domingo, 5 de diciembre de 2010

CHAHUT Y OSADÍA (3)

G.P. Seurat: Un dimanche après-midi à l'Île de la Grande Jatte(1886)

"...le tomaron el pelo por ocultar
la realidad
bajo un hormiguear de coloreadas pulgas
o se burlaron de sus figuras asirias"

La mirada asiria. Mira el asirio a la izquierda y trata de no ver para mejor situar su estampa en el desfile estático. La visión, la risa y el amor nos hacen oscilar como derviches y estamos incapacitados para vivir en los tres estadios durante un tiempo razonablemente mayor al de una sonrisa. Por eso es preciso cegar, condenar o dejar en suspenso la atención para participar en la parada. "Mire el cogote de su compañero y cúbrase", me decían en la escuela y en la mili mientras formábamos. Seriedad del ojo fijo en nada. Sieg Heil! En la situación asiria del cuadro manda el paso rítmico (en este caso congelado), la procesión pagana del ocio burgués y, poco a poco, también obrero (el 1 de mayo de 1886, año de la Grande Jatte, tienen lugar las revueltas de Haymarket y un año después la Segunda Internacional vindica la fecha como día de los trabajadores).

A veces siento envidia de la parada del asirio.


La mirada en esta tarde de domingo es milagro . La Grande Jatte es altar conmemorativo de los nuevos tiempos de prosperidad que se anuncian (los negros y las máquinas trabajarán por nosotros). Simultáneamente, su representación vive en un pasmo de fragilidad. Un ligero acercamiento a la imagen nos desmontará el universo puntillista y todo se convertirá en un circo de pulgas psicodélicas sin orden ni futuro ---- y realmente, en 1889 y en 2010, la paz asiria del ritual dominical no deja de ser mascarada porque no sólo trabajan los negros y las máquinas sino "nosotros" nos vemos afectados por el engranaje canalla, la apertura militar del espacio aéreo, la salud como corsé y la felicidad en un viaje exótico con el tiempo ajustado a la especulación de los mercados; la humillación de tener que mostrar a todos lo listos que somos, la agenda de alienaciones que tenemos, lo eficientes que nos parió la matriz mecánica. Sólo una generación me separa del hambre y el racionamiento. Sé escribir de milagro y veo los sabañones en mis pies. Me como los mocos a la sombra de los millones que desgastan su intestino en la diarrea, el tifus o el cólera. Somos muchos millones pero no somos siquiera puntos luminosos ni cabe esperar - como diría Kant - que a una cierta distancia el hervor del color puntillista muestre sendero, figura, estadio o mirada asiria.

Si acercamos la mirada estalla la imagen en pulgas de luz-emocional, ruido sordo sin partitura, bullicio anterior a la entrada del maestro en el aula. Sólo son puntitos de luz pero esos puntos se expanden diluidos y vibrando - como un cuerpo después del temor o la corrida- en los lienzos de Rothko. Y Rothko nos devuelve a un paisaje que aún no recordamos...... ¡ aunque tal vez no! ¿ Por qué su sangría, esa necesidad de pintar rojo con sangre y viento con cuchilla? Quizás sea un mito suponer que una vez aquel niño letón pintó cuadros atravesando el campo de minas de los puntos de color, expandiendo cada gota en banda/bandera de aleluya. Quizás un cuadro de Rothko no es una expansión dinámica del punto al ser roto por la rabia y el deseo sino sólo un zoom de cámara, un simulacro mecánico.

Es dudar un poco y comenzar a sentir el zumbido en los oídos, el tam tam salvaje en la tarde de domingo.

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La mirada asiria, la gran indiferencia que se hace carne en el rito tomado en serio, pasa de nosotros y nuestros chistes lerdos. No se ríe. ¡Qué distancia tan inmensa separa el circo y el espectáculo burlesco chalut de los dos cuadros anteriores de esa estampa de la Grande Jatte! ¿Qué ha podido suceder para que sea tan distinta la mirada en los tres lienzos y, a la vez, sigamos considerando superior precisamente a la Grande Jatte? ¿Qué sucedió esa tarde de domingo?

Salvajes amazónicos vestidos de positivismo cientifista (la teoría de la luz etc.), fuerzas mercenarias de la mirada asiria, lanzaron dardos de curare sobre el cuello de las bailarinas y los forzudos del circo, convirtiéndolos en puntos en equilibrio precario que contemplan relajados el triunfo de la clase obrera hermanada con la burguesía en el parque. No se trabaja en domingo.


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De pequeño tenía ropa sólo para los domingos y en ese orgullo de armario me hermano con algunos de los que miran a la izquierda en la tarde del domingo, simulando la mirada asiria, en el cuadro de Seurat. Sin embargo, antes como antes y ahora como ahora, siento las más profundas de las depresiones en las tardes del domingo. Mi alma reacciona ante la imposición del festivo, la pseudoquietud del curare que marca la Grande Jatte y que muestra el espacio de la libertad como camelo, espejismo drogadicto... Sucede que tras la paralización de los miembros las hormigas nos devoran en un clima de plácido domingo. Y yo siento esas hormigas que no puedo apartar de mis piernas.
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La liberación como engrasado de la máquina. ¿No son todos los personajes de La Grand Jette maniquíes de sí, Olimpias autómatas de las que nos enamoramos si sabemos mantener la justa distancia como sucedía en el cuento de Hoffman? Si cruzamos la calle y entramos en la casa la placidez del domingo estalla en diez mil puntos y eficientes engranajes.




Natalie Dessay, Olympia en los Cuentos de Hoffmann, de Offenbach


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"Las Panateneas de Fidias eran una procesión. Yo quiero mostrar a los modernos moviéndose como en los frisos, reducidos a sus elementos esenciales, colocarlos en cuadros combinados según armonías de colores por medio de la dirección de los matices y según armonías de líneas mediante su orientación, disponiendo línea y color en mutua relación" (Seurat)


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¿Quién me enseñará el salto de la osadía?

Y el monito disecado nos atrapa en su ternura. No otra cosa es la experiencia de lo siniestro.

3 comentarios:

Stalker dijo...

Entro aquí y me fusilan tus palabras. Mejor eso que ser devorado por las hormigas en domingo (comparto esa cuasifobia a la molicie impuesta, hacia el tiempo reglado, coreografiado y servil que hemos de acelerar o ralentizar al dictado).

penetrante y bicéfala inmersión pictórica.

te estás acercando al hueso

salve

Luis González dijo...

De pequeño soñaba queme abrían - como se hace con un estuche escolar - y en el interior no había nada.

¿Y si no hay hueso?

Salud y Chahut!

Stalker dijo...

Bicéfalo:

¡dentro no hay nada, claro!

Me refería a otro hueso... ¿tal vez al que hay al fondo de las palabras, después de la grasa del decir?

salve