miércoles, 7 de abril de 2010

Depredación de mi. Mirar atrás(1)


UNO. La familia, representada en el Monumento al Renacimiento Africano del que hablaba el otro día, mira hacia delante (¡Adelante! Avanti popolo!). A lo lejos el mar y el futuro perfecto. La edad adulta del niño y la integración de la negritud en el sendero luminoso del progreso.

Imaginemos ahora que las figuras del grupo giran su rostro 180 º y comienzan a mirar atrás, decididas a ver lo que queda en el fondo de armario, echando mano de sus recuerdos maltrechos y del arte que, en alguna de sus funciones, es (dicen) combate contra olvido (ver poética del Pájaro de China).

Simulemos - más allá del realismo socialista de la escultura - que el grupo familiar se torna algo parecido al Ángel de Klee-Benjamin o al monito de Marc, vislumbrando en el atrás la senda de la ruina y el escombro, toda la chatarra y el óxido que nos habla de un pasado incumplido, precario incluso cuando ya está cerrado en su imposibilidad de ser otra cosa, cuando se convierte en zanahoria y palo de la nostalgia, la droga de la nostalgia, el veneno de la nostalgia.... Pasado siempre imperfecto.

Mirar atrás para ver el derrumbe, para ser el edificio que cae agotado por los aviones que lo penetran como zarpas de futuro desesperado o pasado de mala conciencia o viento del paraíso que prometido nunca llega.

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Mirar atrás bajo la forma del debería (Yo debería o habría debido hacer esto o no haber hecho aquello). Parece como si para tomar conciencia del nihilismo y de otras vacuidades sólo fuera preciso mirar atrás como lo hace el monito de Marc, con miedo y mala conciencia. Miro el pasado bajo la forma del debería no haber hecho y, en espectáculo 3 D, toda mi vida se me pinta como derrumbe, ruina en la que no cabe hoy cabeza de sabio melancólica que reflexione sobre el tempus fugit. No es éste tiempo de sabios ni memoriosos valientes. El alma se llena de prozaz y sales de litio o mísero lexatin como andamiajes de la historia caída (o, mejor que andamio, agua arrojada sobre el cascote para evitar la presencia del polvo que signa la demolición).

¿Y todo un pueblo? ¿Puede mirar una comunidad atrás bajo la forma del debería para contemplar el desecho de la heredad y la hacienda? Miré los muros de la patría mía...

Hablaré de grúas y gatos.

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