Por cortesía hacia Miguel Boulesis – que tanto nos da y que tan poco pide -, movido él por extraña petición o “meme”(?) emanada de la blog inmanencia, hago un pequeño esfuerzo por hablar de mi itinerario intelectual o lector. Creo que habría que diferenciar entre el itinerario personal – sujeto a la locura de las lecturas erráticas – y el itinerario intelectual o lógico que configura un cierto estilo de pensar ( de interés, por ejemplo, para los que participan en un diálogo). Esta casta distinción la considero apropiada pero no la puedo ejecutar por mi propia deficiencia. Aún no he encontrado el estilo y, por ello, no puedo reconstruirme lógica y estilísticamente. Por otro lado lo errante de las lecturas me parece tan carente de interés que no debiera ni comentarlo. En fin , casi pornografía se me pide – cuando menos exhibicionismo – y por ello accedo a escribir esta nota. Por vicio.
Creo que, en el fondo, nunca he sido un gran lector, ni he hecho grandes empeños por escribir (y digo esto porque la lectura y la escritura me parecen los dos atributos cognoscibles de “algo” que podemos llamar “vida espiritual” o intelectual). Sí que he sido fetichista de los libros y de la escritura. Lo seguiría siendo si tuviera más dinero y espacio para los primeros y un poco de fuerza de voluntad para la segunda.
Desde pequeño sentí fascinación por las enciclopedias y eso quizás explique mi tendencia confesable a la diseminación. Siento la llamada de todo y no doy respuesta plena a nada.¿Falta de compromiso o hiperconciencia de la precariedad y vanidad de toda especialización? No sé. Mis primeras lecturas supongo que son típicas y sólo citaré aquella que aún me hacen temblar melancólicamente: las Rimas y leyendas de Bécquer en mi edición de piel roja. Más tarde mi desarrollo mental ( precario ) me llevó al rock´n ´roll y, en especial, a las canciones de Lou Reed y, sobre todo, Jim Morrison, de The Doors. De Morrison – leía hasta el desgaste una colección de textos titulada Señores y Nuevas Criaturas - pasé, por su influjo, a Arthur Rimbaud y, desde él, a Antonin Artaud y, un poco menos apasionado, hacia Bertoldo Brecht . Y desde todos a la filosofía. Años locos, cabeza de chorlito como John Isidore, el personaje de P.K.Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) que se convirtió en santo patrón y hombre en la sombra de esta blog en sus inicios. Siguiendo un poco más con la literatura desde hace años leo con cierta afición a Paul Auster – aunque, curiosamente, no sabría narrar los argumentos de casi ninguna de sus novelas. También me he enamorado en más de una ocasión de Albert Camus – quizás por desprecio (sin sentido) a Sartre (salvo por A puerta cerrada) y sobre todo por su amor a la pobreza y al glamour parisino. Hace poco he descubierto a Joseph Roth – el austrohúngaro más decadente desde Sisí. También estoy degustando a Orwell en sus artículos.
¿Y la filosofía? Confieso que he leído ----- pero no me he especializado. Me gustan los libros de filosofía , aunque sean difíciles y no sabe uno si merecen la pena el dolor que pueden provocar (y si alguien me pide recomendaciones de lectura le conduzco todavía hoy hacia la literatura. Así soy de desalmado y desagradecido con la Señora que me da de comer). La lectura de la filosofía es una experiencia que ni recomiendo ni abomino. Salí de la facultad con un extraño interés por la obra de Eugenio D´Ors que me cayó del cielo. Su relectura me sigue desde entonces sin saber por qué. Un misterio. Tal vez por considerar aceptable la retórica católica aún en el ateísmo. Más tarde descubrí a Richard Rorty que, en la actualidad, me sigue dando satisfacción con sus planteamientos. En tiempos me gustó mucho Eugenio Trías pero cuando comenzó su deriva hacia “Las edades del Espíritu” lo abandoné (sin causa). Su ensayo “Lo bello y lo siniestro” me encantó en el primer año de estudios universitarios.
En cualquier caso hay algunos textos cuya lectura recuerdo – oh melancolía – con placer y a los que podría volver para reconocerme en ellos, para notar las huellas de mi lectura: Gorgias de Platón, La consolación de la filosofía de Boecio, el Discurso del Método y las Meditaciones del Cartesio – leí el Discurso una Noche Vieja de hace mil años, Nochevieja no celebrada por la muerte el día anterior de mi abuela, con un Descartes lejos de toda fuerza dogmática y tremendamente precario en su meditación -, la Apología de Raimundo Sabunde de Montaigne, los Prolegómenos a toda metafísica de Kant, Ecce Homo de Nietzsche, Temor y Temblor de Kierkegaard , El fuste torcido de la humanidad de Isaiah Berlin, Contingencia, ironía y solidaridad de Rorty, Tras la virtud de MacIntyre .... y no es esto selección recomendable sino pura biografía parcial o para el combate con las sombras (o, si se quiere ser más vulgar, las manchas que placeres lejanos han ido dejando en mi memoria como Bill Clinton en el vestido de Mónica Lewinski).
Quizá otro día analice la lógica de las lecturas. Más porno del alma y exhibicionismo, que estoy en edad de pequeñas y tranquilas perversiones.
Creo que, en el fondo, nunca he sido un gran lector, ni he hecho grandes empeños por escribir (y digo esto porque la lectura y la escritura me parecen los dos atributos cognoscibles de “algo” que podemos llamar “vida espiritual” o intelectual). Sí que he sido fetichista de los libros y de la escritura. Lo seguiría siendo si tuviera más dinero y espacio para los primeros y un poco de fuerza de voluntad para la segunda.
Desde pequeño sentí fascinación por las enciclopedias y eso quizás explique mi tendencia confesable a la diseminación. Siento la llamada de todo y no doy respuesta plena a nada.¿Falta de compromiso o hiperconciencia de la precariedad y vanidad de toda especialización? No sé. Mis primeras lecturas supongo que son típicas y sólo citaré aquella que aún me hacen temblar melancólicamente: las Rimas y leyendas de Bécquer en mi edición de piel roja. Más tarde mi desarrollo mental ( precario ) me llevó al rock´n ´roll y, en especial, a las canciones de Lou Reed y, sobre todo, Jim Morrison, de The Doors. De Morrison – leía hasta el desgaste una colección de textos titulada Señores y Nuevas Criaturas - pasé, por su influjo, a Arthur Rimbaud y, desde él, a Antonin Artaud y, un poco menos apasionado, hacia Bertoldo Brecht . Y desde todos a la filosofía. Años locos, cabeza de chorlito como John Isidore, el personaje de P.K.Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?) que se convirtió en santo patrón y hombre en la sombra de esta blog en sus inicios. Siguiendo un poco más con la literatura desde hace años leo con cierta afición a Paul Auster – aunque, curiosamente, no sabría narrar los argumentos de casi ninguna de sus novelas. También me he enamorado en más de una ocasión de Albert Camus – quizás por desprecio (sin sentido) a Sartre (salvo por A puerta cerrada) y sobre todo por su amor a la pobreza y al glamour parisino. Hace poco he descubierto a Joseph Roth – el austrohúngaro más decadente desde Sisí. También estoy degustando a Orwell en sus artículos.
¿Y la filosofía? Confieso que he leído ----- pero no me he especializado. Me gustan los libros de filosofía , aunque sean difíciles y no sabe uno si merecen la pena el dolor que pueden provocar (y si alguien me pide recomendaciones de lectura le conduzco todavía hoy hacia la literatura. Así soy de desalmado y desagradecido con la Señora que me da de comer). La lectura de la filosofía es una experiencia que ni recomiendo ni abomino. Salí de la facultad con un extraño interés por la obra de Eugenio D´Ors que me cayó del cielo. Su relectura me sigue desde entonces sin saber por qué. Un misterio. Tal vez por considerar aceptable la retórica católica aún en el ateísmo. Más tarde descubrí a Richard Rorty que, en la actualidad, me sigue dando satisfacción con sus planteamientos. En tiempos me gustó mucho Eugenio Trías pero cuando comenzó su deriva hacia “Las edades del Espíritu” lo abandoné (sin causa). Su ensayo “Lo bello y lo siniestro” me encantó en el primer año de estudios universitarios.
En cualquier caso hay algunos textos cuya lectura recuerdo – oh melancolía – con placer y a los que podría volver para reconocerme en ellos, para notar las huellas de mi lectura: Gorgias de Platón, La consolación de la filosofía de Boecio, el Discurso del Método y las Meditaciones del Cartesio – leí el Discurso una Noche Vieja de hace mil años, Nochevieja no celebrada por la muerte el día anterior de mi abuela, con un Descartes lejos de toda fuerza dogmática y tremendamente precario en su meditación -, la Apología de Raimundo Sabunde de Montaigne, los Prolegómenos a toda metafísica de Kant, Ecce Homo de Nietzsche, Temor y Temblor de Kierkegaard , El fuste torcido de la humanidad de Isaiah Berlin, Contingencia, ironía y solidaridad de Rorty, Tras la virtud de MacIntyre .... y no es esto selección recomendable sino pura biografía parcial o para el combate con las sombras (o, si se quiere ser más vulgar, las manchas que placeres lejanos han ido dejando en mi memoria como Bill Clinton en el vestido de Mónica Lewinski).
Quizá otro día analice la lógica de las lecturas. Más porno del alma y exhibicionismo, que estoy en edad de pequeñas y tranquilas perversiones.
8 comentarios:
Curiosamente, leyendo esto, encuentro una afinidad. También yo he sido lector de muchos de los autores que has citado. No se si será de valor pero, en relación con la obra de Rorty "Contingencia, ironía y solidaridad" tengo en mi blog un proyecto abierto donde estoy exponiendo capítulo por capítulo dicha obra. Si te interesa y tienes algo que comentar o alguna interpretación que no compartes por allí estaré.
Saludos.
Me tiene olvidada Santamaría desde aquellos comentarios del año de la ciencia. Empiezo a sospechar que su ausencia se debe a motivos más profundos que una falta de tiempo. Magnífica la expresión de su rostro en la fotografía, distante pero a la vez cercana. Una expresión arisca, podría decir, pero la profundidad de sus ojos incita a seguir más alla de la apariencia.
Maravillosos articulos los últimos publicados mi querido amigo, espero saber algo de usted en estos días que nos llegan.
Me despido no sin antes susurrarle un adios, ¿lo escucha?.
¿Cómo se puede olvidar a un ser anónimo o a una ente anónima? La falta de nombre imposibilita el olvido o convierte el posible recuerdo en reconstruida sombra, algo así como una sombra mecánica, punto por punto el opuesto a una sombra (porque la sombra siempre se quiere orgánica). Aunque no conviene hablar con desconocidos - y menos con desconocidas- recibe mi saludo y, por supuesto, nunca en mi ánimo habite el olvido. Un beso, por si acaso.
Una sombra puede seguirle entre oscuros callejones, ¿ha pasdo alguna vez por alguno y ha sentido como los pasos de un extraño se aproximan a usted, y cuando se da la vuelta para descubrir esa sombra persecutoria, ella ya ha desaparecido?Imaginaciones puede pensar pero se equivoca, esa sombra existe, es el recuerdo de alguien que espera encontrar, una desconocida quizás.
Espero seguir estando presente en su mente como una sombra que aparece en los callejones de su oscura soledad.
Me despido con un tímido beso.
"es el recuerdo de alguien que espera encontrar" - dice. Muy platónico el juego de recordar lo que se espera. Me confieso: hoy me siento - hace unos meses ya - muy antiplatónico. Por otro lado, la diseminación por los recuerdos más sentimentales me parece cada vez más un itinerario interesante (aunque peligroso). Respecto a la espera, desde luego sería curioso saber qué espero( "Ójala llegue algo que te lleve de pronto /una luz cegadora un disparo de nieve! cantaba un tal Silvio). Salud y sombra.
Su espera se desvelará ante usted cuando menos lo espere,como una semilla que florece lentamente, silenciosa, sin que su presencia perturbe la calma, pero finalmente se hará flor y su grandeza antes inapreciable lo cubrirá todo.
Usted me convirtió con sus palabras en sombra, conviertame hoy en algo más fuerte, quizás una idea permanente en su cabeza, o un recuerdo hasta peligroso, que le haga recordar mis palabras intentanto descubrir quién se esconde tras la sombra.
Un saludo mi querido amigo.
OK
No puedo negar que me siento algo decepcionada por su extenso comentario.Esperaba otra respuesta.Pero a la vez me quiero sentir alegre por pensar que su comentario sea causa de una sorpresa efecto de lo anteriormente dicho,aunque me siguen atormentando los demonios en mi cabeza haciendo que piense que no puede dedicar un par de minutos a su querida sombra.Lo recuerda, usted me hizo su sombra y esa le sigue siempre,esté donde esté,en su pensamiento.
Un beso
Publicar un comentario