jueves, 3 de diciembre de 2009

CARTOGRAFÍA DE LAS COSAS PEQUEÑAS (01)



Cartografía de lo pequeño. Borrador.

0.- Cosas pequeñas. Lo chiquito:la contemplación de una puesta de sol, una sonrisa amable mientras se conversa de asuntos nimios, la fijación de la mirada en la textura de un lienzo, un árbol de Friedrich o, mejor, una de sus ramas. Un dedo acariciando despistado la piel.

1.- ¿Cabe un borrador de las cosa chiquitas? El borrado, la tachadura, es un acto radical, duro. Inmenso. No cabe vuelta atrás. Un borrador está destinado, parece, a la quiebra y la destrucción. Sin embargo, uno tiende a considerar que las cosas pequeñas son, punto por punto, la negación de todo acto brusco, irreversible. Lo chiquito no precisa ser borrado porque la mera pérdida de la atención, el "pasar a otra cosa", lo evapora, lo hace desaparecer sin trauma. En la cartografía de las cosas pequeñas no debe haber sitio para la tragedia de un borrón y cuenta nueva. Ligereza.

La cartografía de las cosas pequeñas no puede tener la forma de un álbum de recortes cuyas páginas se puedan pasar para no volver a visitar. Quizás, mejor, un armario con montones de cajoncitos. O una maleta. Siempre dispuesto a que su contenido se volatilice.


2.- ¿Cabe un sistema axiomático de las cosas pequeñas? Cuestionable. Para poder generar un sistema axiomático necesitaríamos unas reglas de formación y transformación. ¿Existe la posibilidad de encontrar una fórmula, un algoritmo que nos permita crear las cosas pequeñas y quepa en el bolsillo para cuando nos haga falta, en los márgenes del camino, al pie del drama y la senda luminosa de la historia? Uno lleva en el bolsillo una caja de cerillas por si le apetece fumar un cigarrillo. La moneda de un céntimo que nunca nos abandona pero que, si la tiramos al suelo, no genera reducción al absurdo, ni exige justificación. No imaginamos la evaporación de una cosa chiquita que nos exija prueba (Q.E.D.) o la aplicación de un ley lógica. Las cosas pequeñas se van. Hacen pluff o chass.


Aún así, no deja de ser atractiva la idea de un sistema deductivo de las cosas pequeñas.



2.1. Dado el caso: ¿cuál sería el conjunto finito (y chiquito) de axiomas de las cosas pequeñas? De todas las cosas pequeñas, ¿seleccionamos algunas que tengan el suficiente poder como para generar toda una serie de cosas pequeñas? No sé. Si tuviera que elegir un axioma de las cosas pequeñas creo que sería la piel y el tacto. No niego la mirada, desde luego, mi gran tirana. Cuando sentimos la caricia de una mano o del sol o del viento en la piel, ¿no tenemos siempre la duda sobre su existencia? La piel es un sentido fantasma. Las cosas pequeñitas que nos rodean en los otros sentidos - la vista, el oído, el gusto - siempre se nos presentan como sinestesias táctiles. Al contemplar cosas pequeñas mi ojo se revela piel.




2.2. Por otro lado, las reglas de mutación de unas cosas pequeñas en otras, ¿son reglas finitas y pequeñas o nos exigen compromisos con la deducción y la providencia de la historia? ¿Puedo transformar una cosa chiquita en otra? Sí, es un hecho. ¿Cuál es la regla que subyace?El dejarse hacer. La filosofía de las cosas pequeñas es siempre una erótica. Posiblemente sin sombra de muerte (dramática) y circundada de la suave degradación en un fundido en blanco.

3.- ¿Una cartografía de las cosas pequeñas? Asumo la objeción. Cada cual tiene sus cosas pequeñas y la universalización que implica toda cartografía es una negación de esa extrema particularidad. Y de lo extremadamente mutable del objeto.

Sin embargo la aventura del intento me resulta excitante. Un pequeño capricho.

4.- Me gusta la palabra poco. Y poquito. No me gusta la palabra mucho. Cuando la amada le dice al amado que le quiere "un poco" éste salta de alegría aunque sabe que es muy frágil la emoción. La esperanza surge. Dios nos quiere un poco (nada más hay que ver el mundo) y los creyentes lanzan alabanzas al cielo. Devoción por las cosas pequeñas. Om. Ese debe ser el secreto de una cartografía de lo pequeño. La devoción y una pizca de esperanza.


Imágen: Caspar David Friedrich
Vídeo: Poco: Rose of Cimarron




1 comentario:

PÁJARO DE CHINA dijo...

Es muy raro, pero asiento leyéndote aunque piense lo contrario. Quizá no sea contrario, sino complementario. De todos modos es difícil adherir a una cartografía que se te ofrece cuando estás tan enamorado de otra. Don de tu escritura.

Yo practico la religión de las cosas pequeñas. Las cosidas al cuerpo y las despegadas. El lenguaje gestual, las inflexiones de la voz y la vieja taza en la que estoy tomando mi café con leche.

Soy una fetichista de las cosas pequeñas (los programas de cine, los lápices, los botones, las piedritas) con las que sí, bien pude decirse que mantengo una relación erótica. No me masturbo con los lápices ni deleito mis agujeros con piedritas y botones, no me rozo la piel con el programa de la sala Lugones, pero mantengo con mis cositas un vínculo del orden de la seducción. Me rindo ante ellas.

Y creo a ciegas en el poder arrasador de la modulación vocal y de los gestos (sonrío y soplo besos con alitas). En la capacidad de lo pequeño para dar en el centro del prójimo sin tocarlo.

Creo, también, en la permanencia de lo pequeño. Más que en la de las tragedias griegas o la épica histórica. Lo que me atraviesa del recuerdo de mi padre, por ejemplo, es mi proyección mental de determinados gestos mínimos, recurrentes, que le pertenecían por completo. La manera de apoyar las manos sobre sus rodillas, por ejemplo. Sé que esos gestos me asediarán hasta el fin de mis días.

En cuanto a los borradores, para mí son un ensayo o bosquejo que inicia la gestación. Llevo en el bolso varios cuadernos "borrador". El núcleo de lo que pueda suceder está ahí.

Sin embargo, adhiero simultáneamente a tu cartografía. Quizá me estés volviendo bicéfala ...