miércoles, 21 de octubre de 2009

Itinerarios (VI). ¡No quiero cortarme el pelo! (Una niña de Renoir sobre fondo de MG Pereda)

"Para mí, un cuadro debe ser algo amable, alegre y bonito, sí, bonito.
Ya hay en la vida suficientes cosas molestas como para
que fabriquemos todavía más"
(Renoir)


Llueve. No perdono el paseo. No entiendo la expresión "no perdono el paseo" pero tiene un sentido claro y nítido para mis piernas. Camino espesándome y como en acto de sacrificio. La lágrima en el ojo simula lluvia. No estoy de humor aunque quizás sea más exacto decir que no tengo ningún humor. Sólo la huella pringosa de la bilis negra en algún rincón de mi cara. El vago deseo que me mueve normalmente a la caminata - encontrame con algo o alguien que haga la existencia luminosa - se apaga como mi cigarrillo en la lluvia. Asumo. Respiro el trasiego de las fuerzas que empujan mi nave encallada.

En una calle veo a una niña pequeña (sin regadera). Mientras camina a buen paso llora y grita desconsolada que no quiere cortarse el pelo. Unos pequeños rizos se dejan ver debajo de la capuchita de su anorak. Entiendo que son los cabellos que ella no quiere cortarse. No para en su cantinela - ¡No quiero cortarme el pelo! ¡No quiero cortarme el pelo! - mientras sigue una trayectoria que estimo ordenada; el itinerario de alguien que va a algún sitio aunque sea al matadero. No hay nadie detrás - ni madre ni madrastra. Acabo deduciendo - aun sin pruebas, siemplemente suponiendo que sus pasos llorosos y jaculatorios no pueden seguir una trayectoria tan clara si no tienen un faro adulto que los guía - que un individuo que va como veinte metros delante de la niña es quien va a ordenar el afeitado del infantil cráneo. Se van por una calle que yo me niego a transitar. El llanto me ha generado un extraño estado estético (y me he acordado de la niña de Renoir).

La maravilla de la caminata es que puede provocar movimientos del alma. Estoy igual de apagado que al principio pero en un estado estético. Adecuado para el decadentismo. Sin embargo no se me ocurren escenarios apropiados para la decadencia en este sitio en el que vivo (o se me ocurren pero exigirían mágicos encuentros). Así que entro en una exposición de MG Pereda. No conozco a MG pero la chica de la entrada - una antigua alumna - me dice que es una mujer. Arte abstracto y cultura del vino (flipo la originalidad). Expresionismo y espiritualidad (flipo más). El primer impacto de lo cuadros - de gran tamaño y colorido fuerte (sangre, uva, mosto, fermentación) - es negativo. La purpurina que usa MG me desborda. La purpurina es artefacto complejo. Abandono la mirada, me sumerjo en mi espesura y en el impresionismo de la niña. Me rebelo contra la injusticia y grito: ¡No quiero cortarme el pelo!.

Hojeo unos catálogos de obras anteriores de MG. Me gusta lo que veo. Recupero la mirada gracias a los libros y al impacto de la niña (yo tampoco quiero cortarme el pelo aunque el pelo largo me deprime.... Mi estado natural sería el pelo rapado. Perolo hago por solidaridad con la niña). Retorno a la mirada y los cuadros comienzan a llenarme. Acepto el azul oscuro y, luego, un ambar cálido. Finalmente entro en el rojo de la uva y en la mística gracias a un par de hombres mayores que recorren la exposición con respeto (aunque insisten en que ese arte es para los que lo entienden). No entienden pero respetan. La artista entra en la sala y se sienta. Ella y yo, desde la entrada, miramos a los dos hombres. Sonreimos al unísono sin conocernos - como en armonía de mónadas leibnizianas - mientras miramos a los dos hombres. Sus figuras sobre el fondo rojo o azul oscuro de los grandes lienzos me llenan de placer estético ¡y ético!. Contemplo largo rato. No digo nada a la artista pero, si superase mi cobardía, podría comentarle que finalmente me ha gustado la purpurina. Y su obra. MG Pereda es María Gómez Pereda. Le rogaría, quizás, que no se cortara el pelo. Y en un mundo luminoso le invitaría a una cerveza para hablar de la niña de Renoir.

Cae la noche y el arte, una vez más, me salva.

Imagen: Pierre Auguste Renoir: Niña con regadera (1876)

PD: Me gusta el vídeo de Lidia Toga para Christina Rosenvinge

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