miércoles, 9 de enero de 2008

1808, el nacimiento de la Nación


De pie sobre el mostrador, con la capa terciada, el sombrero echado sobre la ceja derecha, aquel personaje, hombre pequeño de cuerpo, si bien de alma grande, morenito, con sus ojuelos abrillantados por los vapores que le subían del estómago,habló de esta manera:
-Jeñores: denque los güenos españoles golvimos en sí, y vimos quese menistro de los dimonios tenía vendío el reino a Napolión, risolvimos ir en ca el palacio de su sacarreal majestad pa icirle cómo estemos cansaos de que nos gobierne como nos está gobernando, y que naa más sino que nos han de poner al Príncipe de Asturias, para que el puebro contento diga, «el Kirie eleyson cantando, ¡Viva el príncipe Fernando!». (Fuertes gritos y patadas.) Ansina se ha de hacer, que ínterin quel otro se guarda el dinero de la Nación, el puebro no come, y Madrid no quiere al menistro, con que, ¡juera el menistro!, que aquí semos toos españoles, y si quieren verlo, úrgennos un tantico y verán dó tenemos las manos. (Señales de asentimiento.) Pos sigo iciendo que esombre nos ha robao, nos ha perdío, y esta noche nos ha de dar cuenta de too, y hamos de ecirle al Rey que le mande a presillo y que nos ponga al príncipe Fernando, a quien por esta (y besó la cruz), juro que le efenderemos contra too el que venga, manque tenga enjércitos y más enjércitos. Jeñores: astamos ya hasta el gañote, y ahora no hay naa más sino dejarse de pedricar y coger las armas pacabar con Godoy, y digamos toos con el ángel:
El Kirie eleyson cantando,
¡Viva el príncipe Fernando!

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