martes, 6 de octubre de 2009

INTERMEDIO. DE VITRINA S Y ARMARIOS SOLIPSISTAS



Nunca tengo claro si las puertas del armario deben estar abiertas o cerradas, si conviene más salir de él o encerrarse. Creo que, por carácter, tiendo más a la ocultación dentro del mismo, a la cancelación en su cómoda umbría. El mundo en este siglo XVII seguirá rugiendo ahí afuera, claro; el armario no cambia nada ni revoluciona ni se solidariza. Cierra la conversación, genera un lenguaje sin interlocutor o incita a extravagancias místicas. Un armario es una estancia blindada dentro de esa habitación en la que, según Pascal o Montaigne, los discursos dejan de encontrarse con refutaciones y la buena voluntad con tentaciones insalvables. Una sociedad de seres-armarios reconozco que pudiera ser triste y, si me insisten, maligna. Pero no es menos cierto que la tortuga se cierra en su caparazón- armario para evitar que el peso del cosmos la aplaste. Y es que el mundo pesa.

En todo caso, en la Vitrina de Domenico Kemps, la doble puerta - trasparente en el interior, opaca en el cierre - permite la ocultación tanto como la exhibición. Como si fuera un alma. Hoy su dueño, convencido de la afinidad y el buen talante de sus invitados, nos ha abierto el espacio, mostrándonos toda su riqueza y la arquitectura fantástica que la define. Me gusta esa falta de contradicción que en el siglo XVII se evidencia entre las fantasías más disparatadas y el afán de construcción racionalista de sistemas, taxonomías y ciencias mecánicas. Barroco total; moderno. Pero no hagamos esperar a nuestro anfitrión y recordemos que somos invitados afines, para nada sospechosos de ser agentes secretos del Tribunal Inquisitorial o de las cortes corruptas. Atendamos al armario con curiosidad mientras disfrutamos de un buen vino. Describamos con la mirada el alma de nuestro amigo que para eso nos muestra sus tesoros.

Abajo me llama la atención la pistola - para nada amenazante, convertida en ornamento y casi pieza exótica - y los escarabajos rinocerontes; en la estancia media las esferas horadadas me intrigan, sobre todo la de la derecha con esas estacas o espinas que brotan del interior. No comprendo su función pero imagino problemas geométricos combinados con derivaciones extravagantes hacia el ocultismo. Quien sabe si nuestro amable guía nos relatará su sentido al final de la velada. En fin, arriba los cristales, los espejos convexos y la calavera. Aunque, bien pensado, más que la calavera me intriga la forma fractal que nace de su frente - un coral - y que encontramos también en las dos puertas exteriores y en cada una de las tres estanterías. Formas exóticas, sí, pero también protectoras. El coral es el árbol del océano, la raíz abismal del mundo nacido de la sangre de la Medusa Gorgona, aquella que convertía a quien miraba en mineral. El coral es la vida endurecida, cerrada, acristalada, pero amenazando resurrección. El Gorgoneion era una amuleto protector que reflejaba la faz terrorífica de la Gorgona. Esos fractales de geometría imposible creo que nos protegen por pacto con fuerzas que no conviene nombrar(al menos esta noche).

No cabe conjeturar orden en la vitrina que nos desvele a su dueño o creador. El vino también ha hecho su efecto y podemos perdernos en hipótesis que rozarían la mala educación. Si nuestro amigo ya nos pareció extraño en los primeros encuentros, la apertura de su alma-armario, lo cubre de un halo de misterio y complejidad. Quizás es lo que busca y más tarde nos proponga participar en ritos oscuros o introducirnos en la Hermandad de los Rosacruces. Al alma y a la vitrina le pasa como al mundo: es una colección de rarezas, algunas estampas bellas y mucho capricho. Todo ello rodeado de un aire de horror que nos incita a cerrar los ojos y meternos en el armario con esas piezas que sólo nuestro genio ordena en gramática privada.

No sé como acabará la noche. Consejo: Busquemos un buen armario para pasar el siglo (Descartes se inventó el solipsismo. Hay, pues, precedentes y no le negaremos el buen gusto).


Imagen:
Domenico Remps ( 1620-1699): Vitrina de Estudio(L'Opificio delle Pietre Dure, Florencia)

1 comentario:

PÁJARO DE CHINA dijo...

Lo que venís escribiendo es inquietante (para variar) y espléndido. Voy anotando las sensaciones que me provocan todas las últimas entradas (desde los rinocerontes) en mi cuaderno. Después te las paso. Estoy escribiendo unos poemas sobre Descartes, o sobre vos, o sobre mí. Él podría ser cualquiera. La sintonía continúa. Hace bien.