miércoles, 26 de noviembre de 2008

Desasosiego.

La escuela es un sitio extraño para asentar el espíritu. Todo en ella es simulacro, amor forzado (lo que la convierte, en la práctica, en un habitáculo canalla). Sólo, en destello extraño, un interés por las cosas se despierta entre el bostezo y la desazón.

En un curso on-line me piden que diga o haga algo que tenga que ver con "el pensamiento alejado del lenguaje" --- y citan a Einstein, Galton o Penrose. No me atrevo con la pregunta porque no la entiendo, porque me parece que todo pensamiento es lenguaje y que tenemos una idea muy corta del mismo. No olvidemos que el logos se hizo carne. Pero, ¿quién soy yo para cuestionar la cita? Hay un pensamiento que no se deja decir, que se construye con colores y formas --- y con emociones y con pinchazos en el corazón. Mi duda: ¿no es eso ya lenguaje?. No son sólo los matemáticos los que anuncian ese otro pensar no verbal o no lingüístico. También los místicos nos hablan de él.

La escuela es un sitio extraño para el espíritu. En ningún otro lugar se recitan poemas o se reflexiona a las ocho de la mañana sobre la esencia del ente. Es una amor forzado el que nace de la mala(y la buena) pedagogía. Pero si nos dejamos engañar, el aliento de un bostezo se nos convierte en aleteo de mariposa.

Desasosiego.

La cuestión no es delimitar el sufrimiento en su corona sino maravillarse por la esperanza que subiste entre la sístole y la diástole.

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