martes, 23 de septiembre de 2008

INICIO DE CURSO: RENOVACIONES NUPCIALES

Yo, permítanme mostrar mis cicatrices a modo de suplemento verificador, aprobé unas oposiciones para ser profesor de filosofía en 1988. Esto significa que, si no fallan los cálculos, llevo veinte años en este negocio y merecería un descanso o año-todo- sábado para reponer fuerzas y alimentar un poco más mi alma. Sin embargo tengo que conformarme con las tardes bloggeras y el canto lanzado a la infinidad de la web, al modo de lo Uno desbordándose en el proceso emanatista ---- si bien Éste se eyacula a sí mismo por gloria de perfección y yo, más modestamente, sólo me consuelo como puedo y lamo mis heridas con el cariño de otros. En fin, no están tan mal las cosas.

Comencé a trabajar sin haber dado una clase delante de alumnos. Dicho de otro modo: entré aún virgen (pedagógicamente) en el aula de 3º de BUP D del Instituto de bachillerato Maestro Gonzalo Korreas de Jaraíz de la Vera. Desde entonces creo que la mayor parte de los días me siento bien llegando al aula y trabajando en ella. Me sigue excitando profundamente tratar de traducir el orden de las ideas para llegar a los chicos y hasta enamorarlos de esos objetos libidinosos que son las palabras. (Entro en clase a las ocho quince. Miro al auditorio. Vamos a calentarnos. Pregunto a X por Heráclito y el devenir, por el fuego y la lucha. Algunos alumnos se despiertan. De repente un grupo significativo de teenagers está en la abstracción. Pienso : nos dan un espacio para hacer esto y a mí me pagan. La civilización ha llegado a un buen sitio. Amo el mundo y a la humanidad). Ésto no significa que me gusten los “adolescentes” como especie biográfica. Siendo padre de dos tengo más que cubierto el cupo. Como decía un colega “la adolescencia es, sencillamente, un rollo”. Pero trabajar con ellos me parece una tarea por la que, en ocasiones, podría pagar.

Todo es maravilloso sí, y me reafirmo en mis compromisos nupciales con la escuela. Sin embargo, es una evidencia que hay heridas provocadas por el verdugo de los caminos. Más allá de la edad y de las polémicas políticas, mi gran pérdida en estos años no ha sido en honor o consideración social. He perdido horas de dedicación a cada grupo – respecto al BUP, hemos pasado de 4 a 3 (pasar de 4 a 3 es un salto importante: más que una reducción de 3 a 2 y sólo comparable al desastre apocalíptico de la ética con la caída de 2 a 1. Uno es casi cero). Considero que el trabajo en el aula exige tiempo para poder probar todas las estrategias y usar todos los elementos que las experiencias nos ofrecen. No se sorprendan ahora si les digo que si por alguna razón me dejara tentar por el abandono la raíz de ello estaría en esta reducción de horas-grupo. La fragmentación acaba con la vocación. En este sentido envidio a los profesores de primaria. Las actuaciones legislativas que han reducido las horas/materia han sido dañinas para mi placer y mi experiencia del trabajo escolar (también para el sistema en sí). No creo que haya vuelta atrás y no confío en la conjura de los tiempos. Intentaré seguir disfrutando con esa traducción al mundo de los adolescente – esos seres inaguantables - de las viejas ideas, me da igual si útiles o inútiles, creadas por esos inaguantables pensadores.

2 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...

Aterricé en esto de la enseñanza de manera muy similar en el 89. Aunque aquí en la Comunidad Valenciana pasamos de las 4 horas a 3 y este curso de 3 horas a 2, (hablo de la filosofía -y ciudadanía- de 1º).

Así que temo que esto se acabará por incomparescencia.

Un saludo.

Luis González dijo...

Triste destino. las renovaciones nupciales tienen mucho de voluntarismo y ceguera.