El shudra, el sirviente.
La tradición védica nos habla de aquellos que participan en el ritual del sacrificio – bien que de diversos modos – como “los dos veces nacidos”. El brahmán, el guerrero y el mercader recibirían tal denominación, quedando fuera el último de los grupos, los sirvientes.
El profesor sirviente – o el servidor público, que no es nuestro objetivo hacer escarnio de su figura - no es un “doblemente nacido” o no considera que en el alumno se deba producir un “doble nacimiento” dentro de la escuela. Para continuar con el tema que nos ocupa, el servidor no cree en la existencia – pedagógicamente hablando - de “un doble” que se eleve por encima de la realidad psicosocial del alumno y sus familias: la Profundidad, la Cultura, la Autognosis o cualquier otro concepto en-mayusculado(sic). El sirviente no ha experimentado la mística de la Cultura ( o, para no radicalizar la caricatura, cree que todo el gozoso y sufriente mundo espiritual es asunto de conciencia y privacidad, propio del club de los intelectuales más que el de los pedagogos). Ni el esquema cultural común y sacrosanto, ni la experiencia de la Cultura y el Espíritu, ni el conocimiento de sí, objetivos del brahmán, el guerrero y el mercader, son aquí elementos relevantes salvo si su mención genera algún valor retórico o instrumental. Concluyendo: el shudra es el gran negador de toda jerarquía - salvo la convencionalmente definida - en el orden de los contenidos a comunicar, el educador unidimensional. Quizá, sólo quizás, su santo patrón sea el caballero pragmático a la manera de Dewey o Rorty.
La tradición védica nos habla de aquellos que participan en el ritual del sacrificio – bien que de diversos modos – como “los dos veces nacidos”. El brahmán, el guerrero y el mercader recibirían tal denominación, quedando fuera el último de los grupos, los sirvientes.
El profesor sirviente – o el servidor público, que no es nuestro objetivo hacer escarnio de su figura - no es un “doblemente nacido” o no considera que en el alumno se deba producir un “doble nacimiento” dentro de la escuela. Para continuar con el tema que nos ocupa, el servidor no cree en la existencia – pedagógicamente hablando - de “un doble” que se eleve por encima de la realidad psicosocial del alumno y sus familias: la Profundidad, la Cultura, la Autognosis o cualquier otro concepto en-mayusculado(sic). El sirviente no ha experimentado la mística de la Cultura ( o, para no radicalizar la caricatura, cree que todo el gozoso y sufriente mundo espiritual es asunto de conciencia y privacidad, propio del club de los intelectuales más que el de los pedagogos). Ni el esquema cultural común y sacrosanto, ni la experiencia de la Cultura y el Espíritu, ni el conocimiento de sí, objetivos del brahmán, el guerrero y el mercader, son aquí elementos relevantes salvo si su mención genera algún valor retórico o instrumental. Concluyendo: el shudra es el gran negador de toda jerarquía - salvo la convencionalmente definida - en el orden de los contenidos a comunicar, el educador unidimensional. Quizá, sólo quizás, su santo patrón sea el caballero pragmático a la manera de Dewey o Rorty.
El profesor sirviente focaliza toda la atención pedagógica en los alumnos y sus familias. El objetivo de la escuela es claramente utilitario y democrático: se busca crear o desarrollar en el pupilo las capacidades que le van a permitir ser un ciudadano útil, eficaz y responsable, el orgullo de sus padres y la felicidad de sus hijos. Por todo ello, el profesor sirviente está atento no sólo al Patio – para conocer los conflictos de la adolescencia y los deseos teenager , los gustos y las modas que actúan como banderines de enganche en la motivación. Además, mira al más allá del Patio, en las casas en las que los padres complementan la actuación educadora y en las que se descubre aquello que desean. Parecieran vendedores pero a diferencia del mercader no se ofrece mercancía ignota sino aquello que explícitamente desean los clientes (que para eso pagan).
La mayor parte de la pedagogía que destilan los reglamentos educativos estaría dentro de este taxón. Ahora bien: este poder legislativo no implica que los tres tipos anteriores – brahmán, guerrero y mercader – no tengan presencia en la escuela. Dentro del aula puede, en general, trabajarse a mil años luz de lo que marca las leyes (y nuestra experiencia como alumnos, padres y profesores nos lo corrobora). A decir verdad, los cuatro tipos de profesor analizados estos días, además de modelos puros que se combinan en los buenos profesores reales en proporciones diversas (lo cual es una obviedad que da vergüenza mencionar), son perspectivas todas ellas positivas de la tarea pedagógica – es decir, mi simpatía se moviliza hacia los cuatro tipos si en verdad están en su dharma. Luego existe un quinto grupo que integra las perversiones de los cuatro tipos anteriores y que, por no buscar más palabras que confundan, llamaríamos los pusilánimes, es decir, aquellos castrados que tienen imposibilitado en cumplimiento de su dharma o, con otra palabra, su ethos.
Imagen: Camille Pisarro, La criada (1867)
3 comentarios:
Hola Luis.
¿Qué tal va todo?Me alegro que sigas con la blog al pie del cañon. Solo quería saludarte y recomendarte que visites esta web y veas el video. Un saludo
http://www.miguelangelmata.com/2007/10/04/intervencion-de-emilio-calatayud-juez-de-menores-de-granada/
Salud y gracias por la visita. Interesante el vídeo del juez de menores. Divertido y claro.
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