Novela de novelas Viajes por el Scriptorium es también una historia de habitación , como la Metamorfosis de Kafka , el capítulo inicial de El Quijote con Alonso Quijano encerrado en la biblioteca –el libro es un potente disolvente de la experiencia habitual – o el capítulo final de la nivola Niebla de Unamuno.
La habitación es el espacio de la escritura de un modo real y simbólico. El escritor y el lector exigen la soledad del punto de luz – la página blanca del libro, el cuaderno o la pantalla de ordenador -, el asilamiento del Scriptorium. Incluso cuando la lectura es pública – como en una ceremonia religiosa o al leer a un niño o a un enfermo- se produce un pliegue, la voluta del signo sobre sí que no implica la pérdida de nada --- antes bien, se gana la realidad del mundo previo a la lectura realzado como lo que en verdad es: ficción narrada, pavesa de un fuego que se nos escapa siempre y del que, quizás, nuestra blanca luz es sólo sombra.
¿Puede salirse de la ficción generalizada una vez que se ha disfrutado del gusto de la letra escrita? La profecía socrática nos lo advierte: olvido, olvido... Sí, pero ¿qué es lo borrado? Por lo demás, ¿era tan importante?.
Encerrado en la habitación, desmemoriado – anotando en una libreta el nombre de los personajes que va apareciendo en la narración (¡la libreta! en otras novelas Auster – La noche del Oráculo - nos ha hecho partícipes del fetichismo de la libreta y del papel), Mister Blank ve aparecer ante sí a sus antiguos personajes que le someten a extraño juicio por las misiones peligrosas a las que fueron enviados y por las que ahora se paga con el olvido. Mister Blank convertido en un “monstruoso insecto” : un traidor a la ficción que busca realidades en su alineado deambular por la sala de reposo o tortura. Quiebra la santidad de la ficción con el sospechoso nombre de la realidad ágrafa.
La habitación es el espacio de la escritura de un modo real y simbólico. El escritor y el lector exigen la soledad del punto de luz – la página blanca del libro, el cuaderno o la pantalla de ordenador -, el asilamiento del Scriptorium. Incluso cuando la lectura es pública – como en una ceremonia religiosa o al leer a un niño o a un enfermo- se produce un pliegue, la voluta del signo sobre sí que no implica la pérdida de nada --- antes bien, se gana la realidad del mundo previo a la lectura realzado como lo que en verdad es: ficción narrada, pavesa de un fuego que se nos escapa siempre y del que, quizás, nuestra blanca luz es sólo sombra.
¿Puede salirse de la ficción generalizada una vez que se ha disfrutado del gusto de la letra escrita? La profecía socrática nos lo advierte: olvido, olvido... Sí, pero ¿qué es lo borrado? Por lo demás, ¿era tan importante?.
Encerrado en la habitación, desmemoriado – anotando en una libreta el nombre de los personajes que va apareciendo en la narración (¡la libreta! en otras novelas Auster – La noche del Oráculo - nos ha hecho partícipes del fetichismo de la libreta y del papel), Mister Blank ve aparecer ante sí a sus antiguos personajes que le someten a extraño juicio por las misiones peligrosas a las que fueron enviados y por las que ahora se paga con el olvido. Mister Blank convertido en un “monstruoso insecto” : un traidor a la ficción que busca realidades en su alineado deambular por la sala de reposo o tortura. Quiebra la santidad de la ficción con el sospechoso nombre de la realidad ágrafa.
1 comentario:
Hola, tras leer el último libro de Auster no he podido disimular mi total indiferencia al mismo. La recurrencia a uno mismo no me parece que sea sustento suficiente para una novela. Espero que la próxima me devuelva el placer de leer a Auster.
Un saludo.
GWW
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