martes, 3 de noviembre de 2009

ABSTRACCIÓN (UNA)


Quiero hacer daño. Ya saben: romper, rasgar, abrir heridas o echar sal en las que parecían curadas. Desgarrar. No siempre va a ser uno pseudopoeta. A veces me da una vuelta el alma y retorno a las viejas vocaciones metafísicas. Así que, vale, ya saben: voy a hacer daño. No digan que no lo advertí.

Descartada la herida a los malvados (porque se lo merecen y es justo su castigo), podría hacer daño a aquellos que muestran interés por mí, a los que se preocupan por lo que escribo o siento, me quieren, me dan palmaditas en la espalda y dicen: buen chico, oh qué sorprendente eres, qué estilo (y bla, bla, bla). Estaría guay. Sin embargo, si es cierto - como mantienen Cristo o Buda - que el egoísmo es la raíz de todos lo males, puestos a hacer daño lo mejor será reservar la mayor parte de la violencia para mi mismo. Y me desgarraré sin pretender ser para nada víctima propiciatoria. Verteré mi sangre sin vocación mesiánica, ajeno al sacrificio. Por capricho. Mi dolor no te salva, hermana.

Escucho el nuevo disco de Norah Jones y encabezo mi escrito con una imagen floral de Robert Mapplethorpe, dos especialistas bien distintos en eso de hacer daño. La cala de Robert, ¿sólo yo la siento hiriente? Es la herida de la frialdad absoluta, la quiebra definitiva de las relaciones inmemoriales entre el humano y la foresta. Nada que añadir a la evidencia de la extrema damnificación emocional a la que me conduce Norah Jones -- aunque intente disimular poniéndose unas botas viejas y sucias o adopte poses de mujer post-lolita.

Quiero dañar y, por eso, recurriré a la abstracción. La pintura abstracta nace para jorobar, chinchar, provocar rabietas (aunque algunos se coloquen el dedo índice en el mentón para intentar comprenderla). Sin embargo estoy falto de práctica. Me quedo perplejo en la intentona y confieso que no sé a qué me refiero con eso de lo abstracto.

Especulo:

Y pienso que abstracto tal vez sea la conversión de la lengua en sinvivir gramático. Digo:

"Knggo-Iklepts - Gruugripoiu"

Pero la musicalidad no me resulta adecuada cuchilla para comenzar a rasgar mi pecho justo por encima de la tetilla, al modo Sid Vicius pero sin bajo ni versión de My Way. Así que dejo la música - abstracta ella de por sí - pero que, sin duda, amansa a la fiera que llevo dentro. Y mi fiera necesito tenerla cabreada para hacer daño.

Y pienso en el agujero del culo de Rimbaud. Ese (Eso) sí que es un lugar metafísico, abstracto y más escatológico que la divina providencia. Y hace daño (repitan, si quieren, el sintagma). Desde que Arthur le dedicó el célebre poema, ese lugar habitual ( y cotidiano) de la vida humana (y animal) se tornó en el Espacio Oscuro por excelencia(ni cotidiano ni animal). Pura abstracción. Si uno lee al poeta en serio, debe de sentir cada vez que va al cuarto de baño una elevación platónica mareante y cruel, merecedora de colonoscopias dialécticas (Toda colonoscopia es dialéctica). ¿Comprueban como daña la abstracción aunque sea poética? De los viejos he aprendido que a partir de cierta edad el tema de nuestro tiempo deja de ser la globalización o las TIC y comienza a ser "si hoy he salido o no", como decía mi abuela. La sublimación de Rimbaud, la abstracción absoluta del orifico, nos condenará al estreñimiento. Fijo. (Nota: Obvio las alusiones a las prácticas sexuales porque ya he dicho que quería hacer daño).

Y pienso que, quizás, escribir en abstracto (para dañar) sea hacer un remix de los autos sacramentales de Calderón. Teatro de conceptos. Así, podría llevar a las virtudes teologales a sus límites e imaginar que la Caridad le dice al Vicio, levantándose las faldas y mostrando su cosita:

- Se ve, pero no se toca (como dice mi hermana la Fe, aunque ella no lo enseña. Yo sí, por evidente coherencia con mi nombre).

Alguien puede reirse de todo esto. Pero que quede claro que estoy haciendo daño.

Estas abstracciones no me provocan, en el fondo, tanto dolor ni me desgarran. Y creo que si quiero hacer daño debo abstraer aún más y partir (minimalista) de un punto en un plano y narrar su imposible romance. En el fondo, quizás, nada haga más daño que la geometría y todo su abanico de emociones.

Mañana, la antihistoira de un blanco punto en un impoluto plano.

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