martes, 19 de febrero de 2008

CÓMO CAMBIA TODO, HERMANO LOBO


Recién salido de la adolescencia - o en la ilusión de tal huida - un amigo me dijo que no había intelectuales "de derechas ni cristianos". La intelectualidad está unida con la lucha revolucionaria de la izquierda y la racionalidad filosófica nos comprete con el ateísmo, con el socialismo y la libertad de las costumbres. Todo lo demás es opresión, aceptación de la realidad sufriente: lo contrario del compromiso intelectual. El amigo, unos veinte años mayor que yo, era, sin duda, progre. Y ser progre me parecía, aún en los años ochenta, ser una cosa buena. Tenían los intelectuales progres una pátina de "intelectualidad" aún mayor que los "modernos", los chicos de la movida, grupo con el que comulgaba más en la praxis pero que me parecían culturalmente flojitos. Además los progres eran sexualmente muy abiertos.


Por los mismos años una mujer miembro del mismo grupo socioideológico se sorprendía de que en el Departamento de Filosofía hubiese "carcas", es decir, gente de derechas o no-progres. ¿No es la filosofía crítica, necesariamente comprometida con la contestación social o la revolución? ¿Se puede ser filósofo sin ser revolucionario?.


Hoy las cosas han sufrido un proceso de inversión. Muchos son los que consideran el "movimiento progre" la esencia misma de la vacuidad intelectual. El socialismo - sobre todo en la versión psoe - es caduco, totalitario por estatalista, doctrinario e impotente. Uno se sorprendería si en un departamento de filosofía hubiese otra cosa que la vanguardia liberal del pensamiento. El progre que fue -postmoderno mediado -, Gabriel Albiac, es espejo de evolución racional y crítica.


En los años ochenta creí que iba a morir en un "ataque preventivo de las URSS". Hoy sé que cualquier día mi afición a los grandes almacenes me hará volar por los aires de la jihad. Sería tonto creer que los misiles rusos apuntan a nuestros centros de diversión y desarrollo.Por Dios.


Todo esto da que pensar. Desde luego no creí a mi amigo progre porque yo era moderno a pesar de todo y , además, conocía ya a intelectuales que no eran progres (aunque sí modernos: eso les salvó del prejuicio ---- la cuádriga Pound, Céline, Jünger, Mishima). Aunque asumí la inevitabilidad del ateísmo respeté intelectualmente a los cristianos por influjo de algunos de mis profesores y de gente como Kierkegaard o el último Camus. Desde luego hoy me parecen papanatas los que sólo ven en los progres vacío intelectual ( o a los sumo el artisteo que apoya a ZP).


Pero esta conclusión es espuma. Lo realmente interesante del periplo es que en mis casi treinta años de vida activa en el orden del pensar, las cosas se han redefinido de un modo increíble. Si somos optimistas- y me suponen treinta años más de vida diletante - tal vez logre ver nuevos cambios y cabriolas de modas y certezas. Y eso es bueno. Como es bueno el escepticismo aunque sepamos en el inicio del periplo que no hay puerto de destino ni llegarán los bárbaros que nos sacarán del tedio y la trivialidad. No sé porque es bueno el escepticismo pero prefiero la tontería al dogmatismo. Y, puestos a decir necedades, oremos por la paz del mundo y el mantenimiento de la Unión Europea, para que pueda ver sin hambre ese futuro sorprendente -- digan a Dios en sus rezos que el grumo que genera el tiempo no me vuelva cínico y amargado, cincelado por el fuego fatuo de la historia.




1 comentario:

Anónimo dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=B5BX0yl0vds