lunes, 3 de octubre de 2005


Casi ochenta años después de su estreno Metrópolis , mantiene intacto su encanto y su desazón. Fritz Lang nos legó un brillante ejemplo del más intenso expresionismo alemán. Las imágenes de la película son iconos de una estética oscura, barroca, con sugerentes perspectivas subjetivas que irradian en el mundo exterior las inquietudes del personaje. Como Munch y su Grito, el mundo vibra en el expresionismo abierto en canal al ser humano. Metrópolis es, para siempre, un conjunto de imágenes que nos van a nombrar el futuro, abierto a la belleza y la angustia a partes iguales.
Se ha acusado a Metropolis de contarnos una historia simple e incluso ñoña. Chico rico conoce a chica pobre (pero honrada). Ambos, tras arduos esfuerzos, lográn mediar entre los corazones endurecidos de dos familias rivales ( los ricos empresarios y los pobres trabajadores). Final feliz (o al menos esperanzado). Romeo y Julieta sin tragedia. La revolución bolchevique sin ejecuciones. Cristianismo en bote - como llaman en el Mundo feliz de Huxley a la omnipresente droga soma.
¿Cómo pretenden, diríamos hoy nosotros que nos sentimos tan cínicos,
hacernos tragar una historia que resuelve las contradicciones sociales y aquellas
otras que se forman entre el poder, la sociedad y la tecnología, recurriendo al
expediente del amor?

Metropolis, en su aparente tontuna argumental, entre su estética futurista - o junto a ella o gracias a ella o como sombra de ella - mueve un discurso teológico. Se habla del poder. Y del poder total y deshumanizado que puede apoderarse de los hombres que, desde luego, son cualquier cosa menos totales y absolutos.

Los humanos creamos ídolos y la gran civilización científica y tecnológica es uno de ellos. O puede serlo. Pero los dioses exigen sacrificios. Sin amor, en efecto, o sin valores de simpatía universal, podemos considerar normal que algunos humanos vivamos las gracias del nuevo dios sobre la caverna del sacrificio de los que nada tienen (ese 30% de la humanidad que no ha hablado nunca por teléfono o esos 1600 millones de personas que no pueden acceder a la electricidad).

Hay un mundo subterráneo, en efecto, como nos cuenta Metrópolis. Un mundo que puede permanecer oculto mil años o puede escupirse como huracán sobre las fronteras de la sociedad que vive en la cara amable.

Los dioses enmascaran sus caras o muestran sólo la que les conviene para mantener la farsa del poder. Los humanos nunca podremos dar una paso más largo que el de nuestras piernas, como decía Montaigne.

Que disfruten de la película.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Una pelicula pastelón que esconde un mundo subteraneo que desea ser desenterrado? ¿Expresionismo, futurismo y una leccion teológica?
Tendremos que decidir si todos los elogios que has echado son justificados o si por el contrario es publicidad engañosa, pronto saldremos de dudas.

Anónimo dijo...

Ya que el nombre no triunfó la otra vez, esta vez en anonimo te dire que no llegaras a conocer mi identidad. Un gesto vale mas de mil palabras, incluso sin rotulos de aclaracion.

Anónimo dijo...

la peli ha estado muy bien aunque no me enterado mu bien asi que podias explicar las cosas principales de la peli

Anónimo dijo...

No ha estado tan mal, ¿no? Unicamente nos reimos con los sensuales movimientos de María, no se como la Obregón no les añade a su coreografia de la serie.
En serio, ha sido muy interesante provar nuevos formatos de cine y descubrir ese expresionismo tan lejano a nosotros. El fondo de la trama no es que estuviera muy currado, pero el enfoque ha sido muy original, sobre todo el marco de la historia, los decorados, espectaculares y los actores en su sitio, pero el final... un poquito seco. ¿Un apretón de manos?
De todas formas se merece el aprovado. Ahora hay que ver si Blade runner lo supera.

Anónimo dijo...

aunque me perdí el final se supone que lo que cuenta es la intención. la idea futurista es buena y a primera vista original (aunque haya que verla en blanco y negro), sobre la técnica expresionista no puedo opinar porque practicamente no se de que va.
sin duda es la mejor película que hemos visto en clase de CTS.
pd: la mayoría de los diálogos son prescindibles (ironía)

Luis González dijo...

Gracias a todos por los comentarios. La película debe servirnos para ver reflejada una cierta emoción del hombre contemporáneo ante la ciencia y la técnica (ese miedo y fascinación que define según Mitcham la actitud postmoderna-romántica). Por lo demás ver las primeras grandes películas nos debe servir para comprender el alfabeto d elas imágenes