lunes, 28 de enero de 2008


Veo – con el retraso acostumbrado – dos películas este fin de semana: Monster´Ball y Million Dollars Baby. Inmediatamente las coloco sentimentalmente en el estante de las películas que abordan la cuestión de la D.P., estante ya ocupado por Rompiendo las olas o La Buena Estrella.

D.P. : La Divina Providencia. En ocasiones encontramos personas que se nos desvelan como la Mano de Cuidado, más allá de toda justicia o pacto o intercambio. Sin razón alguna. En esas ocasiones la existencia, en general triste y dura, se nos aparece como una narración en la que la linealidad de la acción se ve ralentizada por descripciones de tono sepia: una cafetería en la que se toma café y helado, la sombra de los árboles en el otoño y esas cosas que un buen cínico – el que mueve los hilos– jamás incluirá en su relato.

En verdad no hace falta acudir a la hipótesis de la D.P.; lo que se describe es producto del azar. Cuando nacen estos encuentros pseudoprovidenciales se siente la experiencia que podemos denominar “ternura de las cosas” (¿Hegel?). Un grado apenas por encima del cero en la moralidad y el desarrollo de nuestras capacidades. Pero todo un universo de esperanzas para las vidas duras.
La filosofía moral jamás debe olvidas estas raíces por vergonzosas que resulten al gran pensador.

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