martes, 28 de octubre de 2008

¡1914!La vanguardia y la Gran Guerra(IV).Tristes abstracciones para blues o plegaria


Es increíble lo poco que la gente aprende hoy de los museos.¿Por qué crean museos si no quieren aprender de ellos? Y de ellos pueden aprenderlo TODO, es decir, lo UNO y lo GRANDE: que no existe un arte grande y puro sin religión; que el arte ha sido(más puro, más verdadero), más artístico cuanto más religioso ha sido; y más artificioso cuanto más irreligiosa fue su época” (Franz Marc)

Cuanto más aterrador es este mundo(como es hoy el caso), más abstracto es el arte, mientras que un mundo feliz produce un arte del más acá”(Paul Klee)


Paul Klee y Franz Marc eran amigos. Klee se incorporó a filas, en la Gran Guerra, muy poco después de la muerte de Marc en el frente (en una misión de observación a caballo, como no podía ser menos en el fundador de Die Blaue Reiter). Klee no comprendía el entusiasmo de Marc por la guerra, su creencia de que el combate liberarían energías espirituales, harían caer el caduco y deforme mundo antiguo dejando paso a la VITA NUOVA. Por el contrario, Klee aconseja percibir la guerra en la indiferencia, siendo crítico con las situaciones de la misma pero haciendo uso de la memoria más que de la visión. La visión se ubicaría en un mundo abstracto, único modo de captar la gran abstracción de la guerra moderna.


Klee, soldado auxiliar de la aviación alemana, se pasó la guerra pintando de camuflaje los aviones. Y pintando sus signos.


Franz Marc es un personaje de otra época. No me siento capaz de asumir la religiosidad panteísta del monje-guerrero. Quizás por eso no soy capaz de pintar animales ni de interpretar la vibración de la animalidad en el cosmos como el hechicero o el adivino Marc. Hoy el arte es más frívolo y no deja de ser gracioso que la liviandad de la estética del XX tuviera unos padres tan trágicos. ¿Qué artista defiende hoy la guerra como estos locos de los años diez?.


Por lo demás, estoy de acuerdo en la asociación del arte y la religiosidad. Esta verdad – cuestionable por el pragmatista que se esconde tras la máscara – fue mi primera certeza. Y hablo de religión como emoción y percepción de la totalidad, como subrayado de sentido – o sin sentido – de todos los actos que, por lo mismo, adquieren un valor de rito y se dignifican. El arte y la religión nos desvela que todos nuestros avatares son revelación de algo que sobrepasa las aburridas habitualidades. Los objetos brillan al ser pintados o descritos.


Dice Klee que el mundo feliz pinta figurativo y el mundo terrorífico abstracto. La abstracción es depresión y tragedia. Bien. Quizás eso explica la receptividad de la iglesia (las iglesias) hacia el arte abstracto . Sin embargo, la religiosidad de Marc le lleva al orden de la abstracción por vía de la potencia absoluta del principio creador. Medieval todo él hasta la muerte. Al fin y al cabo es un místico. Ser místico es ser medieval. Gótico. En cualquier caso, esa abstracción, que se legitima por la Gran Abstracción que es la Guerra Moderna es signo, dice Klee, de la Gran Tristeza. Por eso en la patria feliz del socialismo pronto las aventuras constructivistas fueron sustituidas por el realismo.


Uno llega a sospechar que la abstracción es la plegaria triste que necesitamos formular para llegar a las nuevas figuraciones del mundo feliz. Un blues eterno.


Marc: La vaca amarilla
Klee: Pájaros tirándose en picado y flechas, 1919
Pavel Filonov: Hombre y mujer
Blues: Billie Holliday




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