domingo, 3 de octubre de 2010

Gestos


Jackson Pollock

"Moritz no había tenido nunca paciencia para escribir. No le gustaba. Pero se sentía capaz de contemplar horas y horas, sin aburrirse un sólo instante, cómo Traian Koruga escribía.
Pensaba que cuando él escribía era como si estuviera rogando ante los iconos. Y al verle se olvidaba de que estaba prisionero. Dejaban de verse sus pies descalzos, su rostro mal afeitado y los rotos de los pantalones. Cuando escribía Traian Koruga era un señor. Y ante él sentía deseos de quitarse el sombrero y hablar de a media voz" (C. Virgil Gheorghiu: La hora veinticinco, libro V)


¿Todo fluye hacia la religiosidad, haga uno lo que haga, sea Pollock o Rothko, incluso cuando se rasga el barro cuneiforme o hace brotar la interfaz hormigas sígnicas en la pantalla?


¿Hay en la escritura un componente de gesto, como la locura (sic) del pincel de Pollock, siendo que la relevancia del acto radica en el movimiento mismo más que en el resultado?¿Podría aplicarse la forma (la forma de la acción en sí) a otras actividades, por ejemplo la medicina?

El médico-Pollock de ojos bellos mueve sus manos en el vientre de la anciana y rejuvenece el ritmo intestinal


¿Existe un action writing en paralelo al action painting?

¿Por qué hablar a media voz en/ante la escritura? ¿Sentiría algún tipo de excitación somático-espiritual si dejara que alguien me mirase mientras escribo? ¿Quién me mira mientras escribo? ¿Quién eres tú? ¿Te conozco?¿Eres quién supongo ahora? ¡¡Cuántos fantasmas nos habitan poéticamente!!

Iohann Moritz - peculiar su psicología de hombre feliz - sustituye al pope por el escritor y lo mismo da que hablen(ambos) latines.

Un hombre escribiendo se convierte en señor, en "manipulador" de ritmos icónicos. ¿Qué encuentra Moritz en el gesto escribiente de elevador, siendo que, a diferencia de la pintura de Pollock, la forma final no se nos desvela hasta la lectura y sólo nos cabe conjeturar un sentido, suponer que lo que escribe el escribiente tiene un sentido y no son meros borrones? ¿ Excita la concentración del escritor? ¿O más bien la aparición de las letras cuyo significado no se nos ofrece(aún)? ¿Nos eleva lo que puede imaginar el espectador que dice la escritura? ¿La infinita excitación de ser (o creer- se) un personaje en lo que narrado, la conversión de mi carne en letras rasgadas, cuñas o jeroglíficos, marcas, huellas aún ininteligibles?

Me gusta ver a las jóvenes alumnas redactando exámenes. Sus mejillas, con suerte, se pintan de rubor...el rubor del pensamiento que, quizás, haya logrado fluir hasta esas palabras que han acertado a escribir y en las cuales quizás yo esté, de algún modo, presente (como recuerdo de lo narrado en las semanas previas).

Las bellas manos del artista. Las manos que eran sus manos y el rubor de la mejilla en la joven meditante. Lo que me gusta.

No sé, Moritz; no sé si eres rematadamente idiota o ejemplo de virtud y sabiduría.

1 comentario:

Pedro dijo...

Jackson Pollock was a genius!