sábado, 11 de febrero de 2006


La promesa de la técnica moderna se ha convertido en una amenaza, o la amenaza ha quedado indisolublemente asociada a la promesa” (....) “¿Qué podrá servirnos de guía? ¡El propio peligro que prevemos! Es en sus destellos procedentes del futuro, es en la mostración anticipada de su escala planetaria y de su calado humano, donde primeramente podrán descubrirse los principios éticos de los que se derivarán los nuevos deberes del nuevo poder”(Hans Jonas: El principio de responsabilidad)


La técnica – y en especial la biotécnología – nos abre un futuro que, como Jano, muestra una doble faz: promesa y peligro. Como bien apunta Jonas en el texto recogido arriba, ambas son dimensiones de futuro y un análisis racional de las mismas debe tomarse en serio la dimensión temporal. ¿Cómo razonar sobre el futuro si este se nos ofrece lleno de novedad y, por lo tanto, no basta el mero recuerdo del pasado? Hay riesgo.

El riesgo es una situación que nos remite a dos focos :

a) El riesgo puede predecirse racionalmente pero sólo de un modo probabilístico. Es decir, la objetividad de las predicciones es débil, cuestionable e interpretable según sea quién analiza los hechos y hace el pronóstico.

b) Por otro lado, la idea de riesgo supone una decisión valorativa (subjetiva: cada individuo tiene un límite de riesgo tolerable que depende de su situación de salud, de sus creencias etc.) que exige un consenso de grupo (intersubjetivo) porque decidir el riego que se corre es algo que un individuo sólo no puede hacer efectivo . Se exige la política para mover el poder.

En definitiva, ni las predicciones objetivas sobre el riesgo tecnológico que nos ofrecen los “expertos” son tan objetivas ni las decisiones valorativas sobre qué estamos dispuestos a aceptar son tan subjetivas. Parece que el diálogo se impone.

Aristóteles decía en su Política que el jefe era aquel capaz de prever y ordenar los medios para alcanzar los fines adecuados. Hoy podemos esperar la llegada de un jefe ( “los que realmente gobiernan el mundo”) o luchar por una democracia participativa más exigente con todos desde la cual tomar decisiones de esperanza y amenaza. Podemos seguir viviendo como si no fuesen precisos deberes ( sabiendo que EL QUE NADA DEBE HACER NO TIENE PODER) . Si queremos tener capacidad de actuación sobre nuestras vidas, se exigen nuevos deberes y nuevas exigencias (éticas y políticas) para la nueva era de la biotecnología.

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