miércoles, 6 de febrero de 2008


Y si la ira dejara vía libre a la memoria - pues la ira no impide el pensamiento pero sí bloquea toda sensibilidad y dulzura en el mismo - podría acercaros a mi paseo por el río Arlanza, en aquel verano lejano en el que por vez primera intuía en mi carne (vía pulmonar) que el gran gozo era posible.

Pero la ira no me deja, hermanos, y sólo puedo deciros que en aquel mismo momento M. se despeñó un par de metros mortales por intenar atraer a hembras hermosas a su cubículo de humedades placenteras.

La ira no deja, no, y por eso construimos carcharros - poemas, tesis, canciones y sinfonías - que cristalizan en objeto o grumo la sombra de esas experiencias que la narración no alcanza (pues la ira agarra con fuerza sus tobillos como la amante despechada en el amanecer o la vieja calavera de las danzas negras). ¡Ay, si la memoria pudiera entregarse y proyectarnos a todos en aquel viaje en colchoneta por el tranquilo Arlanza, los ojos cerrados por el humo y la burbuja del colorín!

Os entrego esta cancioncilla del White Bird encerrado en la cárcel dorada... Y no olvides que It´s a beautiful day.





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