domingo, 29 de noviembre de 2009

EL OJO (Y 4)

Narra Empédocles que en la era de los miembros disyectos, cuando ni el amor ni el odio eran aún fuerzas cósmicas (todo lo más la sombra del movimiento), los diversos órganos se movían enloquecidos por el espacio de la selva y el desierto buscando el choque, la confrontación sin calificativo, la fusión o la fisión. Y, en estos trances, se formaban todo tipo de criaturas monstruosas y deformes, seres con ojos en el trasero o en el pecho, entes de cabezas múltiples, enamorados sin nombre con dieciocho corazones y viciosos sin objetivos con protuberancias varoniles en cuello, espalda o pie. No todos lograron sobrevivir, se nos dice, la mayoría muere entre aullidos que despiertan a los agonizantes.

Y estaba la mano con ojo que, parece, ascendió a los cielos y se hizo diosa de algo. El ojo en la frente que se fue al Tibet y construyó una montaña de más de de un millón de leguas marinas. Los humanos, los perros y algunas especies de felinos también soportaron la noche de los aullidos. No deja de sorprenderme los resultados de aquella matanza sin amor ni odio.

Cómo llegó el ojo de la bella ferronière a su rostro es historia ya sabida. La respuesta a la pregunta de su mirada me llevará más tiempo. Quizás dos o tres vidas ( y no soy gato). Me conformo. Ante el ojo bello que mira me descalzo y desnudo la inteligencia. La castro - ya imaginaba que la inteligencia masculina tenia algo que la cegaba. Me arrojo al suelo y cubro la piel de ceniza. Creo - tengo fe - en que ella me mira porque aún late mi corazón recién arrancado del pecho. Su mirada es más evidente que Dios. Más cierta que mi miseria simiesca. Oro de sabiduría es mi fe en su mirada.

La bella ferronière me ofrece sus ojos en bandeja - como una Santa Lucía pagana. El cirujano del amor y el odio me arranca los míos y se los ofrece a los grajos. Me injerta los ojos de la bella y miro renovado el mundo. Poseo el saber que me ha creado. Es ese trasplante el secreto de la filosofía y de la poesía y del arte y de la ciencia y de la tontería del amor y del juego secreto de los deseos. Poseer los ojos. Un ojo. Mil ojos. Una catálogo de ojos de cristal.

Enamoran los ojos y sobra todo el cuerpo. Soy viejo. Hago apología de lo que pronto perderé. Necesito conservar su esencia - la del ojo de la bella ferronière - para la estación de la ceguera, para cuando esté sentado en una esquina y sólo, con suerte, alguien me coja la mano. Me hundiré en el fundido en negro. Luego. Pasado mañana. Cada vez está más cerca el momento de la ceguera. Por eso no tengo tiempo para tu sexo, bella ferroniere, ni para lamer tu pecho o tu piel. Necesito la mirada y la palabra.

Soy platónico. Soy neoplatónico. Siento que traicionando a la filosofía en estas torpes palabras que sólo buscan emoción y belleza cumplo el destino. Me tiro al suelo desnudo. Enfermo. Narra la leyenda que la bella ferronière, amante de Francisco I, consentida por su esposo el ferretero, murió de sífili, sífilis contagiada por el esposo y transmitida al que la montaba desde el trono.

Todos mueren. Antes de agonizar, bella, me entregarás tus ojos. Abrirás los labios como sexo excitado y revelarás caminos.

Empédocles nos dice que el amor y el odio se encargaron de la gran ejecución de las criaturas monstruosas y los restos de órganos separados. Nos perdonaron a nosotros y a los gatos y a los felinos(algunos). A muchos peces y no menor número de aves. Amor y odio nos lanzaron al ruedo de la historia para dar tiempo de juego a sus legalidades. Para amar y odiar.

Si la bella ferronière me entrega sus ojos me enfrentaré a las dos fuerzas cósmicas, les plantaré cara. ¡Ya basta, les diré, de jugar con los seres! ¡Abandonad la trastienda, dejad libre la botica y cortad los hilos de las marionetas! Y con mis ojos llenos de fiebre sifilítica lanzaré un rayo que invierta el proceso. Aniquilaré al amor y al odio para que podamos - los humanos y los felinos - mirar los ojos, mucho rato, sin amor ni odio.

Imágen: Leonrado da Vinci: La bella ferronière (1490-95)
Vídeo: The Residents: Farmers.



viernes, 27 de noviembre de 2009

EL OJO (3)

"Si tú me dices que la visión impide la fija y sutil cogitación mental que penetra en las divinas ciencias y que tal impedimento condujo a un filósofo a privarse de la vista, responderé que el ojo, como señor de los sentidos, cumple con su deber impidiendo disputas confusas y engañosas, que nada tienen que ver con la ciencia y que van siempre acompañadas de ruidosas exclamaciones y grandes gestos....Y si aquel filósofo se arrancó los ojos para razonar mejor, tal acto fue digno fruto de su cerebro enfermo y de aquellas vanas disputas; porque todo ello fuera locura ¿No podía, en efecto, al entrar en semejante frenesí, haber cerrado los ojos y no abrirlos de nuevo hasta que el furor se calmase? ¡Pero el hombre estaba sin duda loco, y loco era el razonamiento que lo llevó estúpidamente a privarse de la vista" (Leonardo da Vinci, Aforismos).


Ojo
impropio
Fragilidad
Negritud
Crece el fruto
niega las cegueras
spiral obsesiva



impropias
imágenes ojos de leonardo
gioconda la belle ferronière autorretrato
yo-ojo
soy tu ojo belle ferronière

jueves, 26 de noviembre de 2009

EL OJO (2)

OCCULO.

El ojo recorre el plano, sigue las trayectorias marcadas en la compleja cartografía que él ha creado. Precede al mapa, a la metafísica, a lo narrado. Es más viejo que el lienzo. El ojo está presente en la sombra como grisalla, claroscuro, fantasma y hasta temblor en la noche. El ojo. Mi ojo.

Hoy la navegación es tranquila y sólo amenaza marejadilla por la tarde. Extiendo mi mapa sobre la mesa que coloco cerca de la ventana. Puedo perder el tiempo con ese viejo pliego, donde han dejado sus huellas los vasos de vino de oporto y los salchichones del Campo Charro. Mi cartografía está ya sucia y huele a col, a orines de viejo asilado, al aliento del moribundo que se pudre por dentro. También a perfume de mujer, a la brisa y el viento fuerte de la infancia, a dedos impregnados de sexo.

Miro mi trayectoria. Las regiones de mi infancia - la fábrica de hilatura en la que crecí, el barrio y la casita de la abuela - se expanden desde el este y consiguen reflejarse en los mares tranquilos del interior (esas infinitas reservas de lágrimas que aún estoy dispuesto a utilizar varonilmente). Son como olas que saltan la estúpida adolescencia y la juventud que lleva tatuada en su brazo la palabra soberbia. Se infiltra como gusanillo en la seriedad adulta. Mola. No mola. Agota. Miro el plano y la vieja cartografía viendo las caras de viejos amigos como ínsulas, ciudadelas, fielatos.

Pienso que mi ojo ha estado presente desde el inicio en el dibujo de esta cartografía accidental. Y siento que mi ojo es el mismo. Quizás más cansado, vale, pero puede decir sin complejo: Yo estuve allí, cuando aún no había nada - ni foresta ni sendero ni casa ni umbral. Incluso me susurra al oído: yo sigo estando allí tan legítimamente como estoy aquí. , me dice, no. Yo me sustraigo a la irreversibilidad porque la creo. Mi ojo, el Ojo habla.

Mi ojo excitado, irritado profeta, mirón, escrutador de misterios y vicioso del párpado (que le tapa, que le monta y cubre). Mi ojo con catarata, arrancado por Edipo y convertido en platillo volante. Cierro los ojillos cegado por el humo que embriaga. Me miro dentro y me convierto en tacto.

La navegación calmada. El grumete me prepara láudano según su experta mano. Duermo y apago el mundo. Lo cubro con sudario. Dejo que ellos marquen mi silueta en el suelo y prefiero no verla.

martes, 24 de noviembre de 2009

EL OJO (1)

El ojo

No es símbolo ni cifra de nada porque define en su recorrido aquello que merece ser mostrado como real y antecede a todo signo (Así el dibujante en el momento infinitamente previo al trazo, cuando el gesto de su maestría está aún por delimitar el ángulo, la violencia frente al papel y su blancura, el subrayado preciso de la sombra).

O puede ser símbolo de casi todo. De Dios y del abismo, de la ceguera y de la videncia. Los que en verdad ven son ciegos (Tiresias) y pueden predecir futuros tan cercanos que nos ahogan sin darnos cuenta (¿no es eso siempre la esencia de la tragedia: la escandalosa cercanía de los monstruoso que sólo los ciegos ven?).

A veces los ojos se transmutan simbólicamente en órganos diversos. Así, en El Corazón Delator de Poe, el ojo con cataratas del viejo asesinado se convierte en latido de difunto. Los ojos palpitan: pam,pam, pam... Trasunto del estómago y otras vísceras, los ojos segregan jugos bajo la forma de lágrimas que disuelven todo intento de la inteligencia de imponer orden y civilización. Una lágrima es como un tortazo. El ojo se transforma en mano.


El ojo del meditante, el ojo filosófico, suele definirse por la mesura y la paz de espíritu. Es un ojo que lleva incorporado - a modo de vocabulario básico de referencia - su propio eje de ordenadas y abscisas. Es un ojo robótico avant la lettre, acostumbrado a abrir y cerrar sus párpados para lubricar las lentes. Duda de lo que ve tanto como de lo que no aunque nunca deja de mirar (como la lechuza del chiste: no logra aprender a hablar pero presta mucha atención). Si no fuera porque aparece cubierto de una brillante armadura de acero, como un San Jorge medieval o un Arcángel, sería un buen destino para mis ojos. Ojo blindado, ojo cobarde.



El ojo del voyeur es tentación fácil. A la chita callando asesina a sus víctimas sin levantar el arma. Las congela, bien porque las ve a través del cortinaje mientras él se oculta (violentando el secreto de lo íntimo) ,bien porque están dormidas (Endimión) o muertas (Ofelia, Jacinto, el Bautista). El ojo mirón descuartiza, fragmenta, cuadricula movido por el siempre caprichoso mundo de la excitación. Ser mirón sería un buen destino para mis ojos si no fuera porque yo ya fui voyeur en mi juventud y a pesar de que lo disimulo muy bien yo no quiero retornar a mi juventud. Ahora cuando quiero mirar a alguien suelo decírselo para así poder entablar una conversación que es lo que, en principio, más me apetece.



El ojo irritado del profeta es un ojo exigente. Ser ojo sin párpado( el profeta se mueve en la pan-visión ) y arrastrarse hasta el desierto demanda, más que valor, temeridad. Por eso está el ojo visionario más allá de la filosofía y del arte aunque dé cuenta de ambos como raíz extraña, extravagante. El ojo del profeta es un ojo cargado de ética. No se limita a mirar sino que juzga y condena y ejecuta en un mismo trazo. Como Cristo en el templo. Ojo de ira, a través de las pasiones fuertes - amor, odio, venganza...- entabla un diálogo destructivo con las formas y los símbolos. Como un cuadro de Pollock al que le quitáramos la ternura que le es propia.
Mi ojo mira sus opciones y se cierra.

Imágenes:

La ventana Indiscreta (James Stewart; Alfred Hitchcock1954)
Giotto: Expulsión de los mercaderes del templo (1302-5)
Gerard Lairesse: Selene(o Diana) y Endimión(1680)





sábado, 21 de noviembre de 2009

Mariham, la de Magdala ( y 4)


No sé realmente que más quieren de ella. Mariham la de Magdala, María de Betania, la hermana de Lázaro, la compañera del Señor, la ramera arrepentida y la penitente de la gruta de Sainte-Baume. María es la que atiende al moribundo y cuida del cadáver divino cuando aún se decía cadáver y todo eran lloros (ella, ¿llóró en el santo sepulcro o ya había agotado su caudal de lágrimas?).

Y María fue la que encontró el cuerpo glorioso del resucitado; Aquel que dijo:

Noli me tangere,


no me toques o no me toques todavía o aún no ha llegado la hora del encuentro porque sigues siendo mortal y no cuerpo resucitado; no puedes tocarme - tú que pudiste hacerlo en vida - porque estás aquí y aún te corresponde en la economía política de la teología un buen saldo de humillaciones y ascetismos. Lo que corresponde ahora es el retorno a la gruta del sensualismo (¡No puedes negarte,Mariham! ¡Alguien tiene que bajar allí! Tendrás que volver a ser corista, cupletera porque los hombres te seguirán pintado así; aunque seas santa no podrán olvidar que fuiste puta. No te quedará más remedio que salvarles entre la lujuria y la lascivia, en la hipocresía de los buenos padres de familia y todo su juego de servidumbres, latex o seda o faldita girl-school ).

Me tocarás cuando llegue el día y asciendas a mi lado porque nadie como tú lo merece--- y hasta estoy dispuesto a considerar que en mi reino sólo habitarán mujeres y anularé la divisioria de los sexos. Eso dijo él, resucitado, con el noli me tangere.



Mariham: no caben,amiga, relaciones civilizadas. Falta inteligencia y sobran prejuicios; lo impiden los deseos de dañar y humillar aunque sólo sea un poquito y un temor enloquecido a ser humillado. Ellos no te aceptan en su comunidad, Mariham, y si lo hacen te desnudan para atacar el pecado. Y como se excitan - ellos, los santos varones - te tapan la cara o te enmascaran de lágrimas o te llevan a la agonía de la muerte (o la petit mort).

El cabello que era vestido de la mujer se tornó fuego de lujuría (del otro, macho). Tu cuerpo contundente tuvo que metamorfosearse en tierno cuerpo adolescente en la imagen de John Collier de Lady Godiva. Tú eres ella y os reconozco por el pelo que aquí dignifica frente al atropello de la historia.

¿Qué sentido tiene toda la historia de Lady Godiva? El pueblo de Coventry no puede soportar los fuertes tributos que les exige el conde de Chester y piden socorro a la dama, a la esposa del conde. Ella - Godiva: Gift of God; un encanto de tía - se apiada de los lugareños e intercede ante el esposo. Éste, en ejemplo más que sobrado de lo significan las relaciones civilizadas, acepta reducir la presión fiscal a cambio de que la hermosa dama se pasee por el pueblo sólo cubierta por sus cabellos. La lección es clara: en el juego del poder, alguien tiene que acabar humillado. O es el pueblo o es la dulce señora. O los dos si nos ponemos tontos. Así que lady Godiva accede al paseo y pacta - ¡otro pacto de civilidad! - con los habitantes del pueblo que cerrarán puertas y ventanas para que nadie vea la desnudez. Pandora - otro gift of God, regalo de dioses -invertida. Si Pandora incita a abrir su caja de los males y se nos muestra como instrumento de verdugo, Godiva pacta cerrar ventanas y ojos; nadie debe abrir su cuerpo ni convertirlo en icono masturbatorio. Ese es el pacto.

Godiva pasea desnuda y sus caderas bailan sobre las grupas del caballo con lágrimas en los ojos. Pero nadie ve - salvo el conde de Chester, supongo, para certificar la prueba. Cabalgando a pelo sobre el caballo, imaginamos las rozaduras y erosiones que cifraron el sacrificio en las nalgas y en los muslos de Godiva. Para mayor gloria del conde que no sabemos si curará las heridas o la cubrirá con su lujuria.

No hay sitio para las relaciones civilizadas. Peeping Tom, el mirón de Tom, el sastre, no pudo evitar sacar su ojo de la bragueta craneal para ver el cuerpo desnudo de la dama que, como el Cristo a nuestra Marihan, había dicho: No me toques(con tus ojos), noli me tangere. El no cumplió; abrió la puerta, saco el ojo - quedó cegado. John Collier envuelve - como Lefevre a Maria Magdalena - el rostro de Godiva con el pelo rojo del sensualismo. La heroina, por sensual, debe perder el rostro, la sonrisa, la dignidad. El cuerpo mata la cara ... en la mirada del otro.

No hay sitio para las relaciones civilizadas, hermanas, aunque yo os hago un altar en el que quiero que mostréis el rostro para la devoción. Sigo enpeñado en las relaciones civilizadas (imposibles).

La próxima semana me voy al otro lado del cristal. Atenderé a Peeping Tom, al voyeur; me reconfortaré con Endimión.


Imagen: John Collier: Lady Godiva (1897)
Agnolo Bronzino: Noli me tangere (1561)

viernes, 20 de noviembre de 2009

Mariham, la de Magdala (3)


Perder el rostro. Arrancar aquello que nos identifica como quien borra el número de serie de una pistola o dobla una matrícula antes de perpetrar un atentado. Peor que partir la cara. Nunca me han perdonado el pecado ni mi trato con los demonios.

"Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios"(Lucas 8:2)


Nunca es suficiente el arrepentimiento. La lágrima, nacida de la vergüenza, acaba incitando la sensualidad del verdugo. El buen tendero se coloca la máscara del Marqués de Sade (violencia hueca por dentro propia de los hombres de serrín). Me gritan cuando paso (sobre todo las mujeres):


Puta la madre; puta la hija;

puta la manta que las cobija”.


A la prostituta y a la adúltera la turba desnudó en la plaza para hacer aún más público su oficio o pecado. Una buena lapidación antes de la cena abre el apetito de los varones y las hembras mejor que el viagra. Dicen. Creo. Pero Él me salvó anunciando la universalidad de la culpa:


Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.


Yo fui fiel a Él hasta la muerte, cuando todos huyeron y la agonía se convirtió - como siempre - en cosa de mujeres. Yo anuncié que no cabía la rendición y que estuvieran prestos para el combate del Espíritu. Pero pronto se olvida el consejo y el amor. Se impone la humillación. Me quitan la cara; me la roban y me convierten en cuerpo, sólo cuerpo. No hay perdón (salvo en Él). Por eso debí abandonar el mundo, refugi

arme en el desierto y en la gruta. Hacerme respetar por las sombras. En todo caso ellos siguieron trabajándose mi imagen. Me llenaron de vello o de lágrimas; dejaron que mis ropas se hicieran jirones para que se descubriera mi pecho. El deseo de muchos se cubrió con una pátina dorada de santidad.


Con Pedro, el que negó tres veces, la cosa fue distinta. En su caso las lágrimas le labraron un hermoso trono en la ciudad eterna. A Mariham la de Magdala las lágrimas desnudan y abonan el crecimiento de los cabellos. Dice ella:


"Mi piel se alimentaba sólo de llagas que la sal hacían insoportables".


Dolor extremo de calavera y perfume

Dice Mariham:


Por eso en la imagen que de mí hizo Tiziano miro hacia el cielo. Mi faz sólo existe para Él y le imploro. Él me otorga ese pelo que me cubre, que desvela la inmundicia de los que miran y lapidan con la voz. Sin embargo, hasta el pelo lo pervierten.



Lefevre me sitúa ya envuelta por la foresta, con el rostro anulado y enmarcado el hueco por el rojo pelo. Aquí el cabello ya no cubre ni dignifica. Ahora la pelambrera ignea anuncia lujurias de Music Hall. ¿Me libera el cuerpo Lefevre? No, me humilla porque me quita la cara. Y el pelo es raíz infecta que me ata a la cueva, escenario en el que bailo can-can sin lágrimas(no tengo ojos) ante un público de machos y burgueses.

Barro el suelo con mi melena que busca la salvación en un retorno a la tierra – son raíces de orquídea. Los ramajes empiezan a cubrirme en el cuadro de Lefevre. Me asilvestro como cuando huí de la ciudad al ascetismo. Pero ahora Él no llega y me salva .... ¿Dónde está el amado? Silencio.


Me torno mujer salvaje.

Me convierto en mujer-mono e inicio una lucha en la que las lágrimas de la Magdalena se metamorfosean en risas y carcajadas. Me corto el pelo. Descubro la cara y os miro a los ojos. Me apunto a las Guerrilla Girls.


Imágenes:

Marina Abramovic: Balkan Erotic Epic Banging the Skull 2005

Tiziano: Maria Magdalena 1565

Jules Lefevre: Maria Magdalena en la gruta 1876

Artemisia Gentileschi, Guerrilla and the Elders, 1610
( The Guerrilla Girls' Bedside Companion to the History of Western Art.)

martes, 17 de noviembre de 2009

Mariham, la de Magdala (2 )


Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo». (Evangelio de Tomás, apócrifo dicen)


Me llamo Mariham y estoy castigada. A mis padres no les ha gustado nada que les anunciara que quería entregar mi amor al profesor de biología. Así se lo dije muy seria el domingo a la hora de la comida: “Quiero entregar mi amor a Paco”. Una niña de doce años se supone que no puede decir esas cosas sobre todo cuando Paco es su profesor. Pero no puedo evitarlo. El amor es más grande que mi cuerpo y mi mente. Realmente no puedo decir que yo haya elegido esta situación y que, tras la reprimenda, pudiera llegar a reconocer que todo era un capricho tonto. No se trata de pedir permiso. Es cosa hecha. El amor es tan luminoso que hasta una niña de doce años lo entiende. Aunque Paco me haya dicho que no es posible o mis padres me hayan castigado.

Como han sentenciado que una niña no puede amar a su profesor, pienso que lo mejor será que deje de ser una niña. Quiero ser un hombre. Es decir: de mayor seré un varón para poder amar a Paco sin que nadie pueda censurarnos nada ni nos hable de pecados ni de horrorosos sentimientos. Acepto el castigo. Lo asumo y pienso multiplicarlo a través del ayuno y la ingesta de testosterona. No voy a comer porque no quiero que mi cuerpo se abulte. Si una niña no puede declarar su amor a su profesor favorito entonces seguro que menos aún lo podrá hacer una adolescente con tetas y culo gordo. Deseo ser un señor y tener bigote y barba como Paco.



Paco me dijo, cuando quise cogerle la mano en el laboratorio, que no podía ser. Por favor, no puedes tocarme. Una niña no puede acariciar amorosamente a nadie salvo que sea su papá o su mamá. La gente cree que en todo hombre hay un tipo deseoso de olisquear las braguitas de las niñas. Eso ya me lo dijo mi mamá la primera vez que fui sola al parque. También opina que no se puede amar al profesor de biología a los doce años. Las creencias de las personas son muy sucias y pobres. Por eso debo aceptar el castigo. Quiero que el mundo sepa que hay una niña que va a pasar todo el hambre que sea necesario para convertirse de mayor en un hombre que ame a su profesor sin sentimiento de culpa ni otras porquerías. Me refugiaré en el corral que la abuela tiene en su casa, entre las gallinas y sus cagaditas. Si quieren pueden venir a verme pero yo no saldré de allí hasta que no sea un hombre con barba y bigote. No voy a comer hasta que sea una calavera cubierta de pelo. ¡Quiero que mi cuerpo se cubra de vello! Así podré amar a Paco sin pecado.


Lo anuncio.


Sorprende la decisión de nuestra Mariham. Locura de niñitina, carne para psiquiatra infantil. Pero todo en María Magdalena – y sus múltiples avatares – es bastante extremo. Su iconografía recorre todo el espectro de la feminidad, del sensualismo más voraz – emparentándola con mamá Eva - hasta el ascetismo suicida. Eros y thanatos fluyen por su piel a una velocidad de futuro. Deja perplejo la dureza de la escultura de Donatello. Sobre todo porque es de Donatello y no de un loco expresionista alemán dispuesto a entregar su vida por el nihilismo. La Magdalena de Donatello me trae a la imaginación al Buda Penitente, esa representación atípica de Siddharta antes de la iluminación, cuando era cifra de la muerte, un asceta equivocando el camino. No se sabe si Magdalena logró vencer la tentación destructora. Nuestra Mariham esperemos que entre en razón. Sus padres se ocupan de ello. Papito y terapeutas de colores diversos civilizarán el impulso.


Que recuerde, nunca Jesús fue representado en tal guisa penitente aunque tuvo lo suyo en los célebres cuarenta días y cuarenta noches. La crucifixión es, desde luego, otra cosa. No es dolor auto-infligido. Es dolor que cae del cielo o la tierra y se soporta. Jesús no se autoinmoló para dar testimonio o alcanzar no sé que cimas. Parece que el desierto no afecta a los dioses ni a los diablos.

Mariham está en los bordes de la locura infantil. Quizás haya leído demasiada literatura gótica. En todo caso el deseo de romper su ser - ¡quiere ser un señor con barba y bigote! – nos la coloca en la posmodernidad trans-queer. Pero eso no es lo importante. Mariham usa su cuerpo para desvelar el amor que ella ha detectado con su alma naciente. Y es tan radical su amor que no sé si Agustín(el de Hipona) sería capaz de censurarla. Quizás callaría. San Agustín nunca fue un buen terapeuta. El amor le cruje las meninges. Y a mí. Y a María Magdalena. Eso nos condenará y nos salvará.


El amor nos cruje a todos. Y la Magdalena es un gran interrogante.

Imágenes:
Donatello: María Magdalena Penitente (1453)
Alexander Ivanov: La aparición de Cristo a María Magdalena (1836)
Buda Ascético

lunes, 16 de noviembre de 2009

Mariham, la de Magdala ( 1 )


En casa no teníamos piano. Papá no ocultaba los libros eróticos y heréticos en una vitrina de nogal que nosotros aprendimos a abrir sin que se diera cuenta porque tampoco éramos dueños de una vitrina de nogal ni de colección alguna de libros. En las largas tardes de invierno, la abuela no nos relataba sus nostalgias de la época colonial; ni teníamos parientes exóticos en Cuba o Filipinas. Tampoco es cierto que mamá fuera una gran aficionada al arte y, en sus ocios, practicara el óleo o la pintura sobre seda deslizando motivos orientales. Todo eso - y mucho más - es mentira. El conjunto de las cosas falsas que puedo contar sobre mi es casi infinito. O infinito sin más. Por eso sólo puedo escribir desde la nostalgia de lo nunca sucedido y la meditación se me tiñe de tristeza sobrevenida. Todo es consecuencia del infinito de las mentiras posibles.

En mi adolescencia tuve que arreglármelas - como casi todos - con pocas cosas. Mi mano brusca en la obtención de placeres y una mirada abierta a las experiencias extrañas. Dios no me ha dado pianos ni bibliotecas familiares, ni una larga tradición de amor a las artes o la belleza. Pero me entregó en prenda ojos y manos. Se lo agradezco. Soy un fiel devoto. Con mis manos - el tiempo que el sexo las dejaba libres - nunca pude hacer nada de lo que mi clase social me tenía destinado. De tan inútil acabé arrinconado en la blandura del carácter y la incompetencia manual contaminaba mis ojos (ya saben: la coordinación de la mano y el ojo es cifra de la hominización). Los ojos del debilitado tienen la ventaja de que no precisan ocuparse de urgencias ni de pragmáticas utilidades. Pueden mirar las cosas que producen fiebre porque ya están ulcerados. Mis ojos escrutaban a mujeres lejanas e inalcanzables; también a las prohibidas. No me importaba la frustración pues partía de ella. Los ojos se posaron también en esas cosas que cuentan los libros y en la majestuosidad del arte. Liberado como estaba del combate de la vida, cabía la entrega a la decadencia de la estética. Me convertí en esteticista morbosamente - sea, por enfermedad del alma obrera.

Cuando tenía más o menos dieciséis años, antes de salir por ahí con los amigos a embriagar el alma y el cuerpo con metiras, humos y químicas diversas, cultivaba mi mirada en las soledades del Paseo por la Isla, visitando el Museo Provincial (Museo Arqueológico) o en la circunvalación mística de las anchas naves de la catedral. A veces me llevaba un libro de poesía y simulaba un ataque de tuberculosis. En esos espacios fui construyendo la cartografía emocional y descubriendo el reino del espíritu.

En mis andanzas por la catedral me dejaba arrastrar por los infinitos arcos ojivales y el frío del que surgía, de repente, Juan de Juni. Entraba, pegado a algún grupo de visitantes, en la Capilla del Condestable y besaba las tumbas en la línea más becqueriana posible. Fui necrófilo antes que filósofo ( si lo uno no es ya lo otro). En una pequeña habitación en la esquina de la capilla el guía nos abría un armarito y nos enseñaba lo que allí se ocultaba: una imagen de María Magdalena que él decía era de Leonardo (tal vez, asumía dubitante, de un discípulo). Hoy podemos leer que es obra de Giovan Pietro Rizzoli, Giampetrino.

Me gustaba ver a esa Magdalena encerrada en el cuarto secreto. La belleza se me revelaba como lo que sigo creyendo que es: algo inalcanzable y extraño que se nos presenta ante los ojos con vocación de muchacha facilona, presta a dejarse meter mano. Una suerte. ¿Qué había hecho yo para que se me revelara la Magdalena con su cabello insinuante, con ese pecho cálido que no podía ocultar y, sobre todo, con esa sonrisa que parece decirnos que ha nacido para mostrarse ante nosotros, para dejarse amar en la cercanía más íntima aunque sólo sea durante un ratito, porque pronto llegará la hora del cierre, de lo real-real, del olvido del momento mágico de la conversación o la mirada?. Despacito, María, despacito....

Estos días voy a hablar de Mariham, la de Magdala. Esa mujer que abría su espiritual pecho al chico que nunca tuvo piano en casa, ni colección de rarezas bibliográficas ni historias coloniales. Me amó y yo la amé. Pero sin tocarnos. Como ya le dijo Jesucristo en el momento de la resurrección: Noli me tagere . Quiero hablar de María sin tocarnos... todavía.


sábado, 14 de noviembre de 2009

GESTELL (Y SEIS). Girl you´ll be a woman soon

- Comprendo la música, comprendo las películas, comprendo incluso hasta que punto los tebeos pueden revelarnos cosas, pero aquí hay profesores hechos y derechos que no leen otra cosa que los envases de cereales para el desayuno.
- Constituyen la única vanguardia con la que contamos"

(Don Delillo: Ruido de fondo)


- I -

En La pregunta por la técnica Martin Heidegger define a ésta como una estructura de emplazamiento (Gestell). La gestell - en origen: armazón, estante, armadura - es un modo de apelar a la realidad, de provocarla o emplazarla para que se nos muestre. La técnica como gestell hace posible la aparición del objeto técnico y es, así, un modo de desvelamiento por el cual la naturaleza se hace presente como posibilidad técnica(dominable). Ahora bien: no supongamos que es simplemente una actitud o talante que está a nuestra disposición o bajo nuestro dominio. La gestell (técnica) hace aparecer una cierta fuerza o voluntad impersonal que liga de un modo específico al humano y a las cosas. Así que, concluye Heidegger, no digan que no les advertí: al invocar con su civilización a fuerzas de dominio que les debordan acabarán ustedes cosificados, poseídos, vampirizados por ... "ello". Debo reconocer que al leer el ensayo heideggeriano me acordé de inmediato de Lovecraft y sus entes procedentes de dimensiones espeluznantes. Desde entonces vivo, claro, acojonado. Soy un ente meditante aterrorizado por el mago-diablo de la Selva Negra.

Supongo que la filosofía no es otra cosa que una descriptora de las estructuras de emplazamiento que más se ven por ahí, quiero decir, las más comunes en eso que podemos llamar la experiencia de la humanidad. Si el arte - o la literatura - es algo distinto de la filosofía (no lo tengo claro) quiero creer que se ocupa de la serie indefinida de estructuras de emplazamiento que ya no son tan comunes a la experiencia humana sino que construyen la especificidad de cada persona o situación. Un vértigo de posibilidades.

- II -

Mi mujer del café de Viena (hablaba el otro día de ella) o la amiga que creía que la mujer estaba en Praga o yo mismo hace unas semanas, suponiendo que era una criatura japonesa more Murakami, emplazamos a la realidad para que se muestre. La mujer de Viena provoca (es una provocadora... al menos para mi y en mi ficción). Esta mujer - cuarenta y tantos, médico de moralidad cuestionable, separada recientemente de amigo y amante - invoca la nostalgia crepuscular del amor roto y trae a su cabeza la canción Girl, you´ll be a woman soon en las versión que escuchamos en la película de Tarantino. Recupera toda la escena de la sobredosis de Mia, el dilema moral de Vincent... pero lo hace de un modo ajeno a la intención de la película. Transmuta sentido a los objetos. Hace arte con su nostalgia....

El "silencio incómodo" que inicia la secuencia de Pulp Fiction tras el baile anuncia la presencia de nuevas posibilidades erótico festivas. La seducción entra en la fase del temblor. La canción subraya la tensión de toda la escena: " nena - se dice - pronto serás una mujer.... y necesitarás un hombre que quizás no te conviene pero que aquí le tienes, a la mano, como posibilidad - como el riesgo en el que habita la salvación". El baile de Mia- ¡oh, Salomé que a los hombre pierdes! - apunta al erotismo y a la embriaguez que desinhibe. Está guapa y pelín borracha (muchos hombres sueñan cada noche con esa gestell en sus cacerías nocturnas). Sin embargo lo inesperado entra en juego quebrando la escena. ¿Qué es lo no esperado? Primero el discurso de la moralidad(¿máscara del miedo?): "no seas grosero" - se dice Vincent,- "es la chica de tu jefe. Nunca olvides los valores:la Fidelidad al capo (o el miedo a la ejecución mafiosa)". El erotismo se transmuta en prueba moral por la mediación del discurso. Llamemos a esto lo inesperado débil: a pesar del discurso es muy alta la posibilidad de un encuentro sexual entre Mia y Vincent. Por eso el monólogo de Vincent nos hace gracia. Ahora bien: lo inesperado aparece también en la otra habitación. La droga que esnifa Mia rompe el trance iniciado por el baile y el silencio incómodo. Hace acto de presencia la muerte . Esto es lo inesperado fuerte. Mia termina en éxtasis como las célebres místicas del barroco. El caballo o la coca llevan a Mia al orgasmo sin necesidad de la intervención de Vincent, a lo bestia y con iguales consecuencias nefastas para éste que si se hubiese acostado con Mia (si Mia muere, el jefe mafioso matará a Vincent).


- III -

La mujer de Viena toma café y recuerda la canción y la escena de Pulp Fiction como medio para que su ex-amante se haga presente en la mejor de sus facetas. La escena dramática de la película pierde el aura religiosa y moral en el juego de la nostalgia de los amantes. Este tipo de mutaciones del sentido de las escenas de las películas, las canciones o los paisajes llenan nuestras vidas y nos ofrecen la existencia personal como una posibilidad de obra de arte, de creación de propias y peculiares gestell que nos "sustentan" la vida o nos sirven de armaduras. La canción trae a la memoria de la mujer aquella mañana de invierno en que ella se despertó a su lado y él, todavía dormido, le transmitía el calor de su aliento después de la primera noche de amor. Ella no quiere despertarlo y lo convierte, por un rato, en un Endimión. Girl, you´all be a woman soon llega como una suave ola y mi mujer de Viena se deja llevar por los acordes. Se siente como Mia - aunque tenga muchos más años - si hubiese sucedido que lo inesperado no hubiera aparecido: guapa y en brazos de Vincent. Mi mujer de Viena emplaza al destino con esperanza y sueños, los sueños en parte realizados durante un par de años pero que, hoy, en esa noche fría de Viena, muestran cristales rotos. Lo trágico se vuelve agridulce y quizás, en pocos minutos, tristeza.


Imagen: Mia Wallance (Uma Thurman)
Vídeo: Pulp Fiction ( 1994). Dir: Quentin Tarantino. En escena: Uma Thurman (Mia Wallace); John Travolta (Vincent Vega) Música: Girl, You'll Be a Woman Soon (Versión de Urge Overkill) .

miércoles, 11 de noviembre de 2009

SUEÑO (CINCO).Capricho del fuego.

Leonora Carrington: The Burning of Giordano Bruno (1964)


"Los gestos decorativos aportan romanticismo a una vida"
(Don Delillo: Ruido de fondo)




Nada que decir en el día de hoy. Nunca nada que decir. Quizás, como decía Ortega, recordar que sólo lo superfluo es necesario. Y que no hay que cambiarlo de nombre ni decir que realmente no es tan frívolo y superficial como parece. No. No inventemos profundidades. Sólo tomemos conciencia de que daríamos la vida por un abrazo, un roce de rodillas o unos pies que se encuentran en la fría noche. Por una palabra.

Por una danza: la cabeza del Bautista (Juan).
Por un caballo: un reino (Ricardo)
Por una manzana: el Paraiso (Adán)

Siempre me ha parecido sosprendente la desproporción que habita en los más profundos sacrificios e intercambios humanos. El hombre es el animal que no sabe hacer cuentas. Un impulso, el deseo, el más trivial de los caprichos eleva la apuesta al infinito.

¿Quién pondría en riesgo la salud de su hijo por un ratito más de charla, por un intercambio pícaro o sonrojado de miradas, por una complicidad de escritura o conversación? Quien descubra rareza o lo pretenda ininteligible desconoce la llamada del hambre en el hombre. Hambre de lo superfluo, de flatus vocis. Extraño.

Bruno se negó a reconocer que se equivocaba defendiendo el sistema heliocéntrico y la infinitud de los mundos. Giordano: Un capricho. Murió en 1600.

Para Belarmino (Roberto Francesco Romolo, martillo de herejes) la hoguera no era cosa de broma. Para Giordano eran más importantes las volutas cósmicas de los astros que el olor a carne quemada (la suya). Una extravagancia estética. Quizás se achicharró feliz sintiendo como sus tristes carnes se elevaban hacia el éter (o mostraba que él era YA éter).

Un hombre y una mujer ponen en peligro el cosmos por un caprichoso baile de palabras, confidencias, banalidades y otros utensilios decorativos. Cambian lentejas por éter.

Nada es extraño. Ni la lágrima que recorre el rostro del hombre.

Satie, un capricho triste. Un capricho.

¿Gana la estética en toda su debilidad a la ética?






lunes, 9 de noviembre de 2009

FICCIÓN (CINCO).VIENA (Dancing with tears in my eyes)

Ella está ahora en un café de Viena. Los pronósticos meteorológicos para mañana hablan de 2 grados de mínima y 9 de máxima. Lluvia. Hoy no llueve pero el clima no es apacible. Ella está en Viena ahora(20:12) pero yo no lo sabía. Yo creía que era japonesa y más joven; una chica como de Haruki Murakami. Lo de Viena me lo ha tenido que contar una amiga. Bueno ella (mi amiga) creía que estaba en Praga y leía a Kundera. No sé, le dije ¿estás segura?Quizás viste tu reflejo en un cristal cuando paseabas con ese abrigo largo-largo y te confundiste con ella. Eso pasa a veces. Uno cree ver a otro pero se ve a sí mismo.

Dejemos claro que ella está en Viena tomando café y fumando - aunque no fuma normalmente. Con gusto se pediría un pastel pero no lo hace. Cree que es demasiada compañía (la del pastel). Las tías, a veces, se acompañan con pasteles y chocolate. Son cosas de su sexo y de lo novelescas que son. A mi me parece bien. En general me parece bien casi todo lo que hacen las mujeres. En cambio, con los hombres soy más crítico. Quiero decir: a veces me repugnan. Mi heterosexualidad está como desbordada por la parte del espíritu. Eso me dijo el psiquiatra.

Yo nunca he estado en Viena. Tampoco me atrae mucho la idea de ir y, si lo hago lo haré, ahora, por ella. Ella medita. Hace cuentas vitales: tiene un amigo por el que ha hecho algo inmoral y además tenía un amante joven al que ha abandonado. No va a tener un hijo con él - aunque hubiera podido y hace sólo una semana era una posibilidad. Ahora no. En realidad tampoco era una posibilidad hace unas semanas aunque la biología y los análisis se empeñaran en desmentirlo. No. Él se entusiasmó con la cosa y, por eso, le tuvo de mandar al cuerno. Y de paso ella se fue también. Luego conoció a su amigo y esté se enganchó a ella de mala manera. Y ella a él. No hicieron nada(sexual, quiero decir) pero si lo hubieran hecho no se hubiese quedado embarazada: las embarazadas no se quedan embarazadas (je,je). Normalmente. Pero el tío del hospital no quería sexo. Quería charla. Como ella. Hablaban de viajes y excursiones de primavera. Pero imaginaban como en abstracto porque no decían: oye, podemos ir aquí o allá. No. Hablaban de viajes que sucedían fuera de ellos, o cuando ellos no estaban juntos. Luego hablaron de su heridas. Al final hicieron una tontería que además de inútil era inmoral.




Ella, que está en Viena, no busca ni amigo ni amante. No quiere pasteles que le hagan el amor. Se fuma un cigarro - y le sientan mal. Necesito un abrazo que dure mucho, mucho, mucho. Toda una tarde por ejemplo. Pero no deseo que nadie me abrace. Un abrazo sin brazos. Raro. Pero yo - que no estoy en Viena y que ni siquiera conozco Viena - se lo voy a dar porque allí no tengo brazos. Pero llevo toda la tarde con ella. Dando vueltas a su alrededor como si fuera una puta cámara. Y quiero que sienta mi calor y la presión de mi abrazo. Aunque haya hecho cosas malas. La abrazo y callo porque mi voz no llega a Viena ni de coña. Bailo a su alrededor con lágrimas en los ojos. Descubro los secretos de la ficción y bailo.


Imagen: Marc Chagall (Por encima de la ciudad, 1914-8)
Viena:Burgtheater
Vídeo: Ultravox: Vienna; Dancing with tears in my eyes


domingo, 8 de noviembre de 2009

ADICCIÓN (CUATRO). LA ESFINGE

Escuchar a The Human League, Ultravox, Spandau Ballet.

Escribir sin parar desde hace cuatro horas. Escribir ahora por impulso. No es poesía; es terapia. No es metafísica; es esfuerzo clínico. No es sino perder el tiempo cuando el Templo se desmorona. Entre las ruinas bailo...

Don't you want me baby?
Don't you want me - oh
Don't you want me baby ?
Don't you want me - oh


Soy frívolo e inmoral. Repugno a mis hijos - y eso que son raperos. Escribo y bailo mientras Bono canta su canción y nos dice que los niños mueren hoy y mañana sin que nosotros paremos de engullir. And it's true we are immune /When fact is fiction and TV reality/And today the millions cry/We eat and drink while tomorrow they die/(Sunday, Bloody Sunday)

Sudoroso abandono el baile:

¿Y si convocamos una huelga de hambre masiva?

¿Y si postulamos la anorexia global?

Me interrogo (filosófico): ¿puede haber huelgas de hambres masivas o son siempre actos individualísimos, cosa de terroristas o de santones? ¿Por qué nadie las convoca? En una semana, ¿destruiríamos revolucionariamente la industria alimentaria? ¿Podemos exigir con nuestro ayuno y nuestra muerte el pan y el agua para todos los niños?. Escribir mientras Bono canta su canción sobre los niños que mueren es de una frivolidad subida. Escuchar Love Action de The Human league es un pasada cuando tantos sufren penas de amor y de acción y de hambre.

Chantal Maillard insiste en que "las cosas son demasiado intensas. Es preciso disminuirlas, convertilas en cosas". Gracias Chantal por apoyarme, por justificar mi frivolidad. Tengo que reducir la intensidad de las cosas. Llevo más de cuatro horas tratando de disminuirme, de reducir mi corazón a objeto, mis dudas a espacios cercados. Mato sentimientos; me asesino en la calle gris de Viena. Llevo mi corazón (latiendo aún) a la Selva Negra, cerca de la cabaña de Heidegger, tratando de encontrar la serenidad mientras recito, como mantra romántico, los versos de Hörderlin: Poéticamente habita el hombre ...

Bailo. Estoy en las calles de Berlín. En la Puerta de Brandemburgo bailando a U2 en su recital de Dublín de 1986. La escritura debía salvar a Europa. La Escritura, las Escrituras, Las Sagradas Escrituras.... y ahora, desbordada la escritura en blogger, twitter and Co. precisamos más dosis, más pureza y nunca nos sentimos tan tentados de dejar de escribir. Muerte por síndrome de abstinencia.

Bailo solo en la oscuridad - como Bjork - a Depeche Mode: Enjoy the silence!!

Armonizo, como puedo, lo que siento, lo que pienso, lo que oigo... ¿Y si callara y dejara que el caos invadiera la casa?

La escritura sirve cada vez para menos. Al principio escribía una hojita cada día o cuando me acordaba y su efecto reparador de duraba casi toda la jornada. Ahora me chuto cada día horas y horas. He dejado de leer y de comer. Nada de sexo disruptor. Sólo escritura y baile. Spandau Ballet: Be free whith your love. No puedo razonar. Sólo dejar que las palabras se delicen con más o menos luminosidad y entren en el centro de mi cerebro.

Mientras los niños mueren y la casa se descompone. Un niño llora histérico en la habitación. Un padre castiga como si fuera Dios. Los padres son una especie alienígena:

Don't you want me baby?

Seguramente es suficiente con la madre y la PSP.

Bailo, escribo y Serenus me interroga sobre la escuela y los 18 años y la obligatoriedad. Reflexiono, pero lo hago mal.

Poetizo.

Miro a Patti y a Bjork. Son mis dos esfinges. Pregunto y no contestan. Preguntan y no respondo. Callamos y nos miramos. Se lanzan sobre mi cuerpo y me devoran. Las esfinges me mantienen calladito con sus preguntas para así, cazarme mejor. Me preguntan:

¿Qué hora son mi corazón?

Poetizo, frivolizo, escribo y me agoto. Hoy no hago huelga y los niños mueren de hambre. Cientos.

Imágenes: Robert Mapplethorpe: Patti Smith 1976
Bjork

jueves, 5 de noviembre de 2009

SER PUNTO (TRES). ABSTRACCIÓN






"El punto es un elemento geométrico adimensional, no
es un objeto físico; describe una posición en el espacio, determinada en función de un sistema de coordenadas preestablecido" (Wikipedia).








En la cartografía de la emociones - ese empeño iluso por el que dispuestos estamos a perder la razón y los buenos modos - la mirada del que ama se revela como bomba atómica siempre atenta a causar el mayor daño posible en aquello en lo que se detiene. Cosas del corazón - tirano de la mirada -, órgano puntilloso que habita en el cerebro o el hígado y lo ocupa totalitariamente. La mirada de Eurídice, explosión termonuclear, pulveriza la carne y las vísceras de Orfeo, esparciendo grumos por el espacio blanco del lienzo para, en una segunda pasada, convertir el fragmento en molécula y la molécula en átomo, electrón, fotón, quark... y lo más pequeño - pequeño que la materia sea capaz de digerir en su vacío original. Y si hace eso con el cuerpo ¡ imaginemos lo que hará con el alma!. Polvo somos aunque nos llamemos Orfeo y nos hayamos pegado la movida de bajar hasta los mismos infiernos para rescatar a la chica. Ella, porque nos mira, nos pulveriza del mismo modo que, si habitáramos en la nada, nos daría el ser. La más cruel de las violencias la ejerce el ojo amante (y no me refiero al de Rimbaud) cuando se pone metafísico, es decir, casi siempre (ver: Sade, Bataille, Gilles de Rais....).


Sin embargo, con toda su potencia, la mirada de Eurídice es incapaz de convertirnos en punto. Para ser punto la mirada necesita una previa ascesis que desmontando desde dentro la infinita potencia del amor (eros) haga brotar la (fría) inteligencia, la sobriedad del ojo. Para convertirnos en punto la amada debe implosionarse, invertir los ojos en sus cuencas, dejar que el frío metal o la lunática navaja atraviese la retina y ubique un eje de coordenadas, un marco de civilización: la Forma - qué razón tenías Platón, viejo zorro.

Y la Forma (o las formas, seamos posmodernos) llena el espacio blanco del plano de un conjunto indefinido (aunque definible) de posiciones posibles en las que el amado puede moverse. Y así, convertido en punto, puedo definirse sin estridencias de la amabilidad al deseo, de la pulsión sexual a los esponsales y de estos a la amistad y el saludo sonriente, de la apatía a la exaltación, y todo ello sin que en el ir y venir se congestione el sistema. La mirada amante, sin tratamiento, es incapaz de romper el marco de l
as grandes palabras e imposibilita el tránsito de la pasión lúbrica a la amistad o la camaradería de los transeuntes. Revienta. Nos revienta.

Soy un punto. Nada: ni amante ni esposo ni amigo ni voluptuoso sexo ni pasos acompañantes en el camino. Y lo puedo ser todo, bien ubicado en el marco de coordenadas. Ser abstracción, como el destinatario de la carta antes de su materialización, como el que habita al otro lado del chat. Nada formalizada, dispuesta a mil destinos en su movimiento por el plano y las coordenadas. Una flor en un círculo. Tan cruel o tierna como desees dentro del marco de lo posible, del juego que define la mirada.

Que lo seres humanos despreciemos esta posibilidad y siglo a siglo, amor a amor, nos pulvericemos en las torpes manos del ojo nuclear de Eurídice, dice poco de nuestro talante espiritual. Enigma de esfinge: ¿ por qué preferimos despedazarnos?.

Imágenes: Yves Klein: Archisponge- Re11 (1960)
Buñuel: Un perro andaluz (1929)
Robert Mapplethorpe: Gardenia (1978)

miércoles, 4 de noviembre de 2009

CONCRECIÓN (DOS)



Estoy rodeado. Queriendo ser abstracto me deslizo en lo concreto. El anhelo de lo concreto me sumerge en lo abstracto.

Ayer decía que quería hacer daño y, por ello, me quería hundir en la abstracción. Dañar desde la abstracción es cruel e inhumano a la par que elegante (como vestir de negro). Un navajazo - ejemplo de concreción - es mala tarjeta de visita pero tiene algo de tierno e ingenuo comparado con los zarpazos de la Divina Providencia que caen sin sombra ni huella. En plan hostión cosmogónico. De repente uno empieza a tener mala suerte y todo se tuerce. Como en el caso del santo Job (el bíblico, no el de Rajoy). Te están haciendo daño pero no ves ni cara ni mano ni carta de despido. El daño cae como la lluvia pero ¡ no ves las nubes!.

Decía ayer que necesitaba ser desagradable, morder los labios que me besan, escupir al que me ayuda a levantamte del suelo. Toda la parafernalia punk-destructiva: cortarme con la cuchilla la autoestima justo por encima de la tetilla, como Sid Vicius. En la cima de la crueldad escribí "ojo del culo" -aunque lo suavicé como cita culta rimbaudiana - e hice enseñar a la Caridad su vagina al Vicio (sin tocar, sólo ver). Estaba malo yo ayer. Uff, me asusto.

El ángel de la guarda, en su esquina, se ríe de mí. Proclama(sin necesidad de trompetas):

- ¡Pero que a bulto eres! ¿Dónde vas con toda la tontería del dañar!¡Y encima dañar con lo abstracto! No sirves tú para eso. Sabes que todo tu tránsito por el mundo de la filosofía y la metafísica ha sido un engaño. Has logrado timar a algunos durante un buen rato - hasta te pagan por hacer eso para lo que, evidentemente, no estás dotado. Pero eres consciente- sin necesidad de mis consejos - de que no puedes acceder al mundo especulativo. Todo lo terminas convirtiendo en formas concretas, en imágenes y caricaturas. Para ser metafísico te falta frialdad; por constitución estás imposibilitado para acceder a la contemplación del desgarro de la realidad. Eres más tierno que el día de la madre...


Mi ángel de la guarda me hunde . ¿Comprenden por qué soy tan depresivo? No es por vicio. Entre la Providencia tocándome las narices con la mala suerte de perfil bajo (muy postmoderna conmigo la Providencia, ya podrá con los débiles que decía uno de los hermanos Costa) y el ángel riéndose de mis proyectos, tienen que comprender que no levante cabeza y llegue a ser con mis amigos (poquísimos, claro) no sólo retorcido (ingenuamente retorcido) sino plasta, pesado y desagradable.

Pido perdón. Ya no voy a ser dañino (ni abstracto).

****

Escena uno: Una joven parisina suministra a su coche el combustible equivocado. Total que el coche se para. Su joven acompañante se toma una bebida isotónica y comienza a empujar el vehículo para aparcarlo en un lugar adecuado en espera de la llegada del servicio mecánico. Luego se acerca a la chica y la consuela cariñosamente. Esto es concreto y bonito. casi huelo el perfume de la chica y noto las gotitas del refresco en mi garganta. Escena dos: En un banlieu un macarrilla monta un pollo de cojones a su chorba porque ha echado gasoil al coche de gasolina. Empuja el coche blasfemando e insultando a la joven que se marcha llorando a casa. Esto también es concreto pero feo. Si el protagonista de la primera historia es Andrea Casiraghi el hecho concreto y bonito se convierte en noticia de la revista de corazón que he leído en la peluquería. El griterio del segundo hecho - el feo - se nos muestra como casticismo etnográfico o violencia de género. Qué el coche de la novia de Andrea sea un mercedes y lo tenga a todo riesgo importa poco para la revista(se hace noticia a pesar de); que el tipo desagradable esté en el paro y la avería del coche le deje sin vehículo tampoco es relevante. Ambos hechos concretos se han tornado, de repente, abstractos y toda la descripción, si me apuran, se convierte en demagógica.

***

Dice el Diccionario de la RAE:

concretar.

(De concreto).

3. tr. Reducir a lo más esencial y seguro la materia sobre la que se habla o escribe.

4. prnl. Reducirse a tratar o hablar de una sola cosa, con exclusión de otros asuntos.

abstraer.

(Del lat. abstrahĕre).

1. tr. Separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción.


Conclusión: Concretar es abstraer.Y todo es metafísico. Por eso, como no tengo talento para la meditación metafísica, no me se mover en el mundo de lo concreto. Soy un desastre. Creo que debo dedicarme sólo a ver flores.

Imagen: Robert Mapplethorpe, Anémona