viernes, 17 de diciembre de 2010

De hechos sudados y maldecidos (Meditaciones Navideñas)

 Rembrandt: Muchacha en la ventana (1645)


"Los pequeños tenemos que ser fuertes. 
El mundo es cruel con las cosas chiquitas


 Las palabras que anteceden son, de una forma u otra, de Truman Capote. El título de esta nota aparece en A sangre fría . Las frases que reposan debajo de la muchacha de Rembrandt fueron enunciadas por el propio Capote en el film Infamous (Historia de un crimen, 2006). O seamos precisos:  la voz que cubre los movimientos de la boca del actor Toby Jones  haciendo de Truman Capote me dice que el mundo es cruel con las cosas chiquitas y que (por eso) los pequeños tenemos que ser fuertes. No sé si esto lo dijo realmente Capote. No soy fetichista de los orígenes.

 El fetichista borra todos los sentidos que brotan a borbotones de las cosas y se ceba en uno, se ancla en un detalle y una emoción. Anula la posibilidad de nuevos sentidos por una extraña fidelidad a un origen: la primera lectura, el Ur-borrador de la gran novela,  el pie de la doncella y su zapato roto, el pecho de la matrona. El fetichista ancla las cosas a un emoción 1ue se nos presenta omnipotente y gira sobre ella como el círculo derviche.  Los zapatos-fetiche son el eje del universo perverso y configuran una cartografía minimalista o naïf.


Las palabras, sin fetichismo, se escinden  y se tiñen de los colores de la muchacha de  Rembrandt. La muchacha las escucha y  entrega convertidas en  pan caliente de comunión estética. El pan que amalgama los mil sentidos (o  mil mesetas ). Ella, que mira, se covierte en nuestra espectadora y en nuestra fuerza. Aceptando la debilidad debemos arrojar la rodilla al suelo y permitir que las pequeñas cosas- los sentidos - puedan rozarnos como en un sueño. No todo el mundo está preparado para recibir lo que la joven nos muestra. Las manos erosionadas por el agua helada del canal y el olor amargo de su aliento son polillas de luz invisible que anuncian el aroma liberador de ese pan. No es magia ni prestidigitación. Extrañamente religioso,  sólo la torpeza del pretendiente que - ingenuo- se cree espectador y no materia artística al servicio de la muchacha, puede provocar risas en la  comunión con ese pan que huele a manos enrojecidas por el agua de  y se adorna con el aliento agrio, punteado de miel, que nos desvela la  madrugada y el desayuno frugal a base de cebolla y aguardiente.

Digo que, mientras recorrí las calles buscando los hechos sudados y sus conexiones maldecidas, pude ver la belleza de las cosas y su ternura. No me avergüenzo.


*****


" Raramente un caso se resuelve gracias a bonitas teorías. Él confiaba en los hechos "sudados y maldecidos". La cantidad de hechos que  investigar y comprobar así como el plan fijado para obtenerlos , aseguraban sudores a mares ya que se trataba de seguir y controlar a centenares de personas... un viaje a paso de tortuga en su pasado"(...)"Hay que proseguir hasta que conozcamos a los Clutter mejor de lo que ellos llegaron jamás a conocerse. Hasta que veamos un punto de contacto entre lo que encontramos aquella mañana de domingo y algo que sucedió quizás cinco años atrás. La conexión. Tiene que haber una.Tiene que haberla" (A sangre fría)
Especialista en obsesiones,  repaso los hechos en balance fin de año. Los hechos, interrogados por las mil emociones que han tenido a bien visitarnos,  han visto como sus bordes se volvieron lisos y son ya irreconocibles. Se desfiguraron los motivos y enervaron las conexiones. Los hechos sudados y maldecidos se nos pegan tan cerca de los ojos que nos impiden la sana distancia, la ironización y el olvido que los culmina.  Pervierto el espíritu de la navidad  que no es época de obsesiones ni de acumulación de hechos, ni  combinatoria memorística  de conexiones posibles, búsqueda de aquel mal gesto o de la  sombra en la mirada que hacía presagiar el final, la ruina o el derrumbe. La navidad es engaño y olvido, proyección de deseos en el futuro, promesas de Gran Cambio o intento de rememorar un pasado en el que se dice fuimos felices. 

 El hombre de los hechos sudados y maldecidos extiende los mil estados de su conciencia sobre la cama como naipes de una partida que alguien debió jugar.

 Incapacitado para resumen y balance fin de año, bebe largos tragos de alcohol fuerte para seguir sudando sobre  los hechos que ahora nota bajo su espalda y que jamás podrá presentar ante un tribunal como prueba de nada.

 El hombre, borracho, cree que vislumbró cosas chiquitas en su trasiego con los hechos sudados y maldecidos, esos hechos  que, como naipes mutados cuchillas, le están ahora cortando el alma.

El hombre de los hechos sudados y maldecidos no supo defender las cosas chiquitas - las sonrisas y los sonrojos que se enunciaban en el exocuento del otro día. La crueldad las devoró dejando los naipes ajados  como huella de una partida que llegó a su final sin triunfo ni ganancia.

Ahora ya es tarde y ni el alcohol fuerte le permite romper la amnesia.

Se perdieron las cosas pequeñas que dan el sentido precario entre los hechos sudados y maldecidos. Faltó, hombre borracho, ternura para ver y distancia para amar.  Se perdió la  fuerza para ganar un pulso a Bogart.


Una pena que la navidad, engañosa y embustera, no pueda saber ni de hechos sudados ni de las cosas chuiquitas. Triste que la muchacha de Rembrabdt no nos pueda ofrecer el pan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LE MANIFIC!!!!!
me encanata la tectina y el rostro