicto, un papel fundamental. Así se dice que si la bomba atómica terminó la guerra, el radar la ganó. Las inversiones norteamericanas en el RadLab (Radiation Laboratory) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (M.I.T.) dan noticia de la toma de conciencia de los políticos y militares respecto al poder de la ciencia y la tecnología. En 1943 se invertían poco más de un millón de dólares mensuales en el proyecto que agrupaba a más de 2000 trabajadores. Al final de la guerra el RadLab empleaba a 3.897 personas de las cuales 1.189 eran científicos y tenían un presupuesto anual de más de 80 millones de dólares.

El proyecto Manhattan es quizás el proyecto científico-militar más (tristemente) conocido de la historia de la ciencia. La construcción de las bombas atómicas que explosionarían en Japón en 1945 fue desarrollada en un tiempo record gracias a una inversión decidida por parte del gobierno americano y la colaboración de miles de científicos y técnicos al mando de Enrico Fermi y Leo Szilard. Aunque a veces se asocia este proyecto con la figura de Einstein, la verdad es que el padre de la teoría de la relatividad contribuyó casi exclusivamente con una célebre carta que envió al presidente Roossevelt apoyando el proyecto.



El 16 de julio de 1945, en las desiertas tierras de Nuevo México, cerca de Álamogordo, estalló la primera bomba atómica. Menos de un mes después, el 6 de agosto, un B-29 estadounidense - el Enola Gay - dejaría caer sobre Hiroshima a Little Boy, un artefacto nuclear de un 4.500 kilogramos de peso. Al final de 1945 habían perecido ya 145.000 personas. Cinco años más tarde, las víctimas de la explosión se elevaban a 200.000. El 9 de agosto fue lanzado sobre Nagassaki el segundo artefacto nuclear, Fat Man, una bomba de plutonio. Las víctimas, por un error en el lanzamiento, 70.000 personas.

El lanzamiento de las dos bombas atómicas finalizó la Segunda Guerra Mundial e inició la llamada Guerra Fría y la era del terror nuclear. Los efectos de la explosión nuclear y el horizonte de una destrucción de la humanidad se convirtieron en un tema recurrente.

TECNOCIENCIA MILITAR TRAS LA GUERRA MUNDIAL

El trágico fin de la guerra mundial no fue una traba en la fructífera asociación del poder militar y la tecnociencia. Un porcentaje importante del presupuesto de los estados – sobre todo los EE UU – fue destinado al I+D militar. En los Estados Unidos se crearon grandes instituciones de investigación científica con presupuesto militar(ver). Destaquemos la Oficina de Investigación Naval (ONR) y la NASA. Simultáneamente se propusieron diversos tratados de no proliferación de armas nucleares con resultados diversos o más bien pobres.

En España, el Ministerio de Defensa tiene sus propio organigrama de I+D militar (Ver Ministerio de Defensa ---- dirección general de armamento y material --- I+D. Ver también aquí).



La polémica sobre la energía nuclear, en sus usos militar y civil, pasó por diversas fases a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Hoy el conflicto entre la retórica pronuclear y antinuclear continúa (No vamos a detenernos más en este asunto. En cualquier caso, otros enlaces de interés pueden ser: Consejo de Seguridad Nuclear español; Sociedad Española de Medicina Nuclear).

En fin, las campañas favor de una investigación científica no militarizada, que se separe de la industria de la destrucción no han cesado. Las demandas de un control de las armas auspiciadas por diversas organizaciones no gubernamentales o las apuestas por una investigación para la paz, son un buen ejemplo.

La inteligencia creó la ciencia y la guerra y también el deseo de una ciencia sin la guerra. Quizás algún día pueda completarse el sueño del matemático Niccolò Fontana Tartaglia (1499-1557) que en una de sus obras nos relata:

Un día, meditando sobre mí mismo, me pareció que era un poco censurable,
vergonzoso e inhumano y merecedor de castigos ante Dios y los hombres, aspirar a la perfección en un arte peligroso para nuestros vecinos y destructivo de la
raza humana .(...) En consecuencia, no sólo desprecié el estudio de esos
asuntos, sino que incluso destruí y quemé cuanto
había escrito

jueves, 8 de diciembre de 2005

LA MEDICINA: LA DIGNIFICACIÓN DEL CUERPO A TRAVÉS DE SU CONVERSIÓN EN COSA


La medicina no es una ciencia más en el conjunto de los saberes. Tiene algo que hace de ella un espacio único. Ese “algo” es nosotros mismos. De la medicina somos sujetos y objetos: nos cosifica – al tratarnos técnicamente, como trozos de carne y sangre, bilis y flema – tanto como nos da dignidad al recuperarnos para la vida.

La historia de la medicina, por lo mismo, tiene un interés especial . Narra la imagen del hombre en su esplendor y en su precariedad. El arte siempre se ha ocupado del cuerpo humano para mostrarnos su belleza o su miseria. La medicina también nos ofrece imágenes del hombre. Aquí no vamos a referirnos a los polémicos trabajos del artista contemporáneo Gunther von Hagens (¿es arte ese conjunto de cadáveres diseccionados y plastificados?), sino a los inicios de la época moderna, a la increíble obra de Andrea Vesalio. En su trabajo sobre la anatomía humana el arte y la ciencia se combinan en una armonía pocas veces lograda.

Vesalio muestra en sus dibujos anatómicos la nueva actitud ante el cuerpo y la realidad humana que define la modernidad. Este interés por la descripción objetiva y la consideración del cuerpo como espacio de estudio y no mera cárcel ( o templo sagrado) del alma facilita el trabajo de constitución de la medicina científica. Vesalio tuvo problemas con los tribunales religiosos tras la publicación de su obra De corporis humani fabrica libri septem. Y es que la obra de Vesalio muestra la realidad material humana de una manera directa y, paradoja, descarnada: somos piezas anatómicas insertadas, un puzzle quizás complejo pero no por ello menos reducible a vísceras, tejidos y osamenta. La medicina nos materializa y convierte en cosas pero sólo así nos devuelve la esperanza de un poco más de vida, de salud, de placer..... y nos desvela la belleza del cuerpo y los procesos vitales en situaciones que jamás se esperaría.

El cuadro de Rembrandt Lección de anatomía del doctor Tulp (1632) es en este sentido ejemplar para comprender el nuevo marco de medicina en la época moderna. Sin tapujos se nos ofrece la disección de un cadáver (al parecer un reo ejecutado) con pretensión estética y publicista – los hombres retratados (especialmente el doctor Tulp, con sombrero) muestran orgullosos sus talentos como exigiendo su cuota de prestigio en la sociedad. En 1632 el método empírico, la revolución científica se está moviendo.

En cualquier caso, si la historia de la medicina te resulta curiosa, puede navegar por las siguientes páginas. En historiadelamedina.org encontrarás una selección de enlaces diversos . También encuentras más historia aquí, gracias a una universidad de Chile. Sin querer olvidarnos del gran Hipócrates, pero centrándonos en la renovación que se produce en la medicna del siglo XIX, puedes ver un artículo sobre el vitalismo como proyecto médico alternativo al fisiologismo triunfante, sobre las infecciones y los anestesiantes También puedes visitar el Museo Vasco de Historia de la Medicina.

Más que nunca, salud para todos.