jueves, 23 de septiembre de 2010

Lección de anatomía para heterocronías licuadas

No soy yo (es una ella)

No conozco parafílicos del codo. Dicen que chuparse el (propio) codo es habilidad poco común pero no creo que haya pulsión sexual que acompañe a la proeza. El mundo del espíritu se construye (también) por este tipo de operaciones contorsionistas sin más ímpetu que la simple tontería. Envidio, en mi situación, la ligereza de estos saltimbanquis. Por la misma mis espectáculos favoritos en los últimos tiempos son las marionetas de cachiporra. Marionetas sin codo.

Lamerse en circunferencias el (propio) codo pero sin deseo. Me gustaría obviar todo deseo en orbitaciones excéntricas de mi voz (mis voces, las que me hablan todas a un tiempo) alrededor del codo como lugar de articulación muda. Mirarme el codo.

El codo simula, al doblarse, ser muñón del alma. Sí que es conocida la parafilia que se deleita en las mutilaciones: acrotomofilia. Un diagnóstico envidiable: acrotomofilia narcisista simulada.

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El codo es una extraña porción de piel rellena de hueso que escapa al imperialismo del deseo. Puedo imaginar pulsiones eróticas que se fijen a casi todas las partes de la geografía corporal pero el codo es un espacio sorprendentemente asexuado.

El codo es una falsa quiebra consensuada, como un bien ordenado bipartidismo que enmascara dictadura. Un no- espacio, una tierra de nadie entre el cerebro y la mano.

"Entre el cerebro y la mano debe mediar el corazón" - dicen los protagonistas de Metrópolis.
Tengo deformados el cerebro, el corazón y la mano. Me queda el codo. Articulación que nada articula(en mi caso).

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Hay personas que te saludan acariciándote el codo. Es la forma menos comprometida de tocar; muy cosa de monjas. A veces algunas personas gays saludan así pero entiendo que todo esto son estereotipos. Me resulta raro que me toquen el codo. Una amiga me recomendó en una ocasión hidratar el codo con especial cuidado:

- "Se distingue a las personas sin clase- sentenció - por la rugosidad de su codo".

Por eso cuando me tocan el codo siento que evalúan mi charme. Sentirse evaluado por medio del codo, estando como estoy desgarrado de cerebro, corazón y mano, reseca la libido. Por eso, decía, no imagino parafilias del codo. Y, desde luego, no consigo chuparlo.

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