La escuela adolescente. Lugar extraño en el que los virus flotan en el aire y se pegan a pechos incipientes( o ya no tanto) convirtiendo el periodo prejubilación de los brahmanes que en ella habitan – con sus viejos ritos de listas de reyes godos – en senda del ambulatorio al cadalso. Sigo manteniendo que en esos espacios de sacrificio – las aulas – la Ley es el rey lejano que sueña con pueblos bucólicos tipo Sissí o con campos de batalla heroicos donde la injusticia se vence compensatoriamente a través de la espada y la lanza integradora.
Esperamos, no obstante, ansiosos, desarrollos legislativos. Y nos imaginamos como en una película de el Gordo y el Flaco (cuyo título no recuerdo)en la que los protagonistas eran torturados en una cama de estiramiento y contracción – al modo de Procusto - y acababan menguados y contrahechos. Pues lo mismo con la filosofía después del gran timo de la EpC y en espera del bachillerato que quizás pinte en bastos..
No obstante aunque la Ley nos mengue y en la debacle uno sea tentado por la Huida - ese espacio sin mocos y palabras huecas que se dice existe en el plus ultra -se impone el cumplimiento del deber, el Dharma del maestro que adquirimos en antiguo tiempo.
Aprendamos del príncipe Arjuna, en el Bhagavad Gita. El príncipe Pandava también se siente apesadumbrado ante la cruel batalla en el que ha de matar a sus propios parientes y desearía optar por la deserción . Su auriga –Krishna travestido - le argumenta sobre la necesidad del combate en nombre del deber que como guerrero tiene. Se nos impone el deber y como abandonemos esa senda sólo nos quedan dos caminos – según Krishna – la sabiduría del solitario o la devoción. El resto es sombra.
La escuela es espacio de mocos lo diga la LOE o la difunta LOCE. Y en los pechos incipientes es preciso tatuar listas de reyes godos y semillas de las trayectorias soñadas por – esperemos – algunos de los mejores de la especie.
Esperamos, no obstante, ansiosos, desarrollos legislativos. Y nos imaginamos como en una película de el Gordo y el Flaco (cuyo título no recuerdo)en la que los protagonistas eran torturados en una cama de estiramiento y contracción – al modo de Procusto - y acababan menguados y contrahechos. Pues lo mismo con la filosofía después del gran timo de la EpC y en espera del bachillerato que quizás pinte en bastos..
No obstante aunque la Ley nos mengue y en la debacle uno sea tentado por la Huida - ese espacio sin mocos y palabras huecas que se dice existe en el plus ultra -se impone el cumplimiento del deber, el Dharma del maestro que adquirimos en antiguo tiempo.
Aprendamos del príncipe Arjuna, en el Bhagavad Gita. El príncipe Pandava también se siente apesadumbrado ante la cruel batalla en el que ha de matar a sus propios parientes y desearía optar por la deserción . Su auriga –Krishna travestido - le argumenta sobre la necesidad del combate en nombre del deber que como guerrero tiene. Se nos impone el deber y como abandonemos esa senda sólo nos quedan dos caminos – según Krishna – la sabiduría del solitario o la devoción. El resto es sombra.
La escuela es espacio de mocos lo diga la LOE o la difunta LOCE. Y en los pechos incipientes es preciso tatuar listas de reyes godos y semillas de las trayectorias soñadas por – esperemos – algunos de los mejores de la especie.
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