jueves, 24 de mayo de 2007

EL INHUMANO ÁNGEL DEL CUIDADO

El contexto del cuidado es asimétrico y desproporcionado. En las famosas medallas de la madre se postulaba el “dar mucho, pedir poco” como lema de la maternidad. No nos confundamos: la cosa ya estaba contractualizándose ; el anuncio nos impelía a pagar a la madre por sus desvelos. El genuino lema del cuidador es dar para no pedir. En el cuidado hay un auténtico trasvase de potencial humano – trabajo, cariño, preocupación – que no recibe rédito alguno en idéntico lenguaje o con reciprocidad de lengua. Desde luego, algo se refleja como reacción a nuestra entrega. Hablamos de realidades vivas no de mero cuarzo. Sin embargo la imagen especular que nos contesta se declina en una gramática bien distinta --- en ocasiones abisal.


El contexto del cuidado se integra en un horizonte de metamorfosis para el cuidador. De algún modo, se espera de él la conversión en ángel custodio. Nuestra duda es si no se despertará convertido en un monstruoso insecto . Cabe esperar que en el devenir del proceso o bien el cuidador se vacíe del todo de su humanidad hasta alcanzar la condición cuasi-mineral – tornándose ángel de panteón o tumba que acompañará al objeto de sus desvelos más allá de la medida humana – o encuentre un nuevo marco de vida y enriquecimiento por medio de la entrega y el servicio, la subordinación plena de toda inteligencia e interés a un sentimiento de protección sobrehumana que nos convierte en heraldos de lo sobrenatural. O gótico angelote de sepulcro o fluido impersonal, superador de todo sexo y ego. En definitiva, el problema de la ética del cuidado es que si radicalizamos su base antropológica (o metafísica) desborda la humanidad misma, convirtiéndose en antihumana o sobrehumana. Curioso que lo que a veces consideramos lo más noble del hombre(la entrega amorosa) sea la semilla de su negación.

El cuidado; la ética del cuidado. Aunque, bien pensado, ¿no implica una torsión excesiva de las palabras – “ética”, “cuidado” – su anexión, su dicción conjunta?. ¿Cabe convertir en norma la entrega tutelar?¿ No es incongruente una ley del cuidado --- a pesar de su utilidad social e, incluso, su justicia? En verdad el descoyuntamiento ético sólo se muestra si abordamos el cuidado en su pureza, es decir, sin que quepa en él principio contractual alguno. Por ello, quizás, si el contractualismo de las éticas de la libertad y la reciprocidad nos pueden hacer olvidar la asimetría (tutorial) de ciertas situaciones que no son superables, la gratuidad y entrega del cuidador puede ubicarnos, finalmente, en un indeseable sublime inhumano.

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