lunes, 8 de octubre de 2007

Apocalipsis y precariedad predictiva

Habla Miguel “Boulesis” del Apocalipsis y su presencia (o su sombra) e incluso de un deseo oculto de que el acontecer – el único acontecimiento que merece ese nombre ¿no es el Apocalipsis? - tenga lugar. Algo sucede y se interpreta como diabólico, auténtico 666: ruido y furia, riesgo feroz, injusticias que enmudecen al mismo Dios, verdades incómodas, hipnotismo generalizado... El que desea el Apocalipsis o lo diagnostica o lo cifra(en tesis, en poema, en relato, en fórmula) se siente, en el corazón de la pesadumbre, iluminado. Filósofo y profeta

El Apocalipsis es un género – todo un clásico – y muchos somos los aficionados al mismo. En mi caso llevo ya mucho tiempo esperando la novedad, el golpe del sentido o la iluminación. Demasiado joven para morir, demasiado viejo para el rock´n´roll – me digo. El Apocalipsis es la lista de créditos de esta película tragicómica, donde se anuncian al ingeniero de sonido, se pone nombre a esa melodía que tanto nos ha gustado y se nos dirige hacia el autor de los efectos especiales que nos partieron el alma del susto. Supone el fin de la película, claro, pero ¿no estamos cansados de la trama?.

Cuando pienso en el Apocalipsis traigo a mis mentes a Boecio – esperando la muerte y consolado por la filosofía en el fin del Imperio. ¿Percibió Boecio el límite último de su mundo? No nos engañemos, todo llegó con excesiva familiaridad. Por eso cabe nombrar el suceder como “agónico” porque no fue “golpe de mano de la providencia”.

Creo que el grado de conocimiento que implica el diagnóstico apocalíptico es demasiado para nuestra precariedad espiritual. Pienso que, de darse un genuino cambio radical, si lo auténticamente Otro se anunciara con jinetes pálidos de “fame, bello et peste”, no nos enteraríamos, el suceso tendría lugar como en otra dimensión y sólo pasados los años, ya muertos, cabría vivenciar la mutación. Dicho de otra forma: sólo un Cagliostro - o el célebre Vlad el Empalador - que pudiera recorrer humanamente las centurias en virtud de pócimas o filtros egipcios aprehendería el cambio. Sin embargo, cuentan los relatos que la vida del no muerto es, más bien, aburrida. Como si nada fuese novedoso.

No negamos, por tanto, la magnitud de los problemas pero quizá tampoco sea correcto abrir puertas de Apocalipsis que, en muchos casos, hipnotiza más que despiertan conciencias y nos hacen esperar que Alguien nos salve(¿ese dios por venir?).

Que la filosofía nos consuele.




1 comentario:

Anónimo dijo...

De nuevo el nihilismo,
nihilismo y misticismo
http://antesdelascenizas.blogspot.com/2007/10/anlisis-lgico-de-la-esencia-del_18.html