sábado, 15 de noviembre de 2008

DIME CON QUIEN TRABAJAS Y TE DIRE .... ADOLESCENCIA (III)

Los adultos percibimos la adolescencia con quinientas prevenciones. Realmente es tanta la rigidez de formas que nos impone la visión de los adolescentes que me resulta curioso que podamos seguir tirando (siendo padres, profesores o paseantes) y no me extraña que para ellos seamos personajes patéticos. Pero así son las cosas

( Matizando. Nos petrifica – nos hace sobreactuar en el papel de adulto – la visión del adolescente en dos casos: cuando vienen directos al ojo en grupo tumultuoso o cuando somos los padres de la criatura. Solitarios, de uno en uno o con la suficiente distancia estética, los adolescentes despiertan en el mundo adulto pluralidad de emociones inenarrables: nos vuelven poéticos o nos hacen añorar los arcos iris; perdemos la razón babeando en su cruel ingenuidad).

Se dice de los niños cuando se comportan de forma alterada que están en la preadoles
cencia; han perdido la inocencia infantil y viven como si para ellos la etapa de del desarrollo moral denominada “de buen chico” fuera pura mitología. Por su parte, cuando los adultos jóvenes – o no tan jóvenes – no asientan la cabeza en un proyecto más o menos normalizado de vida o intentan cambiar de estilo de vida en la edad adulta – v.g. cuando el cuarentón se compra una moto o se liga con una veinteañera – se dice que no han salido de la adolescencia o que han vuelto a caer en ella. Lo adolescente es malo - aunque pasajero; es deprimente y sólo cuando creemos que es una burbuja de máxima contingencia nos liberamos del extraño dolor.

¿Qué tememos de adolescencia? Con esta reflexión me veo delatando “la estructura subyacente a la riqueza fenoménica de la etapa”. Creo que he perdido el sano sentido común (Franz Rosenzweig). Soy como el sabio platónico que regresa a la caverna una vez liberado: Pura pedantería, cristalina posición egipcia, pose de nuevo rico ---- la que repele a los adolescentes y sus secuaces. Pero venga, al trapo, que para eso uno es asquerosamente viejo (Demasiado viejo para el rock and roll, demasiado joven para morir).


Los adultos tememos que nuestros adolescentes confundan lo trivial con la revelación mística, que crean que los rayos reflejados en la piel de una jovencita son el amor, el camino y la vida. Nos asusta su ofuscación perceptiva: tienen el poder de abrir puertas de experiencia en las que la nada se pinta de perlas y oro. Nos paraliza el aliento que su rebeldía frente al mudo adulto se convierta en humillante obediencia a un rapero rebozado de crack. Estamos alterados porque sabemos que están en riesgo de perder vida y hacienda, salud y futuro por un noséquéséyo. Tememos la agresión masiva: que no acepten nuestros regalos ni obedezcan a nuestras disciplinas en ese mínimo que necesitamos para seguir respirando y cobrar, en la decrepitud que se acerca, en amor y cuidado.

Amigos: los chico han entrado en nuestro cuarto y pueden descubrir las vergüenzas.

La estadística dice que la inmensa mayoría de los chicos entrarán ciudadanos en la edad adulta. No nos consuela esta mentira.

Imágenes:

- Munch: Pubertad

- Vírgenes suicidas de Sofía Coppola. El vídeo también de esa película con música de Radiohead





When you were here before
couldn't look you in the eye

you're just like an angel

your skin makes me cry

you float like a feather
in a beautiful world
i wish i was special
you're so fuckin' special

but i'm a creep, i'm a weirdo.
Cuando tu estabas aqui antes/No pude mirarte a los ojos/Eres como un ángel/Tu piel me hace llorar/
Flotas como una pluma/En un mundo hermoso/Desearia ser especial/Tu eres tan especial/Pero soy extraño
soy raro
(Radiohead)

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