domingo, 9 de marzo de 2008

FAMILIA, PRIVACIDAD Y ENSEÑANZA OBLIGATORIA (I)


Como profesional de la enseñanza debo decir que toda la polémica de la Educación para la Ciudadanía (EpC) me resulta tediosa a fuerza de decepcionante. No insistiré en el tema y, como ya dije en otra anotación, que se coman con patatas el engendro de una hora semanal tanto aquellos que la ensalzan como aquellos que la deploran. Ahora bien: ciertas ideas de fondo que se han deglutido ( o licuado) en el ínterin de la disputa sí me resultan de interés permanente como observador de la Escuela.


1.- En sus programas “Reeducación para la ciudadaníaGabriel Albiac (ver, si se quiere) ha puesto en conexión no contingente el proyecto de la EpC con la Ciudad de Dios de Savonarola o con la Ciudad de la Virtud de Robespierre (vean). En ambos proyectos el Estado, envuelto en la bandera de la Ética y la Justicia, rompía el espacio de la vida privada del pueblo. En la defensa de esa privacidad cita Albiac a Saint Just, un anti –EpC avant la lettre . Quizá se refería Albiac a textos como el siguiente:

“La primera de todas las leyes sociales es la garantía y la independencia de la vida. (...)Todo ciudadano debe vivir de su campo y enriquecerse de su oficio o de su industria. He dicho en otra parte que el principio de la vida social era la propiedad porque sin ella no habría más patria que los barcos que recorren las factorías del universo..' (Saint-Just"Sobre la Naturaleza, sobre el estado civil de la ciudad o las reglas de la independencia del gobierno")

En este punto asumo con Saint Just y Albiac la relevancia de la privacidad, la importancia capital de preservar el espacio de lo privado en la república – el espacio de la libre actividad y el juego de la competencia entre individuos y en el que la ironía (Rorty) puede jugar sus cartas sin límite ni responsabilidad alguna (salvo el propio genio o la personalísima lógica). Además, creo que es (o debe ser)posible acordar un espacio de privacidad y definir su extensión, siendo esta cartografía una de las tareas esenciales de los legisladores y los ciudadanos.
Ahora bien: en la misma línea del republicanismo no conviene olvidar lo que sigue en el texto de Sain Just:

“ He dicho que no habría que dividir los campos sino determinar el máximo y el mínimo de propiedad con el fin de que hubiese tierras para todo el mundo y que los miembros del soberano libres por una ilusión no fuesen en realidad esclavos de las primeras necesidades”.

La propia apelación a la privacidad exige establecer unos “máximo y mínimos” no con la idea de entrometerse en la privacidad ni definirla desde fuera sino de remarcar el impuesto o tasa de responsabilidad pública o civil que garantice ese espacio de privacidad para cada uno (libertad y seguridad) y para todos (igualdad y justicia). No querer reconocer esa tasa e insistir en el derecho a la privacidad en horizontal y vertical o implica engañar o, si se es coherente, nos ubica en un modelo libertario individualista radical o en un estado de depredación hobbesiano. Personalmente me parece una obviedad que la privacidad y la individualidad son realidades definidas socialmente al menos en el sentido de que no son gratis o de suyo o por naturaleza.

Así las cosas, la cuestión que se plantea es cómo podemos definir esos máximos y mínimos de la privacidad (asunto de la ética y la política) y, en el caso que nos ocupa, cómo nos encargamos de transmitir a las jóvenes generaciones el deseo libertario de privacidad y la exigencia republicana de responsabilidad.

¿ES EL ESTADO O ES LA FAMILIA(Y LA TRIBU Y EL PÚLPITO) o AMBOS EL ENCARGADO DE LA FORMACIÓN EN LA RESPONSABILIDAD?

NOTA: Obviamente dejo de lado la alternativa libertaria -individualista y la libertaria-comunitarista porque ambas van más allá del Estado (o la república) y de la misma familia. No las atiendo por circunscribir el discurso, no por falta de interés.

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