sábado, 21 de enero de 2006

ALGUNAS NOTAS SOBRE EL SISTEMA NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ESPAÑOL (II)


En un artículo reciente – Juventud Investigadora -, José Pedro Calvo Sorando, director general del Instituto Geológico y Minero, reflexionaba sobre la carrera del investigador joven en España. Por lo que parece, el número de estudiantes atraídos por las enseñanzas científicas que se ofertan en la universidad está menguando. Hay sequía de vocaciones científicas e investigadoras – en contra de lo que sucede en la India o Corea. Sin embargo, los informes nos plantean la necesidad de contar con 60.000 nuevos investigadores en el 2010 para no perder el tren tecnológico . Calvo Sorando se pregunta:

"¿Qué hace que la enseñanza preuniversitaria sea tan escasamente motivadora
de la ilusión por las ciencias? ¿Ven los jóvenes tan escaso el mercado de
trabajo científico-investigador como para decidir no aventurarse por ese
camino? ¿Es quizás la imagen de lo científico-técnico tan aburrida que
induce a la pereza, acomodadas como están nuestras nuevas generaciones a un
mundo repleto de imágenes concretas y accesibles?”

A
la vez – para rizar el rizo del problema – se insiste en que los estudiantes llegan a la universidad con niveles de formación bajos, los abandonos en estas carreras son muy elevados (dada su dificultad y la importancia de la constante actualización) y las empresas siguen demandando profesionales con un perfil especializado (para no tener que ofrecer formación añadida de urgencia). En su artículo, Calvo Sorando se muestra esperanzado si adoptamos medidas que permitan una formación importante en el ámbito europeo de la educación y si se incrementa de manera sostenida la inversión en I+ D.

Desde luego, tendremos vocaciones de investigadores si se plantea un horizontre de trabajo ilusionante para los jóvenes. El esfuerzo de formación que se exige – en todos los campos – no puede fundarse (sólo) en místicos amores a la ciencia. Hay que ofrecer un futuro.
Ahora nos podemos quedar con una de las preguntas que el autor de este artículo dejaba en el aire:”¿Qué hace que la enseñanza preuniversitaria sea tan escasamente motivadora de la ilusión por las ciencias?”.