miércoles, 5 de enero de 2011

CÉSAR MARTÍN ORTIZ. LA TERNURA DE LAS COSAS

 Toyo Sesshu: Dos cuervos

Lo blanco es el dibujo.
La garza es blanco
salpìcado de garza;
es una temerosa sugerencia
que en su torno organiza bellamente
el silencio y la pérdida.

Que el pincel no dibuje.
 Que sólo ayude a ver el fondo intacto:
el dolor de la no manchada seda
donde no está la garza

César  Martín Ortiz : Toyo Sesshu en Toques de Tránsito



"No creo que la niña japonesa pensara ni por un momento que la elaboración de las pajaritas pudiera ser la causa de la curación. No en el sentido que nosotros damos a la palabra causa. Las grullas eran otro modo de jugar las mismas cartas, un intento de dar con las posibles leyes secretas del universo inverso (...) Hacer grullas de papel para no morirse, sacar disciplinadas formas de lo informe, en un número tan grande que no cupiera otra cosa en el pensamiento ni otra actividad en la vida diaria, podía ser una de las leyes perdidas; una ley con la que los sabios que intentaban curarla, hermanos de los que intentaron matarla, nunca podrían dar.

  No creo que las grullas, como tales, sean rigurosamente necesarias. Bastará poner junto a un fenómeno - la enfermedad que devora a Elvira - otro fenómeno que participe de lo obsesivo, de lo acuciante y de lo doloroso, que tenga una simetría evidente,que se resuelva en un orden cerrado en sí mismo. Yo no puedo pedirle a Elvira que se ponga a hacer grullas, y yo tampoco sé cómo se hacen, pero puedo poner estos recuerdos en, digamos, diez mil palabras, y añadirlas al repertorio de las cosas existentes, y esperar que este fenómeno recién nacido, con el que el mundo no contaba hasta ahora, sepa oprimir un resorte en la ignorada esfera donde realmente se deciden las cosas"
(César Martín Ortiz: Un reflejo en la ventana o diez mil grullas de papel)

Me dice Juan Manuel que César se nos ha muerto. Ya no puedo pedirle que se ponga a hacer cien mil grullas para escapar de los cien mil sabios de la estupidez y la tontuna. Del todo imposible porque yo tampoco sé hacer grullas de papel. Pero, como César, creo  en los reflejos de las ventanas y en los colorines que brotan en los vasos; creo en la conversación  que levanta la ternura de las cosas. No sé cuantos fieles soporta el templo de los reflejos. Quizás en la intimidad todos hablemos ese mágico lenguaje secreto de los brillos capturados. Pero realmente no son muchas las personas con las que he podido conversar de ellos con el aliento jadeante, como chutados por esa belleza que nace al mundo y que presentimos capaz de "oprimir un resorte en la ignorada esfera donde realmente se deciden las cosas".

 Ha muerto César el día 18. La verdad es que hace dieciséis años que César salió de mi vida. Nuestra amistad - ¿qué es tal cosa, hermano?¿qué define a lo único que nos une más allá del terror y el pánico? ¿Cómo signar sin hacer daño a la delicada grulla  salvífica que con crueldad pasmosa se rompe o, peor, nos hace creer que fue sueño?- ; nuestra amistad, digo,  fue circunstancia sin demasiada pompa en  Jaraíz. Tertulia y lecturas compartidas, complicidad esbozada y, quizás, ahora  paraíso de esa maldita nostalgia. Creo que César estaría conmigo en que la nostalgia y la tristeza, combinadas, ciegan a la ternura. Y esa convicción de estraperlistas nos une en camaredería.

Dieciséis años sin saber de César. Ahora Juan Manuel me dice que "se nos ha muerto" y que " me parece que te hubiera gustado, si se puede decir, saberlo". Que Juan Manuel crea eso redime mis dieciséis años de silencio (y lo hace  gracias a la lumbre que permanece en el otro no por mis méritos). César jugó un papel importante en mi relación con la escritura. Como algunos otros - pocos: caben en una mano - compañeros de reflejos que, también, tengo perdidos en el pasado. Es mi destino destruir-me en el abandono(que no olvido) del camino que me lleva a la ternura de las cosas. Será culpa del papá y de la mamá freudianos.Tal vez el mal abunde más de lo que estamos destinados, César,  a creer.

Hace dieciséis años quemé todos los cuadernos y escritos que llevaba almacenando desde los catorce. Los primeros poemas y los diarios adolescentes. Mis torpezas de juventud. Cuando se lo comenté a César, con esa  flema siempre a medio camino entre el gentleman cosmopolita y el hidalgo de provincias, me dijo "seguro que había alguna cosa interesante". Nada más. Respetó mi decisión en la distancia y mostró -  convertido él en signo de un mensaje, en reflejo de una ventana - la inutilidad de los gestos en la escritura, la revelación de que sólo la escritura es gesto.

No es fácil encontrar sintonía fina entre almas que buscan la futilidad de la ternura de las cosas. Con dieciséis años de lejanía, ahora en la hora de su muerte, supongo que es preciso devolver el quiebro,mostrar

"otro fenómeno que participe de lo obsesivo, de lo acuciante y de lo doloroso, que tenga una simetría evidente,que se resuelva en un orden cerrado en sí mismo".

La muerte y la escritura
La amistad en la ternura y los reflejos.
Las sonrisas y los sonrojos que dejamos perder por cualquier tontería, algunas distancias y el miedo a los malentendidos.

Acabo con la dedicatoria que me escribió César a sus Toques de Tránsito; sean estas palabras reflejo inverso de las secretas geometrías:

" Para Luis/ Para César, estos torpes intentos de aproximación a la ternura de las cosas"
(Abril 1995- Enero 2011)




César

8 comentarios:

Camino a Gaia dijo...

Todos hemos de morir. Y sin embargo,afectados de pudor insólito y casi pertinaz, nos vamos de las cosas que nos han amado con cierta vergüenza, perdido el aplomo, la autoridad y el vigor que la vida nos concedía, porque en verdad ellas nos sobreviven. ¿Qué es lo que muere cuando morimos?
La ternura que hemos dejado en las cosas aún pervive. Existe la trascendencia en este mundo, permanece en las grullas de papel.

Luis González dijo...

Abandonamos cosas y personas que amamos como quien retira de la circulación un objeto que nos nos cabe en nuestra camión de mudanzas, en la soberbia del futuro y la novedad. Luego, en ocasiones, notamos huella y cicatriz; hueco: ausencia.

No todos somos conscientes de esa necesidad de dejar en herencia ternura - que no es, claro, ñoñería ni, necesariamente, amor. Dejar ternura es dejar espacio a otro, irse un rato para que baile otras voces. En este caso, mi lejanísima relación con César perdura - ahora recordada por su muerte - como aquel hueco que se hizo en su voz para modular la mía... que se fue volando como grulla de papel vivificada.

El amigo o la amiga - esa rareza tan dada a la decepción - creo que, cuando le abrimos el alma (la confianza) hace con nosotros grullas de papel que contemplamos entre sonrisas y sonrojos en común.

Gracias por tus comentarios

Julia dijo...

Lug, tú dejaste en César, en herencia, esa ternura de las cosas, esa inmensa ternura de las cosas. Muchas veces me dijo: Julius, hay que abrirse a la inmensa ternura de las cosas...
La casualidad, también tiene su ternura: el viernes anterior a todo esto, fuimos juntos al cine (Juanma se quedó con los niños); vimos "Nadie sabe nada sobre gatos persas"; nos encantó, después,como siempre, a tomar algo con los amigos de la mesa uno. Acabamos los dos, en un aparte, hablando de la muerte, de literatura (Proust) y de ti. No soy capaz de saber por qué hablamos de ti, quizás Poe... Le conté que algún día de hace un año o dos Juanma había hablado contigo. Se enterneció...

Luis González dijo...

Querida Julia: soy de esos amantes de las palabras que se enternecen con anécdotas como la que me relatas o con tu simple presencia a través de comentario. Así que, lo primero, un brillo de ojos para ti. Por lo demás, dicho queda lo dicho sobre César. Quizás los últimos dieciséis años en mi vida han sido años raros y que, de repente, aparezca la muerte de César, convierte todas las vivencias de Jaraíz en extraño mundo de nostalgia, el paraíso en el que se abría la ternura de las cosas.

Me llena de orgullo que César y tú me llevárais a la conversación. Quizás la grullas de papel siguen trabajando en la sombra.

Un beso de veras y un brindis para que volvamos a vernos.

Mua, mua.

luis

Luis González dijo...

oh, "merdre"!!

Lamento el llevárais con tilde... no me castigue en el rincón, querida profe de lengua.

Rocío dijo...

Nos resistimos a su ausencia,por eso tus
palabras, tus sentimientos son un bálsamo
para el alma, mientras le hablemos, le
leamos, le lloremos o le riamos,estará
siempre entre nosotros.
Un abrazo

Stalker dijo...

Conmovedor, LUG

tus palabras adentran, acercan

abrazo

MARÍA PÉREZ UBIERA dijo...

No puedo creer que César haya muerto. Mi querido profesor...