domingo, 30 de marzo de 2008


Día 29 de febrero, 8,00 de la mañana. No suele ocurrir pero esta mañana los alumnos nos han recibido de pie y con una sonrisa fraterna por saludo. Parecen dispuestos a todo ya a primera hora. Sin embargo, la maravillosa escena no es fruto del sueño o del síndrome del burn out o del profesor quemado. Suele ocurrir cuando el aula es sustituida por el espacio móvil de un autobús que nos conduce a algún sitio de esos que suelen llamarse de interés cultural. El instinto nómada habita en el interior de los jóvenes que parecen preferir la aventura del viaje al cierre de la mente entre libros y pizarras. En esta ocasión nos dirigimos a Madrid. Las asignaturas de Historia del Arte y CTS llevamos varios años desarrollando estas salidas interdisciplinares con los alumnos de 2º de bachillerato. Hoy visitaremos el Observatorio Astronómico Nacional y el Museo del Prado, además de caminar por ese espacio privilegiado que es el Retiro.

Madrid ,OAN. 11,00 horas. Un joven becario cordobés -especialista en las etapas iniciales de la formación de estrellas- nos muestra el recinto del Observatorio Astronómico y el pequeño museo que se despliega dentro del hermoso Palacio de Juan de Villanueva. A la salida el amable astrónomo habla con los chicos de la carrera del científico. “¿Cotiza el joven investigador a la seguridad social?” – preguntan los sandovalinos. El astrónomo reconoce que aún no tiene asegurado su futuro ni es el más rico de sus amigos. Sin embargo, lo que ha visto y vivido en sus años de doctorado es una experiencia formidable a la que muy pocos tienen acceso. Nuestros alumnos miran y escuchan escépticos. Me acordé, atendiendo al diálogo, de Roy Batty el replicante protagonista de la película Blade Runer: “ He visto cosas - dice Roy Batty - que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión; he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.

Retiro, 13,00 horas Habíamos aleccionado a los alumnos sobre la historia y estructura arquitectónica del parque del Retiro. Dispuestos a hacer carne las explicaciones iniciamos nuestra travesía por los Jardines. Sin embargo, pronto nuestro objetivo cambió. IO– seguidora insobornable Tim Burton – nos aseguró que la famosa escultura del Ángel Caído de Ricardo Bellver se encontraba – exactamente – a 666 metros sobre el nivel del mar. Además, en las cercanías de la escultura existía una inscripción de luciferinas alusiones. Yo llevaba en la carpeta unos textos de William Blake para ilustrar el paseo y promocionar la enseñanza bilingüe que dominará la escuela en pocos meses, pero el temor me paralizó. Siempre es mejor no invocar a las fuerzas que no nos invitaron a sus ontológicos banquetes...

“And the original Arcángel, or posesor of the command of the heavenly host, is call´d the Devil or Satan, and his children are call´d Sin & Death”

Por cierto, el Instituto Nacional de Meteorología nos dice que Madrid se encuentra 655 metros de altitud. ¿Alcanza el Ángel caído con su dedo o sus alas el fatídico 666?

Nos fuimos hacia el Palacio de Cristal para que la luz filtrada por vidrios y ramas nos despejara. Una pareja, en los jardines, practicaba Tai Chi. Alguien quiso imitar sus pulcros movimientos (con menos gracia). En el estanque algunos alumnos montaron en barca. Es posible que dentro de unos años ese sea el recuerdo que permanecerá en su memoria.

Puerta Murillo, Museo del Prado, 15,30 horas Hace muchos años, cuando era estudiante de instituto, me llevaron al Prado y un amigo y yo hicimos lo que los alumnos nunca deben hacer: Separarse del grupo. Nos dirigimos como almas que guía el diablo a contemplar el Jardín de las Delicias de El Bosco. Pasábamos de Velázquez y Murillo. Allí nos tiramos nuestra buena media hora atendiendo a todos los detalles del alucinante paisaje en libre lectura. Los alumnos no deben nunca escaparse, lo sé, y pido disculpas ( casi treinta años después) a mi profesor o profesora. Sin embargo, hay desobediencias que merecen la pena. Hoy hemos visto la obra de Hieronymus van Aeken sin necesidad de escaparnos y con un buen guía.

A las 18,00 horas estábamos en el autobús. Alguien había comprado una zapatillas Victoria. Leo en la Web que están de moda. Me acuerdo de Marinetti: “Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia”. La zapatilla Victoria entró en el Museo.

Fin El filósofo Wittgenstein decía de su libro Tractatus: “Mi obra se compone de dos partes: de la que aquí aparece y de todo aquello que no he escrito. Y precisamente esa segunda parte es la importante”. Los viajes de estudios deben tener claros sus objetivos y delimitados sus márgenes de trabajo. Sin embargo, detrás del viaje oficial hay otro que será el recordado y, por ello, dentro de unos años será el importante. Me gustaría que los alumnos tuvieran el deseo de contarnos esos viajes no escritos ni programados. Lo que quizá sea un fragmento de su memoria en el futuro. Ahí queda la invitación.
(Esta anotación ha sido publicada también en la blog CTS abierta para el trabajo directo en clase. Espero que los alumnos presenten su versión del viaje en los próximos días).

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