Animado por el Pájaro de China que dice:
"Seamos traperos de la historia (mostrame tus "acompañamientos", Lug, los que están encima de los estantes de tu biblioteca)"
enseño hoy, desobedeciendo, el azar de mi mesa como historia del presente. Otro día, quizás, muestre los "acompañamientos" que habitan los estantes.
Podría decir que el estado de mi mesa es isomórficamente el mapa de mi alma.
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De izquierda a derecha,
de arriba a abajo
como quien lee
de arriba a abajo
como quien lee
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El chiquitín, portátil ligero y suave con teclas que parecen un paseo de ciudad del norte en invierno. Lluevo la bicefalia sobre el pavimento del teclado. Lluevo lágrima e ira y el golpe en la tecla (escribo con dos dedos) me provoca placer orgánico en las proximidades prostáticas. Acupuntura erótica. Escribo porque me da placer (o me limpia de malestares). Poco profesional, lo sé.
En el chiquitín todo se pierde en la extraña pantalla - apenas un párrafo -, visualmente tan distinta de la página impresa. Ahora, sin embargo, estoy escribiendo sobre una pantalla grande y directamente sobre la caja blogger. Me excita escribir directo en la cajita. Me inspira la posibilidad del error en el sistema informático, la limitación del cuadro, la copia automática que me guiña el ojo.
El chiquitín descansa en este momento a mi derecha, como el arpa de Bécquer.
Notas. Folio blanco de apunte escolar en preservativo plástico. En folio blanco nunca escribiría el curso de mis sentimentalidades. Caben ahí notas y párrafos que uno memoriza con la escritura que, según Sócrates, acabará arruinando la memoria. Volver a leer y a estudiar. Folio escolástico para preparar exámenes inexistentes que incitan a la deserción y a la vida lánguida de una princesa que sólo escribe en papel colorín y cuartilla o en un portátil fashion ga-ga lady
Creo que lo que está escrito en los folios tiene que ver con Oteiza o, quizás, con el libro de Pierre Haddot Ejercicios espirituales y filosofía antigua.
Siempre he sido un estudiante esmerado con letra más bien fea.
Atril y cuadernillo impreso con motivo de una exposición de Oteiza. Un DVD sobre Caravaggio.
El arte es la extensión de mi ignorancia. Devocional de los objetos artísticos en las salas de exposiciones y museos (soy un paleto, lo sé), tiendo en ocasiones a meter mano a esos objetos y sus auras para narrar historias, levantar sus faldas y buscar el color de mis interioridades. Me busco entre los pliegues de las bellas artes. Maltrato la historia del arte que, a veces, me resulta tediosa.
El atril es la casa del ángulo y la huída melancólica de los noventa grados de erección viagrera. Tengo atril pero muy rara vez lo uso. El atril es un juego serio de fuerzas y equilibrios.
Libros. La historia de las ideas estéticas de Valverde y El Lobo Estepario de Hesse. Libros
La historia social de la literatura y el arte de Hauser, El Fuego secreto de los filósofos de Harpur y Pla imprescindible (antología). Libros.
El libro de Pla está ahí por su tamaño. Lo saqué de su estante hace unos días para entretener la espera en la consulta del médico.
Los libros están ahí por casualidad y su lectura, de pura apertura, es poco seria desde que la declinamos en plural. A veces añoro - en plan un poco naif - las épocas de El Libro. Dar vueltas y vueltas a un único libro y colgar a los cuatreros del árbol recitando salmos. Eso sí es fuerza y necesidad.
Los libros cogen polvo y amarillean cuando la luz del sol atrapa la polvareda.
Por cierto, leí a los dieciséis - dos veces seguidas- El Lobo Estepario. Me fascinó. Hace unas semanas volví a él(¿cuantos años han pasado? ¿treinta?) . Los mil detalles que dejé en mi adolescencia en la sombra son los motivos que más me han molado en esta ocasión. ¡Vanidad de vanidades y sólo vanidad!
Y, en el centro, la lupa y el estuche de madera con la pequeña Magali en la tapa. La pequeña Magali forma parte de mi larga vida sentimental con Carmen.
Recortes de periódico. Repaso el periódico con las cejas arqueadas y podría pintarme la cara de mimo o payaso. Todo me sorprende como si fuese idiota o salvaje. De vez en cuando recorto artículos que acumulo en la mesa hasta que, llegando a un punto crítico, piden ser arrojados a la basura como quien requiere eutanasia. Un artículo recortado, alejado de su jornada de popularidad warholiana, sólo puede soportar la tristeza de su amputación si le damos un uso. Pasado un tiempo a la intemperie pide a gritos la muerte.
Mis recortes, en esta ocasión, tienen que ver con la exposición de Turner en el Prado, con una reflexión de Félix de Azúa sobre el Museo Judío de Berlín de Libeskind y, el tercero, con el cierre de (otro) convento de clausura. Reconozco que tengo una extraña atracción por la monjas. Me huelen a lejía y leche con sólo mencionar su nombre. A lo Proust y la magdalena. Es triste que cierren conventos de clausura y bastante chocante desde el punto de vista lógico. Las monjas ausentes hacen bastante compañía a las mujeres del pueblo (de eso habla también el artículo).
Recorto una esquela de Saramago. Dice: "El congreso internacional de ontología evoca a José Saramago, Presidente de Honor de una de sus secciones y defensor de la causa de la Filosofía".
En el chiquitín todo se pierde en la extraña pantalla - apenas un párrafo -, visualmente tan distinta de la página impresa. Ahora, sin embargo, estoy escribiendo sobre una pantalla grande y directamente sobre la caja blogger. Me excita escribir directo en la cajita. Me inspira la posibilidad del error en el sistema informático, la limitación del cuadro, la copia automática que me guiña el ojo.
El chiquitín descansa en este momento a mi derecha, como el arpa de Bécquer.
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Notas. Folio blanco de apunte escolar en preservativo plástico. En folio blanco nunca escribiría el curso de mis sentimentalidades. Caben ahí notas y párrafos que uno memoriza con la escritura que, según Sócrates, acabará arruinando la memoria. Volver a leer y a estudiar. Folio escolástico para preparar exámenes inexistentes que incitan a la deserción y a la vida lánguida de una princesa que sólo escribe en papel colorín y cuartilla o en un portátil fashion ga-ga lady
Creo que lo que está escrito en los folios tiene que ver con Oteiza o, quizás, con el libro de Pierre Haddot Ejercicios espirituales y filosofía antigua.
Siempre he sido un estudiante esmerado con letra más bien fea.
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Atril y cuadernillo impreso con motivo de una exposición de Oteiza. Un DVD sobre Caravaggio.
El arte es la extensión de mi ignorancia. Devocional de los objetos artísticos en las salas de exposiciones y museos (soy un paleto, lo sé), tiendo en ocasiones a meter mano a esos objetos y sus auras para narrar historias, levantar sus faldas y buscar el color de mis interioridades. Me busco entre los pliegues de las bellas artes. Maltrato la historia del arte que, a veces, me resulta tediosa.
El atril es la casa del ángulo y la huída melancólica de los noventa grados de erección viagrera. Tengo atril pero muy rara vez lo uso. El atril es un juego serio de fuerzas y equilibrios.
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Libros. La historia de las ideas estéticas de Valverde y El Lobo Estepario de Hesse. Libros
La historia social de la literatura y el arte de Hauser, El Fuego secreto de los filósofos de Harpur y Pla imprescindible (antología). Libros.
El libro de Pla está ahí por su tamaño. Lo saqué de su estante hace unos días para entretener la espera en la consulta del médico.
Los libros están ahí por casualidad y su lectura, de pura apertura, es poco seria desde que la declinamos en plural. A veces añoro - en plan un poco naif - las épocas de El Libro. Dar vueltas y vueltas a un único libro y colgar a los cuatreros del árbol recitando salmos. Eso sí es fuerza y necesidad.
Los libros cogen polvo y amarillean cuando la luz del sol atrapa la polvareda.
Por cierto, leí a los dieciséis - dos veces seguidas- El Lobo Estepario. Me fascinó. Hace unas semanas volví a él(¿cuantos años han pasado? ¿treinta?) . Los mil detalles que dejé en mi adolescencia en la sombra son los motivos que más me han molado en esta ocasión. ¡Vanidad de vanidades y sólo vanidad!
Y, en el centro, la lupa y el estuche de madera con la pequeña Magali en la tapa. La pequeña Magali forma parte de mi larga vida sentimental con Carmen.
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Recortes de periódico. Repaso el periódico con las cejas arqueadas y podría pintarme la cara de mimo o payaso. Todo me sorprende como si fuese idiota o salvaje. De vez en cuando recorto artículos que acumulo en la mesa hasta que, llegando a un punto crítico, piden ser arrojados a la basura como quien requiere eutanasia. Un artículo recortado, alejado de su jornada de popularidad warholiana, sólo puede soportar la tristeza de su amputación si le damos un uso. Pasado un tiempo a la intemperie pide a gritos la muerte.
Los libros, hay que reconocer, tienen más aguante. Uno puede abandonarlos y morirse; cuando los herederos reciben el fardo de la gratificación encuentran sobrio al libro. Los viejos recortes dan pena y los resucitamos amorosamente a través de la mirada melancólica o la del sesudo documentalista
Mis recortes, en esta ocasión, tienen que ver con la exposición de Turner en el Prado, con una reflexión de Félix de Azúa sobre el Museo Judío de Berlín de Libeskind y, el tercero, con el cierre de (otro) convento de clausura. Reconozco que tengo una extraña atracción por la monjas. Me huelen a lejía y leche con sólo mencionar su nombre. A lo Proust y la magdalena. Es triste que cierren conventos de clausura y bastante chocante desde el punto de vista lógico. Las monjas ausentes hacen bastante compañía a las mujeres del pueblo (de eso habla también el artículo).
Recorto una esquela de Saramago. Dice: "El congreso internacional de ontología evoca a José Saramago, Presidente de Honor de una de sus secciones y defensor de la causa de la Filosofía".
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Libretas. Hasta hace un par de años escribía en libretas. Ahora no. Si salgo de viaje llevo la libreta roja sólo para caso de emergencia. En 1991 tiré todas las libretas que había escrito desde la adolescencia. Una pena. Me pregunto qué sucedería si tirrase mis libretas de 1991 hasta hoy a la basura. No creo que fuese una pena. Curiosa la paradoja. Lo irremediable tiene un puntazo. El orden de mi mesa es pura casualidad.
2 comentarios:
Estoy emocionada. Muy emocionada, de verdad. No atino a decir nada. Solo quiero sumergirme en tus palabras y dejar que tus palabras, y tus imágenes, sedimenten en mí para poder hablar.
Esta noche, si mi boca atina a moverse, armo un enlace desde el pajarito.
Gracias. Gracias dos veces (hay algunas cosas que yo también tengo, idénticas, y algunas devociones que también profeso; y algunos rituales - y compartirlo me conmueve).
Rápido encuentro. Maravilla que hace tan sólo unos minutos que la cajita blogg se convirtió en nota de bitácora y ya estés ahí elevando el placer de la escritura - aún recordado - con el placer de tu agradecimiento.
¡¡¡ Gracias!!!
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