viernes, 2 de octubre de 2009
ITINERARIOS (II). ANITA NO BESA A RORTY PERO LE DEVUELVE LA DIFERENCIA ( INSTALACIÓN PERFORMATIVA Y PROLETARIA EN ÁMBAR)
Arte. Saber hacer. Mis pinceles son mis dedos y mis pies. Los primeros me llevan a la piel. Cuando los dedos no pueden (o no deben) tocar la piel hacia la que se encaminan dejan paso a los ojos. De igual modo la escritura se presenta como metadona de la acción. Los pies me llevan a recorrer calles y plazas generalmente en obras. Mis pies dibujan los mapas del tesoro que conducen a la flor azul de Novalis. Arte. Color.
Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no!
Abro una cuenta en Twitter (http://twitter.com/Rorty_R) para participar en un juego. No comprendo las reglas del juego ni las del artefacto Twitter. ¿Necesitamos conocer las reglas del juego para participar en la conversación? No sé que opinaría Rorty. En todo caso soy más romántico que el ironista que amaba las orquídeas. Me lanzo sin armas hacia la colina que ocupa el enemigo – la muerte, el aburrimiento, las corazas del rinoceronte. Hoplita sin lanza ni escudo.
Cito a Rorty en Twitter:
“Aceptar que aquello que nos importa especialmente puede ser algo por lo que otras personas tal vez nunca se entusiasmarán particularmente” (rOquídeas silvestres y Trotski).
Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no!
Saco de la biblioteca un libro sobre el Land-art. Leo que Land art es apócope de Landscape art, el arte del paisaje. Como no sé nada del Land Art puedo decir que no acepto la premisa. ¿Cabe decir que el noble arte de la jardinería o la revelación de los jardines zen son un ejemplo del land art? No, no y no. Para ese viaje no hace faltan alforjas. Más lejos, más lejos, más lejitos por favor, amor, por favor, que no sea eso, que encuentre lo que busco como la vibración de Dover me lleva a un espacio libre de marcadores y protegido por el angel custodio.
Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no!
Escucho Dover algunos años después y me acuerdo de aquella jovencita que se levantaba de su pupitre como la hermana de Samsa en el final de la Metamorfosis. Yo explicaba Platón y ella contestaba, con la acción de su cuerpo, citando a Kafka. Torpeza de la palabra y de la escritura, triunfo de un estiramiento de brazos en medio del tedio escolar.
Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no! Oh,no!
Mis pies – mis pinceles – me llevan al supermercado. Allí el joven que está delante de mi deja sobre la cinta de la caja número dos su compra ------ la cajera se llama Anita, lo juro, y tengo el ticket que lo atestigua. Al llegar al final de la cinta los tres objetos adquiridos ( 5, 60 euros) se colocan en paralelo. En medio una litrona de cerveza con la etiqueta hacia abajo. Veo la espuma en el lomo de la botella inclinada. Me gusta el ámbar y el brillo rubio. Me dejo arrastrar por los reflejos de las cosas como si fuera un salvaje. A su izquierda un frasco de cristal que contiene alubias blancas simplemente cocidas. A la derecha un pollo asado envasado al vacío, envuelto en plástico como un objeto de Christo and Jeanne-Claude. Las tres entidades conforman una pequeña y armónica instalación al final de la cinta móvil. Anita bendice los alimentos al pasarlos por lector láser. Pienso en términos económicos: con esos tres alimentos quizás podría comer un día. Calculo: 5,60 x 30 = 168 euros al mes. Dibujo los grafismos del importe en la cinta con el spray de mis ojos. Anita coge con sus manos morenas las alubias, el pollo y la cerveza. Siento pasión proletaria y amor por los inmigrantes. Doy gracias a dios por mis ojos, por mis dedos, por mis pies , por Anita y por el pollo envasado.
Bendigo la extrema contingencia rortyana y me convierto, de nuevo, en el ángel custodio del vídeo de Dover.
Imágenes: Rothko. Dover: serenade
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4 comentarios:
Oh, sí, RR, te soy fiel, fiel (y por eso me reservé la mañana del sábado, dentro de un rato, para terminar el recorrido de tus rinocerontes y empezar a recorrer tus itinerarios). Tu muñeca está incendiada y me hace correr para seguirla y me deja sin aire. Ahora además te metiste en Twitter con Horkheimer y Foucault (y, claro, tenías que ser RR, para ponerles los pelos de punta - bueno, a Michel no hace falta y a Max casi casi tampoco, recordando sus fotografías ...).
Te digo: que tu escritura es tesis-poema. No es uno o lo otro. Es las dos cosas mezcladas a tal punto que no hay costura, no hay sutura, no pueden escindirse los elementos de la mezcla en combustión, inclasificable.
Te digo, también: no tenés derecho a hundirme en mi amado Rothko (y uno naranja como un sol aniquilado y espléndido, fracturado por una banda blanca entregada como una ofrenda -¿un vendaje, un puente, un desfiladero?) y citarme un poco antes el cuento de Hoffmann que quiero leer íntegro junto al texto de Freud (Mr. Sandmann y Die Unheimliche). Es como si me robaran los ojos pero sin arrojarme arena, sino el precioso magma de nuestras coincidencias, en su lugar.
Sí. Oh, sí. La escritura es un sucedáneo del pliegue donde recostar la espalda y la transmisión en diferido del sueño de la casa donde caer para vivir. Me emocionó leerte. La escritura es eso, exactamente eso.
Y de alguna manera ninguno de los dos nos hemos ido de la adolescencia, aun considerando las palabras dejadas en Marienbad y en virtud de Marienbad y de esas palabras.
Te abrazo desde la madrugada silenciosa y profunda, profunda (a punto de caerse del mapa) de este sur.
P.S.: Vos seguí escribiendo que yo te alcanzo.
P.S. (2): Sé que seguís buscando juguetes en los vertederos. No tengo dudas.
Después de días de ausencia (involuntaria), vuelvo a la bicefalia y me encuentro de nuevo la potencia de tus textos. Veo que has escrito muchísimo, y necesito silencio para seguirte por todo el itinerario. Pero al menos debía decirte que, de nuevo, este post, me ha encantado. De nuevo, la fuerza, las descripciones fílmicas, la seducción que nos haces sentir a todos por una Anita de la que sacas lo mejor, más rescatable. Y su bendición de los alimentos. Genial.
Vuelvo en breve para seguir disfrutando.
Un abrazo!
Pájaro, oh pájaro, cómo me duele hoy la cabeza y qué ganas tengo de dejarte algún mensaje iluminador o cegador o arco iris de camino sideral. Me cuesta la escritura; no, no me cuesta la escritura sino la escritura correcta. Intentaré que la muñeca siga encencida pero sabes que sólo soy un pobre niño rebuscando en el vertedero que se ve devorado por hormigas.
Susana, también siento el dolor de cabeza. Puedo confesar que ayer estuve bailando - o dando saltos - después de muchos, muchos años. Me gustó bailar pero... hoy no tengo fuerza para escribirte. Te visito y te agradezco los ánimos.
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