martes, 31 de octubre de 2006

LAS ALEGRÍAS DE ORWELL O CÓMO LA ESCUELA NOS ENSEÑA A ODIAR LAS CIENCIAS(Y LAS LETRAS, NO SE CONFUNDAN)


No será la primera vez que George Orwell sea mencionado en estos lugares. Sencillamente porque nos gusta. Así fueron aquellas alegrías es el amargo título que el autor de 1984 puso a un pequeño texto autobiográfico en el que nos narra sus primeros años como estudiante en un colegio británico, el Saint Cyprian. La escritura orwelliana – clara, sin artificiosidad innecesaria y precisa ironía – está llena de jugosas anécdotas que describen un lugar y una época (los años de la Iª Guerra Mundial). Veamos, como ejemplo, la visión que del estudio de la naturaleza – ¡ la práctica científica del niño! – le quisieron inculcar en el colegio

“¡Ah, qué alegrías aquellas expediciones tan infrecuentes! El viaje de dos o tres millas en una tren de cercanías, por la tarde cargar con grandes redes verdes, la belleza de las enormes libélulas que se posaban sobre la hierba (...)
“Flip (la profesora del niño Orwell), y era muy característico de ella, no aprobaba esas excursiones aunque no las prohibía -- ¿Y estuviste cogiendo
mariposas? – decía con una mueca malintencionada cuando yo regresaba y ponía una voz lo más infantil posible. Desde su punto de vista la historia natural(probablemente la llamaría “cazar bichitos”) era una afición infantil de la que debería ser uno desanimado lo ante posible. Además se trataba de algo en cierto modo plebeyo, tradicionalmente relacionado con chiquillos que llevaban gafas y malos en los deportes; no le ayudaba a uno a aprobar los exámenes y sobre todo olía a ciencia y por lo tanto era perjudicial para la educación clásica”.


La enseñanza no está nunca lejos del odio al saber, en general, y de la cienciofobia (sic?) en particular. La escuela es la madre de la fobiosofía tanto como de la filosofía Del propio Aristóteles suele afirmarse que provocaba recelos entre sus colegas de la Academia por su predisposición naturalista. También se apunta que nada ha generado tanto odio a la lectura como la obligatoriedad en mala edad de El Quijote. De la propia experiencia particular de cada uno cabe rescatar situaciones y encuentros dentro de la escuela que han creado antipatía patológica hacia aspectos del saber que, vistos con sobria distancia, no merecen el desprecio.

He aquí una hipótesis: el proceso mismo de la enseñanza genera un sistema de fobias y filias que afectan a elementos igualmente valiosos, siendo que las primeras subrayan y refuerzan las segundas. La mejor pedagogía genera efectos perversos. La peor da lugar a la dislocación completa de la vida social (y espiritual). Pudiera ser que la escuela de Orwell estuviese tan empeñada en afianzar la disciplina y la lucha de clases que generó en su seno una emoción de odio hacia la investigación, la inteligencia y el conocimiento. La luz tiene el precio de la ceguera.

La pregunta, hoy, quizá deba ser cuál es el sistema de amores y odios que estamos generando con nuestra práctica docente. O de otro modo: qué elemento valioso estamos sacrificando en nombre de algo igualmente valioso(¡quién lo niega!). Alguien puede alegar que en la moderna escuela estos elementos negadores – castradores diríamos al modo freudiano- han dejado de existir. Personas bien intencionadas estrujan sus neuronas para ofrecernos decálogos del buen profesor y programas de habilidades comunicativas-pedagógicas(ver aquí y aquí ) que imposibilitan cualquier maldad. Fuera bromas: asumo con gratuitud el esfuerzo. En cualquier caso, si mantuviera mi hipótesis , me encontraría con el problema de identificar lo subrayado y lo negado --- ¿matamos a la memoria en nombre de la imaginación o al espíritu crítico con la corrección política o a la investigación con la especialización o la inteligencia de nuestros niños con nuestro discurso inteligente? Creo que la cosa está por definir. Y yo no soy tan listo como para desentrañar el secreto.

martes, 17 de octubre de 2006

MUJER, CIENCIA Y MATEMÁTICAS


En la última anotación hablábamos de la imagen de la mujer – esa mezcla de erotismo y muerte – en la iconografía de finales del siglo XIX y en la expresión de la actitud crítica ( o negativa) frente a la ciencia, viendo en la película Metrópolis un ejemplo de las mismas. Hoy vamos a seguir hablando del sexo opuesto (al del varón, claro).

Leíamos hace unos días en El País un artículo titulado “las matemáticas y el sexo”. Desde luego el título daba para la sonrisa y el interés morboso. Quizás eso era lo que la autora pretendía - ¿cómo si no llamar la atención sobre las matemáticas? – y por eso no escribió “las matemáticas y el género”, título más neutro . En cualquier caso en el artículo no se hablaba de las costumbres sexuales de matemáticos y matemáticas ni siquiera de los posibles usos de las matemáticas en la actividad más antigua del mundo (¿qué fue lo primero que hicieron Adán y Eva al ser presentados por el creador?¿Hablar de matemáticas quizás?). El tema era otro: ¿cuál es el peso de las mujeres en la práctica de la ciencia matemática?.

Comencemos por un dato impactante. Las mujeres son casi el 60 % de los nuevos licenciados en matemáticas en España .Desde luego las cosas están cambiando a una velocidad realmente increíble. Estos días se conmemora el 75 aniversario del voto femenino. Hace menos de un siglo era una opinión común que la mujer no estaba destinada al estudio – incluso grandes y perspicaces pensadores asociaban la mujer con un extraño componente irracional . Cuando las mujeres comenzaron a estudiar de forma “masiva” se asoció el talento femenino a las “letras” – el lenguaje y la historia, quizás el derecho, algo connatural , se decía, a la cultura femenina . La ciencia y la racionalidad matemática estaban destinadas para el talento con pene. Pues bien: parece que debe cambiarse el discurso si tenemos que en un área tan abstracta y racional como las matemáticas las mujeres dominan el “discurso de los hechos”.

Pero hay que seguir indagando en los datos. 6 de cada 10 licenciados son mujeres pero, además del ya reducido número de mujeres ocupando cátedras en la universidad (9 %) hay otros datos que rompen el optimismo. En el último Congreso Internacional De Matemáticas celebrado en Madrid el pasado verano uno de cada cuatro asistentes era mujer pero sólo lo era una de cada 20 conferenciantes. Por otro lado en el Programa Ramón y Cajal – encargado de fomentar la investigación de alto nivel en España – el 30 % de los beneficiados eran mujeres pero en el campo de la investigación matemática sólo había un 16,6 % de mujeres cajales.

¿Cómo podemos explicar esta situación?

Algunos consideran que hay que aceptar que si las mujeres no están en la cima del poder matemático es porque no son lo suficientemente buenas.¿Por qué no lo son? Bien aquí podríamos aludir al ya viejo tópico de que “ no pueden ser mejores” por algún elemento de su naturaleza(¡!!!) o interrogarnos por las circunstancias vitales de la mujer que impiden su desarrollo profesional.

En esta línea hay algunos estudios de sociología de la ciencia que hablan de una discriminación real de las mujeres. En efecto, se dice, la mayor parte de los seleccionadores son hombres y tienden a escoger a otros hombres para los puestos relevantes. Por otro lado, otras personas tienden a valorar otros aspectos relativos a la tradición cultural :la mujer está presionada por la maternidad y la exigencia del cuidado de los hijos, tiene más dificultades de movilidad por razones familiares .... Estas presiones llevan a que la madurez investigadora de la mujer sea más tardía – pasado los 40 años, dado que ha tenido que cumplir con sus “deberes procreadores” – y el sistema universitario e investigador discrimina a los candidatos cuando han pasado de la cuarentena. En fin son muchos los que creen que la cultura masculina es más competitiva - “los hombres son más de dar codazos y emplean la apisonadora”.

Parece, concluyendo, que el avance de la mujer en el campo de la ciencia en general y de la matemática en particular ha sido muy relevante – siendo que la descripción de la mujer como menos racional que el hombre o la idea de que las chicas son más trabajadoras que los chicos pero menos listas debe ser desechada para siempre .

Ahora bien: hay obstáculos que deberán ser solventados. La sociedad no puede perder a algunos de sus mejores talentos por prejuicios y comportamientos relacionados con el papel social de mujeres y hombres poco útiles para nuestros días..

jueves, 5 de octubre de 2006

SOBRE "METRÓPOLIS". DE MUJER, PERVERSIÓN Y TÉCNICA.

Volvemos a ver Metrópolis, la obra maestra de Fritz Lang. En realidad soy yo quien repite pues el resto de los asistentes a la proyección se enfrentaban a los avatares de Maria y Freder por vez primera. Espero que algo de la belleza antigua - tan moderna - quede en la cabeza de todos.

En todo caso ya he hablado aquí de la película en otra fecha – ver 3 de octubre de 2005 - . Hoy quisiera referirme sólo a una aspecto: la asociación de la mujer con la tecnología en su aspecto más destructivo.


Esta ligazón de mujer y apocalipsis tecnocientífico no es nueva. Desde luego fue Eva la primera en ser engatusada por el árbol de la ciencia. También Pandora asocia el fuego robado por Prometeo con el origen de todos los males. Sin embargo en las postrimerías del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX la imagen de la mujer unida a la destrucción – del varón y, por extensión, de la sociedad – se convierte en un tópico del arte y la literatura.

Bram Dijkstra publicó hace algunos años un libro interesante: Ídolos de perversidad.La imagen de la mujer en la cultura de fin de siglo. En esta obra el crítico recorre las diversas imágenes negativas de la mujer que afloran en la pintura y la literatura – desde la vampiro a la Salomé babilónica pasando por la Ofelia suicida, todas de un modo u otro mujeres fatales – coincidentes en desvelarnos la unión íntima de lo femenino con lo irracional, el impulso erótico y de muerte, la destrucción y el peligro para el varón.



La Maria-Máquina de Metrópolis responde a ese esquema y en escenas memorables vemos a la mujer desmontando con su lujuriosa danza la vida ordenada de los buenos burgueses para más tarde incitar al odio salvaje a las masas proletarias. Recordemos el espectáculo de cabaret , esa escena tórrida de baile a medio camino de la Salomé ejecutora de San Juan Bautista y Josephine Backer, la bailarina norteamericana (¡mujer y negra!) que arrasa el París de los años veinte.



La mujer, en el inicio del siglo XX se presenta en posiciones cada vez más insinuantes para gozo del hombre blanco (y heterosexual) pero a la vez se nubla con el paño de todos los pecados, como si los hombres arrastrados por su lujuria – lujuria de ellos – proyectaran la mala conciencia en el cuerpo desnudo de la mujer que, finalmente, sería condenada a la mayor de las violencias.

La técnica es mujer y mala. La otra, la Maria “buena”, madre de todos los niños, anuncia a un mediador pero ella, claro, no puede ser tal: es un hombre, Freder, el que lidera la esperada alianza de técnica y ética, explotadores y obreros. Su papel es subordinado.

A veces fue mujer también la sabiduría, cosa de hombres hasta hace bien poco, y la ciencia fue entonces perseguida por la fe, también ella mujer pero casta. Recordemos como símbolo de esta persecución de la mujer-ciencia el caso de Hypatía la gran matemática, astrónoma y filósofa del siglo IV asesinada y descuartizada por los fanáticos cristianos.