miércoles, 28 de abril de 2010

Hipo


Veo una película en la que aparecen naves extraterrestres y seres grises. No comprendo la exageración de las luces en los vehículos intergalácticos y me pareciera más inteligente y cristiano que se presentaran con un poco menos de estruendo lumínico. Sospecho que los alienígenas tunnean sus carros y llegan a la Tierra como el macarra que aparca con el coche chispeando colores y música rap en el centro comercial. La perspectiva de unos extraterrestres con gorras y pantalones anchos que llegan a nuestra pobre casa Gaia con un derroche tan inexplicable de luz y velocidad me entristece como buena persona que soy. De momento los marcianos son silenciosos pero cabe esperar que pronto en los noticiarios de todo el mundo se dé cuenta de avistamientos de bolas de fuego con música sincopada. El planeta se llenará de ruido exógeno y todo será un poco más feo.


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Reivindicación romántica del imaginario popular. Resulta curioso que los alienígenas tengan un aspecto tan similar a los elfos, las hadas y seres del bosque. La libertad imaginativa nos lleva a ser gregariamente simples en muchas ocasiones.
Ser idiota es un destino humano y, si me extreman, cósmico, como demuestra la cxageración luminosa de los platillos volantes.


(Decía hace poco Stephen Hawking que desconfiaba de los intentos de entrar en contacto con otras civilizaciones no humanas. Primero: nos pasarían todo tipo de enfermedades que podrían diezmar a la población animal o extinguirla. Segundo: tal vez sea gente violenta. El modelo de la invasión europea de América nos puede servir de advertencia. Estoy de acuerdo con el físico-matemático. El riesgo sólo sería asumible si su conocimiento nos aportara respuestas flipantes a nuestras dudas metafísicas. Sin embargo no creo que sea descartable que los alienígenas sean idiotas y con sus ropas anchas, sus piercing y su gorras ladeadas lleguen a la paz del bosque rimando las inquietudes de sus anos. El derroche de energía convertida en luz de parque de atracciones o skyline sólo puede ser síntoma de problemas intestinales. Los ET son como Elvis en Las Vegas. Las naves extraterrestres son horteras y el que vengan de fuera no les salva ni justifica)


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Él habla con expresiones del tipo cabrón, hijo de la gran puta y otras lindezas. Son todas para mí y las asumo. Me humillo un poco más, me derrumbo, lloro y me quiebro los músculos de cuello. No tengo motivos de orgullo. No tener orgullo me convierte en oruga. Vale. Luego , al poco rato, aquí me tienen: escribiendo sobre extraterrestres.
La sangre nunca llega al río ni la tristeza a Tokio.
Él es un extraterrestre con pinta de humano adolescente. Hortera y con un exceso de luminosidad nacida del miedo y de los placeres más básicos (el temblor orgásmico en la propia presencia).

1 comentario:

PÁJARO DE CHINA dijo...

Pero yo quiero ver uno, para comprobar que puede existir algo peor que nosotros mismos. ¿Estarán ya infiltrados en los conciertos de Lady Gaga?

A mí el de Roswell me pareció muy tierno y cada vez que veo ET, lloro. Desde que tengo uso de razón mi hermano me carga porque dice que tengo los dedos flacos y largos igualitos a los de ET ... phone home!.

Si aterrizan y no son malitos seguramente terminarán vendiéndolos como mascotas y la gente hará cola para llevárselos a casa, como fue el caso de los sea-monkeys.

Pregunta: ¿cómo hacés para escribir en tan buen estado, tan pero tan suelto? ¿cuántos kilómetros corrés cada mañana?

¿Y quién es EL, que voy y lo emboco?

Besos, my dearest turtle.

P.S.: Tengo que ver Malice in Disneyland y te cuento.