miércoles, 28 de febrero de 2007

EL SEXO Y LA REBELIÓN POLÍTICA. BIOPOLÍTICA ORWELLIANA (ii)

Odio la pureza, odio la bondad. No quiero que exista ninguna virtud en ninguna parte. Quiero que todo el mundo esté corrompido hasta los huesos”(...) “En los viejos tiempos, pensó, un hombre miraba el cuerpo de una muchacha y veía que era deseable y ahí se acaba la historial. Pero ahora no se podía sentir amor puro o deseo puro Ninguna emoción era pura porque todo estaba mezclado con el miedo y el odio. Su abrazo había sido una batalla, el clímax de una victoria. Era un golpe contra el Partido. Era un acto político” (Orwell: 1984)

Siempre he sospechado que el sexo genera gran cantidad de esfuerzos y presentaciones – trágicas y cómicas – porque es muy difícil delimitar su espacio. Dicho de otro modo: es más que probable que el sexo se encuentre imbricado en un inmenso catálogo de actividades humanas pero, a la vez, es también posible que asignemos al sexo lubricaciones(sic) y otros efectos tal vez causados por otro tipo de instancias. Concepto abismalmente multívoco, su significado y sentido se pliega sobre sí de un modo incesante - ¿no han reflexionado Derrida y Deleuze entre otros sobre el pliegue y la propia topología del sexo femenino? – y seguramente de la cifra de esos pliegues conceptuales y vivenciales (anhelos, olvidos, retenciones, diseminaciones) se genere un número personal e intransferible que define parte de nuestras vidas .La experiencia plegada del sexo es el password de nuestro destino.

Julia, la joven amante de Winston en 1984, convierte la actividad sexual en un acto de rebeldía política (¿ la Sex-Pol Wilhelm Reich?). La sexualidad de Julia es sublevación contra un sistema que predica la virtud del puritanismo y la castidad – las juventudes del partido forman la Liga AntiSex – pero no tiene reparos en utilizar la pornografía como “opio de los proles”. La represión sexual extrema es el arma contra toda tentación individualista – el peor individualismo para el sistema: el de “a dos” o “a pocos pero con cara” - que podría minar la confianza en el Gran hermano al crear otras fidelidades intensas: Romeo renuncia a su nombre y a su casa para mayor gloria de su nuevo horizonte de sentido, Julieta. Por otro lado, Julia considera que la negación del placer sexual evita el desahogo de las energías que así pueden proyectarse –como frustración – hacia un objetivo político – v.g. las ceremonias del Odio, tan importantes en el ecosistema de 1984 (Por cierto, en el número de abril-mayo de Foreign Policy Edición Española nos hablaban de una geopolítica de la frustración sexual y aludían a la manipulación de corte nacionalista que podría canalizar las energías no satisfechas de “demasiados varones que no encuentra esposa” en China).

No deja de ser curioso que en Mundo feliz de Huxley el sexo sea promovido orgiásticamente como elemento clave de control social. Se me plantea la duda: ¿cómo será el amenazante futuro totalitario? ¿ Un paisaje de castidad y represión o de promiscuidad superlativa? Vuelvo al inicio. El sexo es un elemento clave y omnipresente en el des-pliegue de nuestra vida individual y colectiva, pero quizás muchas de las efectividades reivindicadas en nombre del sexo no se deban él sino a otras instancias no sexuales.¿Cuáles? Pregúntale a Winston Smith cuando asume que lo que él busca no está sólo en esa Julia que despereza su cuerpo brillante con salvaje lujuria. Hay algo que acaba por llevarle a la boca del lobo, a las fauces del sistema que lo destrozará ... ¿Impulso Tanathos? No creo, quizás otro eros no sexuado ...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que interesante querido amigo, la reflexión sobre sexo, ha conseguido despertar en mí su deseo. Quizás las personas deberían practicarlo más frecuentemente, con unos y con otros, ¡abajo la fidelidad! el matrimonio debería estar prohibido, es una cárcel que nos ata a una única persona, ¡que aburrido!. Usted no debe pensar lo mismo dada su condición pero créame si no existiera el matrimonio todo sería mucho más erótico, la vida misma lo sería, cada desconocido que encontrasemos por la calle nos atraería y no habría prejucios a la hora de practicar sexo sin amor.
Como le digo mi querido amigo deberiamos dejarnos guiar por nuestros impulsos sexuales.
¿Que opina?
Un saludo querido Santamaría.

Anónimo dijo...

Casi me remito a lo que se dice en la nota. Y al grabado final, de Alberto Durero: San Juan. En el principio era el verbo. El matrimonio es una institución comunicativa. El sexo sin amor(o sin odio) un imposible. Y el que los desconocidos nos atraigan por la calle es una delicia que se tornaría tediosa si tuvieramos que practicar mecánica sexual.

Anónimo dijo...

Casi reconocería esa expresión ayá donde la viera, pero la incertidumbre que presenta un ser anónimo no me permite arriesgarme a nombrarle, aunque sea bienvenido querido anónimo.Sexo sin amor, ¿un imposible?. Hay que amar al amor, no al sujeto deseado, la exitación más profunda es aquella que se encuentra en nuestros más profundos pensamientos. Pensamientos eróticos que no tienen un destinatario concreto sino cualquiera.
No creo en el sexo como una mecánica sino como un arte, arte al que no todo el mundo puede aspirar.Querido anónimo, usted hace arte o un simple acto mecánico. Piénselo y descubra que el amor no existe sino que únicamente existe el deseo.
Espero una respuesta para seguir demostrándole que el amor no exite.

Anónimo dijo...

Dios bendiga el deseo,
- pin pam, pin pum-
que el amor no puede comprar,
- pin pum pin pam-
salten los orificios en mil pedazos,
- pin pam pin pum -
hasta los jugos desbordar.

Sueños las gatas con gatos en celo
- pin pam, pin pum-
y la yegua quiera al potro montar
-pin pum, pin pam -
largas sean las siestas
- pin pam, pin pum -
largo (pero menos) el despertar.