miércoles, 27 de octubre de 2010

ESPACIO DE VACÍO (EL GATITO SIN ROSTRO)- I

René Magritte: la Gran Guerra (1964)

1.- Hay heridas que dolieron tanto que sus agujas siguen hoy inyectándonos dosis peligrosísimas de esperanza en ese futuro en el que cesará el dolor.

1.1. Cree la nada en la resurrección porque a diario se entregan a ella emociones, ideas y almas fúnebres (y hasta enteras ciudades felices).

Resucita la oquedad.

1.1.1. No es la nada una cabeza sin rostro como la que cuentan que muestra el gatito marramiau (véase otro día).


2.- "... se demora en el objeto, que por definición, ausente el sujeto que lo interpreta, contempla y evalúa, no es nada (esto es, es algo resonante materialmente, pero carente de significado)..."
(Ricardo Menéndez Salmón: La luz es más antigua que el amor)


3.- "Si amas la libertad, no reveles que mi rostro es la prisión del amor..."(Leonardo da Vinci)


3.1. Mi sonrisa es cifra de derrota y debilidad. Debo de ser muy alegre porque sonrío - dicen. Los humanos son ciegos (gracias a dios) y yo soy tan humano que.... en fin, me da por sonreír.

3.1.1. Mi sonrisa me define en el fracaso de la sinceridad y la ligereza de la máscara.

3.2. Por dentro no sonrío tanto. Sonrío por - dentro-pero-no- tanto ante las cosas y sus brillos. Me gustan las cosas y por eso apuesto por la (mi) vida. En cierto sentido, vivo por todo lo inanimado que me rodea llenito de luz.

3.2.1. A veces sonrío(por dentro) a las personas. No sé si en esos casos las cosifico (y eso está mal según el credo existencialista tanto como es trágicamente inevitable). Cuando sonrío por dentro a las personas las cosifico, es decir, las convierto en fuente de luz.

3.2.1.1. No estoy de acuerdo con la idea de Bocanegra - Menéndez Salmón sobre la conversión del amor en acento circunflejo de lo humano. Amo a las cosas y ellas me aman. Nuestra relación es seria (aunque no matrimonial) y no nos unimos sólo por concupiscencia luminiscente. La luz es más antigua que el amor pero por cuestión de minutos (como los gemelos).

El amor brota del choque de la luz con las cosas. Es su calor, la extraña vibración, el casi instantáneo reflejo.

3.2.3 No soy capaz de decir bobadas ni animar con suspicacias el chispeante mundo de la sociabilidad. Soy como un lobo que ríe. Río porque, quizás, nací sin dientes para morder. Los humanos son los dientes de una bestia que sólo al trasluz distingo y del que me hablan las cosas en susurros. La luz circuncida a la bestia. Nada de maniqueísmo.

Hay una fiera que habla y provoca mi sonrisa(exterior).


3.3. Como los grandes depresivos sonrío mucho. Pero no soy gran depresivo porque me salvan las cosas, a las que sonrío mientras los demás me ven mirando serio.

3.3.1. Algunas personas - sobre todo mujeres - se acercan a mi lado porque dicen que les tranquilizo. Absorbo sus tensiones con mi sonrisa gilipollas. Por eso soy un tipo majo, al que se quiere al modo perro (y diría que lo hacen sinceramente si tal cosa fuese posible). Sin embargo creo que son capaces de ver mi debilidad de lobo desdentado y, simplemente, se aprovechan de ella. Aprovecharse de la debilidad es muy humano; no lo condeno. Soy un osito, un niño, una nada que se puede mandar a la cama cuando llegan los mayores. Me gusta perversamente.

No odio a los humanos. Prefiero las cosas, eso es todo. Prefiero esa nada que para Menéndez-Salmón es algo resonante materialmente, pero carente de significado .

Algo resuena carente de significado...

lunes, 25 de octubre de 2010

ESPACIOS DEMOCRÁTICOS


Exit through the gift shop.

Dice la leyenda que en los albores del siglo XXI los grandes Centros Comerciales - incluida toda la mercadería del espíritu (museos, exposiciones, recitales y conciertos) - fueron considerados por las masas y sus élites como nuevos templos de una religiosidad diluida en gelatina de vainilla. Sin embargo, llamó la atención de Bicéfala que, según recordaba de los cromos de su infancia, en las antiguas iglesias la pila bautismal se ubicaba a la entrada del templo mientras que en los Centros Comerciales del presente la conversión al círculo de los elegidos a través del pago en caja de los lácteos y embutidos tiene lugar al final, a la salida. ¿Es irrelevante el cambio? En el templo religioso, el compromiso con el sistema de las creencia tenía lugar antes de recibir los dones, cuando aún la participación plena en el sacrificio del dios y su deglución era sólo promesa. La fe anticipaba, con toda su carga de sin razón, violencia y voluntad, el simulacro de la transustanciación que era recibido como premio a un esfuerzo de locura. En el Centro Comercial, por el contrario, nos comemos a los dioses-objetos y, más tarde, entramos en la comunidad de los elegidos a través del paso por caja. Todo de forma racional y sin posibilidad de frustración porque la transustanciación de nuestra alma en consumidores satisfechos ya se ha producido cuando elegimos el objeto del estante. Pagamos por lo ya hecho como quien paga a Babilonia después de la fornicación babélica.

Sólo se paga si se compra y en la medida en que se compra. Sin desproporción.

Parece que los museos y grandes salas de exposiciones están empezando a colocar la tienda de souvenires en el final de trayecto. Podríamos pensar - para un futuro no muy lejano - en un pago por visión de las obras en el que, de un modo racional y respetando los derechos de la ciudadanía, sólo nos comprometiéramos económicamente con la comunidad de visitantes si lo visto nos ha conmovido. Así, por ejemplo, en la exposición miramos el cuadro y, al final, compramos el catálogo como confirmando la habilidad del curator. O una estampita o corbata estampada. De extenderse la práctica, la recepción del objeto artístico perdería ese aura de entrega estúpida a un capricho y desproporción que todavía podemos encontrar cuando se percibe al visitante forzándose a la comprenisón del fenómeno artístico porque está en el canon y debe sublimarnos o no está en el canon y, aceptando su provocación trans-post- retro- vanguardista, nos empeñamos en aceptar su ruptura, novedad y da-que-pensar-aunque-no-sé-en qué.

Que se bautice y comprometa sin catar la experiencia la prima Rita. Democraticemos el conciliábulo. Sólo es arte si me pone.




Cabe suponer que todo significa algo.

martes, 19 de octubre de 2010

ILUMINACIONES. TRAICIÓN RIMA CON DECEPCIÓN ( Exit Through the Gift Shop, Banksy dixit)

Francoise Mori (A P)

"... una jovencísima y guapísima estudiante francesa sobresale entre la multitud con el puño en alto y el gesto decidido. Va con una sudadera verde, una bufanda marrón -que son unos colores muy militares- y un poco despeinada, con ese aire cuidadosamente descuidado que tanto nos gusta de las mujeres del país vecino. Perfecta para hacer la revolución en la temporada otoño-invierno de 2010 (El País, 19 de octubre, blog Trending Topics)

Banksy en Gaza


"No creo que el arte sea nada especial, es simplemente una parte más de la industria del entretenimiento"(...) " No se si es posible ser un artista político, el arte requiere tanto ego y egoísmo, que, finalmente, se convierte en una carrera que a los que realmente atrae es a los gilipollas" (Banksy)





Lo que esconden los Simpson


"Si un llamado artista se vuelve capaz de actuar como una factoría, entonces ya no hay nada más que salvar. Nos han pasado por la picadora (....) Creo que las denuncias no sirven cuando emulan aquello mismo que critican. Es decir: denuncian aquello mismo que producen, reproduciéndolo ¡flipante! El sistema es así de perverso". (RAB// comentarios a la anterior nota)

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El sistema - entendido como aquello contra lo que luchan esos entes que se denominan antisistema - es un haz de fuerzas que nadie controla y todos describen. Los sobrino-nietos de los bichillos que salieron de la caja de Pandora y brotaron del suelo del Gólgota .

El sistema es el orden de la amistad y del amor, el paisaje de nuestras torpes iniciativas de decir te quiero; la sala de espera del morir. La matriz de todas nuestras neuras y buenas intenciones. El lugar de trabajo. El lienzo del pensar; el grosor de los pinceles y el brillo de la tinta. La escuela, el hospital, la familia, la escritura en blog y la ingestión de CO2. Los talleres chinos y el dolor de espalda, las pipas de cerámica y los diamantes manchados de sangre. La concreción del dinero y la sublimación justificativa del desgarro del explotado. El Heroin de Lou Reed palpitando en el corazón de todos los nostágicos espectadores.

El sistema es la fantasía del orden y el orden de la fantasía. El sistema es siempre un despliegue de opciones de futuro que se ensombrecen desde nuestra pobre conciencia doliente.

Una pena que Dios se fuera de Paraíso y nos dejara con el sistema. Los ilustrados revolucionarios no comprendían la necesidad del lloro cuando erigieron al sistema como torito dorado en el desierto. Nosotros ya no somos ilustrados aunque lo disimulemos por el miedo a la estética del apocalipsis, que es lo que procede según mi visión y la de tantos otros. La joven revolucionaria de arriba colocando contenedores ardiendo en la puerta del Lycée no es el apocalipsis pero se parece como un dibujo animado a un homínido. Desde luego el sistema se come a la joven revolucionaria convirtiéndola en chica l´Oreal con manzanita en la boca. Lo hace sin rencor, por acumular más teas en la hoguera de un futuro asalto a la razón.

El sistema es fuego heraclitiano y, desde otro sitio, hierático Ser parmenídeo. Y agua y tierra y aire. Tormenta, flujo de masas de aire caliente y frío. En el sistema hay unos poquitos que tiene el gusto mamporrero de ajustar el órgano fonador en la grupa erosionada de los muchos. Esos poquitos, más allá del amor cristiano y los derechos de propiedad recogidos por notarios con bigote, supongo que no pueden presentar cartas de triunfo en la noche del apocalipsis, cuando los muchos sueñan con la sangre y la convulsión de la navaja. El hambre y la injusticia anulan toda moralidad y queman legajos. En el apocalipsis la estética se coloca por delante de la ética. Y el arte demuestra que no ha muerto sino que siempre gana. Por eso los que tememos el apocalipsis creemos que es mejor seguir dando a los muchos con la miseria en la cabeza. Nos puede el miedo a la estética. Y nos creemos éticos por ser miedosos.

Estar a este juego es estar en política.

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El sistema devora todo aquello que nace a su sombra y con la cara esquinada. Al sistema le gusta los tipos con mal humor y los payasos simpáticos. Usurpación dialéctica o apropiación indebida. El trabajo de lo negativo. La joven revolucionaria del Lycée y la pared de Gaza de Banksy y el humor corrosivo de los dibujos amarillos . Imágenes todas de excitabilidad sistémica en la era de la reproductividad técnica. La pérdida del aura y la ganancia de ... ¿cuál era la ganancia?.

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Medito desde el ego trip porque no me meto en política ni acepto ser hermano del apocalipsis. Medito en la cobardía y toda la bicefalia es miedo y vergüenza de niño tonto. Medito con la tripa al aire y las manos entre las piernas. Por pasar el rato, para descargar la mala hostia, para despejarme la frente, para vengar unas cuantas afrentas mientras comienza el telediario y sentirme ese ser tan especial que ella estaba esperando y que se derrite en el tedio entre comida y comida, sueño y cabezada; medito para jugar a las escondidas, para que RAB// o el Pájaro o Serenus o Stalker o el Anónimo Veneciano me hagan sentir que el amor es muy bonito. Para perder tiempos ahora y en la hora de nuestra muerte; para rezar y excitarme o salir del paso o al paso o a contra del paso; para ver imágenes de otros atrapadas en mis ficciones, cerrar la puerta y abrir la ventana, despejar las nubes de cielo abierto o escupir borrascas...

Medito porque ego, ergo ego.

Medito porque sé que nadie lo lee y eso me hace especial (sólo yo leo que escribo, aristócrata de mí).

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Soy un mameluco destripado en las calles de Madrid.

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Me gusta que me cuenten que el arte ha llegado a su fin, que el hombre-factoría sólo genera reiteraciones y no anuncia el buen tiempo. Retozo en el engaño de las imágenes y de las tomaduras de pelo del arte que se dice muerto como las calaveras de Hirst.

Me excita que me decepcionen después de iluminarme con fuegos de artificio y cristales de colores. Soy como el indio bobo que vendió la Pachamama al primo del crucificado. En realidad no sé si me gusta la decepción o simplemente me he casado con ella por compromiso. Pero como está ahí prefiero que se ocupe en algo productivo como la intendencia de mi excitabilidad.

Soy un obsesivo que se corta con cuchillas.

Ni siquiera sé si los enunciados "Estas cosas me decepcionan, chico" o "la vida es decepcionante" o "Cómo me han decepcionado mis hijos, Luis" son fórmulas bien formadas y con algún tipo de sentido. Decepción es la sombra de la espera y su anuncio bajo la forma de ojos tristes y retinas llorosas sólo anuncia la candidez de nuevas esperanzas ( como todo el caso Gregorio Samsa culmina con la metamorfosis de la hermana en una lozana jovencita llena de ilusiones y aura de esperanza para los padres).

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Iluminación, traición, decepción. Secuencia inevitable con la que debe contar el jinete. No hay iluminaciones - aunque sean las míseras chispitas con las que yo me conformo - sin abrir el corazón a las cuchilladas de la traición (como la madre del Cristo nos anuncia).

Y sigo oyendo mis pasos en las pipas de Ai Weiwei como la verdad de todo un simulacro.

viernes, 15 de octubre de 2010

Sunflower Seeds invites us to look more closely at the ‘Made in China’ phenomenon

The Unilever Series: Ai Weiwei
Sunflower Seeds 2010
Photocredit: Tate Photography
© Ai Weiwei

cien millones de pipas de porcelana pintadas a mano una por una auténtica paciencia de chinos

1.000 metros cuadrados

10 centímetros de espesor

150 toneladas.

1.600 artesanos de la ciudad de Jingdezhen & Ai Weiwei

"Aunque la porcelana es muy robusta, la entusiasta interacción de los visitantes ha provocado un nivel más elevado de polvo de lo esperado en la sala de las turbinas", señaló la Tate en un comunicado en el que apuntan que ya han sido avisados de que "la repetida inhalación de este polvo durante un tiempo prolongado puede ser perjudicial para la salud".

"Como consecuencia de ello, la Tate, tras consultar con el artista, ha decidido no permitir a los visitantes caminar a través de la escultura"






cien millones de pipas y el sonido del vídeo para los que no podemos ir a la tate a pisar cien millones de pipas. entrar en la escultura. entrar en el espacio conceptual descalzos y dispuestos a sufrir la crueldad de cien millones de pipas que nos miran sin fruto. cien millones de obras de arte por obra y gracia de la tate. habla el arte. habla ai weiwei. hablan cien millones de pipas. la voz de máquinas y de mujeres y de muchachas chinas en la ciudad de jingdezhen. la ciudad de la porcelana edificada en el imaginario bicéfalo por cien millones de pipas que paren cien millones de estructuras posibles, cien millones de estados de ánimo para cien millones de visitantes intoxicados. y el rastrillo extiende los cien millones de pipas como cien millones de palabras para decir te quiero o no es justo o váyase a tomar por culo o lo siento o qué pena que todo termine así o buenos días o, simplemente, no. cien millones de palabras escritas y pronunciadas a mano en la superficie de un grano de arroz, en un palillo, en el centro de una lenteja, en el primer instante de la mañana.




fluye el barro blanquecino como la saliva de un volcán que espera la muerte de su atardecer rojo en la ciudad de la cerámica. el presidente mao anuncia mil flores y mil primaveras en chapitas para turistas mientras yo miro a las mujeres chinas irremediablemente enamorado de su trabajo y de su rostro y de sus piernas cruzadas de modo inverosímil. sus tacones dorados. me imagino con ellas en el karaoke. me imagino mujer. me imagino amante. me imagino ai wei wei.

aquí estoy, pintando millones de pipas. negro en el almirez. negro sobre blanco caolín. blanco espasmo y espectro. blanco barro de cerámica milenaria en la era postindustrial que llega a la city londinense disfrazado de cien millones de pipas que hacen irrespirables e inútiles mis cien millones de estados emocionales. no soy relevante en mis cuitas. soy una pipa que se cierra en sí, una entre cien millones. me siento pintado a mano.

fluye el barro en los moldes y se desechan las pipas defectuosas. blanco caolín y polvo de grisalla para obstruir el pulmón de la city





llueve en la ciudad de jingdezhen y la niña no puede salir a la calle.

la mano de la mujer vieja pinta la pipa

y luego nos enfrentamos al horno mientras ai wei wei nos habla de la política en china. fuego blanco amarillo rojizo en cuadriculas que se nos abren mostrando punto por punto el lado opuesto, el doble de sedición de un cuadro de Rothko. una extraña esperanza me invade al ver abrirse un horno industrial en la ciudad de jingdezhen. la cocción de las piezas.

he comprendido que el mundo ha girado hacia oriente. lo he visto en la niña que jugaba en el portalón porque llovía. en el taller. en la cajas que contienen cien millones de pipas pintadas a mano por artesanas chinas a la increíble velocidad de 2, 8 segundos/pipa (cálculo estimativo)

no necesito a dios si tengo a diez mil obreros pintando pipas de girasol en simulacro de porcelana.





el arte ha embestido al concepto.

qué se esconde tras el made in china.

artesanía x globalización = tate : intoxicación

cerrar una escultura por el riesgo de intoxicación. la causa médica enmascara la vergüenza del trabajo alienado de cien millones de manos. la causa médica como fuerza que desploma la escultura, la intervención última. la decadencia de occidente. se cerró el juego sin dar explicaciones.

el arte pierde por muerte. gana la antropología y los ensueños de mi cerebro cubierto de opio. mujeres de china. obreras. limpiadoras que barren los suelos llenos de pipas.



qué trivialidad las pipas. cuántas tardes de invierno rascando su cáscara para, eficazmente y sin pausa, devorar el pequeño fruto. comíamos pipas según el modelo de producción chino. anticipándonos al futuro. deprisa deprisa. las pipas no se acaban. las pipas enganchan y anulan la conversación. el crujir de las pipas como la voz de la comunidad que se refugiaba los domingo de lluvia en los soportales.

las pipas de ai weiwei no se parten. no esconden fruto. son productos únicos de la milenaria industria china. cien millones de obras de arte. iniciando la subasta, una pipa para cada uno-que nadie se queje de que el arte no es ya de masas, no es ya democrático, no es ya lo que está a la mano. renta universal en forma de pipa-arte. pipa a la mano sin semilla. sin el sabor suave del fruto después de la pelada. el arte es frío siempre si no le calienta mi mirada. los artistas producen frío. sin mis ojos queda el frío de la semilla que no llega.

sólo el ruido de cien milones de pipas de cerámica.

y el polvo que contamina y genera EPOC

martes, 12 de octubre de 2010

De bestiarios

Leonardo da Vinci: Códice del vuelo de los pájaros


"Se ha escrito del milano que cuando ve que sus crías comienzan a engordar demasiado en su nido picotea sus costillas llevado por la envidia y se niega a alimentarlas"(Leonardo da Vinci)


"La cercanía de las palabras es poética, su separación como aparato técnico, como lenguaje, es literatura" (Félix de Azúa: Autobiografía sin vida)

"En esos momentos, serenos instantes en los que una palmada en el lomo de un amigo equivale a gritar un rotundo SÍ dirigido a la tierra cuyos minerales y vegetales están llamando con canto de sirena a los míos, me digo que por fortuna todo instante en la tierra es eterno, a pesar de nuestros esfuerzos de los últimos treinta mil años por darles una consistencia a la medida de nuestra temporalidad. Son eternos y lo seguirán siendo, siempre que no me dé por inmortalizarlos" (Félix de Azúa: Autobiografía sin vida)

Leonardo: Codex Atlanticus

Creo que se me da mejor mirar que actuar. No nací para soldado. Ni para Don Juan. Quizás tampoco para ser tutor ni maestro de escuela que muta almas en espíritu de su época. Por eso camino por ahí en clave de intermitencia, desvaneciéndome de vez en cuando, dejando que los aires y las fuerzas de las cosas me hinchen a su capricho y simule vuelo o consistencia de adulto, simulacro de hombre de acción demediado.

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En un hospital podemos ver la serie completa de las actuaciones humanas. En este sentido, es mejor campo de operaciones que, por ejemplo, una escuel, para dibujar en cuaderno leonardino apuntes de mirador ético y estético. Y allí vemos la piedad y la crueldad emergiendo a borbotones en unos mismos ojos. Y en aquel curioso nido, como el milano, los humanos se complacen en picotear el costado de sus crias y de aquellas carnalidades que hasta hace un segundo cuidaban poniendo en riesgo su propia vida, extramuros de toda prudencia.

Nacen la envidia y su cuerpo de ejército en la beneficencia del que dice sí a la entrega amorosa, al espectáculo de la sangre que cuida de la sangre, las heces que limpian las heces, el sudor morboso que habitamos poéticamente (amorosamente). Génesis en lo opuesto, autotraición o culminación. Rareza o misterio o lascosassonasí.

Nace la envida en el amor como la literatura en el pálpito poético. Lo inevitable y terrible. Quizás la poética del silencio sea esa hija de la envidia que, dicen, tanto gusta a los filósofos: la soberbia.

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La madre de Blancanieves picotea el pecho naciente y duro de su hijita, tornándola hijastra, zorra de los bosques, malvada calienta hielos... Deja ella de alimentarla, como el milano, como aquél que movido por no sé queímpetus entra en la borrachera del que quiere traducir el pálpito poético en tecnología literaria. O en color y forma o edificio o sinfonía... O ese otro que hace cálculo y cuenta, después de la entrega, sobre su tarea amorosa de cuidado:

- "¿Cuánto me pierdo - me he perdido - en los años del cuidado para que ella pueda no perderse?" - medita en la envida la madrastra.

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Miro. Escucho a Mozart (Così fan tutte o así hacen todas). Leo a Azúa y sobre Leonardo. Escribo como quien, en medio del bosque, escupe al vacío suponiendo que el viento llevará el esputo a alguna mejilla que repose en el valle (o lanza un beso al aire inaugurando así amistad). Me sigue intrigando la esencia de la amistad y el borbotón de la poética rozadura con las cosas y el tránsito extraño del milano de cuidador a malvado envidioso, del espíritu lírico al mecánico. Me gusta mirar más que actuar. No soy soldado ni Don Juan. Muerdo los labios que me besan. Extravagante sacrificio con el que convivo. Como todos. Como Tú.





Ah, questo core a ragione condanni
o giusto amore! Io ardo
e l’ardor mio non è più effetto di un amor virtuoso;
è smania, affanno, rimorso,
pentimento, leggerezza,
e tradimento!

¡Ah! Este corazón, con razón, me condena...
¡Oh, justo Amor!
Esta pasión mía no es ya el efecto
de un amor virtuoso;
¡es ansiedad, deseo, remordimiento
perfidia arrepentimiento, ligereza, perfidia
y traición!

jueves, 7 de octubre de 2010

Confianza

Leonardo: San Juan Bautista (1513-6)

"Gian Giacomo Caprotti da Oreno, llamado «il Salaino» (« el diablillo ») o Salai, fue descrito por Giorgio Vasari como «un simpático y bello jovencito de cabellos finos y ensortijados, que encantaba a Leonardo». Salai entró al servicio de Leonardo en 1490 a la edad de 10 años. Su relación no fue fácil. Un año más tarde, Leonardo hizo una lista de las faltas del joven, y lo calificó de «ladrón», «mentiroso», «obstinado» y de «glotón». El «pequeño diablo» había robado dinero y objetos de valor en al menos cinco ocasiones, y había dilapidado una fortuna en ropa, llegando a comprar veinticinco pares de zapatos. Sin embargo, las anotaciones de Leonardo de los primeros años de su relación con el joven contienen numerosas imágenes del adolescente. Salai fue su oficial, sirviente y asistente durante los treinta años siguientes".(Wikipedia)

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Confiar. Extraño artefacto ético.

¿Confiaríamos en il Salaino, vestido incluso al modo de San Juan Penitente y Depurador, transmutada su sonrisa por la trampa (técnica) de Leonardo, la vaporosa veladura, la sensación de instante eterno que nace del sutil borrado? ¿Confió Leonardo en el pequeño ladronzuelo, en ese diablillo de rizos pasolinianos, lujo de callejuela, dedo que marca camino incierto, sospecha de condena, riesgo, peligro, salvación, éxtasis de la mirada y mil dibujos en el cuaderno de las perplejidades; amistad, amor, ética y estética?

Confiar ("hay confianza" - decía).

La confianza es asiento invisible de la conversación (¡Y sólo hay conversación!). Amor y amistad trenzan sus complejidades en la nebulosa de la confianza. La confianza es anterior a la sospecha. Es vapor y atmósfera de la mirada. Aire ligeramente perfumado sin restos de afeites ni polvos asiáticos. Sólo la ligereza de las cosas que destensa los hombros en el hablar.

La confianza, si se nombra, ¿no crispa ya su ruptura futura? Sin embargo, la amistad y el amor exigen su reconocimiento y celebración. Señalamos con el dedo del Bautista su presencia ("Sagrado Corazón de Jesús ¡en vos confío!"; etcétera). Y la atmósfera se quiebra en ese decir que hay confianza, mostrando la evidencia de que todas las palabras son rematadamente estúpidas, estrábicas, ajenas a izquierda y derecha, puro trompicón de sentidos e intenciones. No saber decir y no saber callar es el sino de la palabra.

Querer mostrar a toda costa que hay confianza y, al hacerlo, mostrar la herida naciente, la quiebra. La confianza desgarrada por su propio decir ("Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón", etcétera). La confianza convertida en manta hecha de retales... los treinta años (¿?) de Salai "asistiendo" al maestro de Vinci convertidos en una colcha de colores y zurzidos. Lo que hay. Rasgar y zurzir. Mirar y anotar en el cuaderno, en el lienzo, en el silencio de la nada.

La confianza se intenta convertir en suave melancolía, respeto ético, civilización y mentira en el alma que trasnocha. Se intenta. Por eso mejor no pensarlo (mejor: no sentirlo). Traducir sin sentir la atmósfera de la confianza en civilización, ética, estética de canon...

La confianza, como todo perfume, hace dudar a la ética de su cometido. Embriaga, "estetiza" el orden de la conciencia, el sentido del deber y toda la comunidad de pactos (quid pro quo).

Y el universo descansa sobre esa columna nebulosa y perfumada que desprende la sonrisa del Bautista. Las estúpidas palabras tratan de nombrar lo que estiman fenómenos: El "hecho" (rass) de la confianza ganada y perdida en un simple parpadeo. En un temblor en los labios. El secreto del Leonardo (lo que nos arrastra). La tragedia.

domingo, 3 de octubre de 2010

Gestos


Jackson Pollock

"Moritz no había tenido nunca paciencia para escribir. No le gustaba. Pero se sentía capaz de contemplar horas y horas, sin aburrirse un sólo instante, cómo Traian Koruga escribía.
Pensaba que cuando él escribía era como si estuviera rogando ante los iconos. Y al verle se olvidaba de que estaba prisionero. Dejaban de verse sus pies descalzos, su rostro mal afeitado y los rotos de los pantalones. Cuando escribía Traian Koruga era un señor. Y ante él sentía deseos de quitarse el sombrero y hablar de a media voz" (C. Virgil Gheorghiu: La hora veinticinco, libro V)


¿Todo fluye hacia la religiosidad, haga uno lo que haga, sea Pollock o Rothko, incluso cuando se rasga el barro cuneiforme o hace brotar la interfaz hormigas sígnicas en la pantalla?


¿Hay en la escritura un componente de gesto, como la locura (sic) del pincel de Pollock, siendo que la relevancia del acto radica en el movimiento mismo más que en el resultado?¿Podría aplicarse la forma (la forma de la acción en sí) a otras actividades, por ejemplo la medicina?

El médico-Pollock de ojos bellos mueve sus manos en el vientre de la anciana y rejuvenece el ritmo intestinal


¿Existe un action writing en paralelo al action painting?

¿Por qué hablar a media voz en/ante la escritura? ¿Sentiría algún tipo de excitación somático-espiritual si dejara que alguien me mirase mientras escribo? ¿Quién me mira mientras escribo? ¿Quién eres tú? ¿Te conozco?¿Eres quién supongo ahora? ¡¡Cuántos fantasmas nos habitan poéticamente!!

Iohann Moritz - peculiar su psicología de hombre feliz - sustituye al pope por el escritor y lo mismo da que hablen(ambos) latines.

Un hombre escribiendo se convierte en señor, en "manipulador" de ritmos icónicos. ¿Qué encuentra Moritz en el gesto escribiente de elevador, siendo que, a diferencia de la pintura de Pollock, la forma final no se nos desvela hasta la lectura y sólo nos cabe conjeturar un sentido, suponer que lo que escribe el escribiente tiene un sentido y no son meros borrones? ¿ Excita la concentración del escritor? ¿O más bien la aparición de las letras cuyo significado no se nos ofrece(aún)? ¿Nos eleva lo que puede imaginar el espectador que dice la escritura? ¿La infinita excitación de ser (o creer- se) un personaje en lo que narrado, la conversión de mi carne en letras rasgadas, cuñas o jeroglíficos, marcas, huellas aún ininteligibles?

Me gusta ver a las jóvenes alumnas redactando exámenes. Sus mejillas, con suerte, se pintan de rubor...el rubor del pensamiento que, quizás, haya logrado fluir hasta esas palabras que han acertado a escribir y en las cuales quizás yo esté, de algún modo, presente (como recuerdo de lo narrado en las semanas previas).

Las bellas manos del artista. Las manos que eran sus manos y el rubor de la mejilla en la joven meditante. Lo que me gusta.

No sé, Moritz; no sé si eres rematadamente idiota o ejemplo de virtud y sabiduría.