miércoles, 1 de abril de 2009

PROYECTO Y FRACASO DE AUTOBIOGRAFÍA POR DESERCIÓN DE LA MEMORIA EN EL INICIO DE LA BATALLA. INTERMEDIO

1 de abril. Se impone el día.

La imposibilidad de la memoria me mata. También su promiscuidad. Mi memoria se acuesta con todos y, por más que intento fijar la atención y mantener la distancia, se disparan imágenes y sabores, olores y palabras que el buen sentido me dice que son imposibles. El perfume de mi memoria es de otros; sabe a cama extraña, incestuosa. El tacto de su saliva es una mezcla imposible de todos sus amantes. La memoria es buscona.

Me recuerdo corriendo - la guerra ha terminado pero yo corro - por temor a un bombardeo. Cruzo el Paseo de la Isla, cerca del palacio de Franco (hoy es sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua). Me caigo y me abro la cabeza. Se me infectará la herida. Me curaron con polvos de azor . No terminaba la brecha de convertirse en costra o cicatriz. Pero la herida me importaba un pito. Todo me importaba una mierda porque nada lograba acabar con el agujero de mi estómago. La época del hambre. Mi padre me hablaba de la época del hambre. Él - Franco, no mi padre - prometió Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan. Eso me lo decía la abuela por la mañana, en la cama y rodeados del maldito frío burgalés. Mi abuela pasó hambre pero el hambre no se tatuó en su piel. Fue la primera persona digna que conocí ( o recuerdo). ¡Dios! Siento el hambre; el hambre es mi poética. El día más feliz de mi vida fue cuando terminó racionamiento del pan. Se lo contaré a mi hijo -- para que sufra como yo; lograré hacerle culpable de no haber pasado hambre. Serás débil, hijo, caga más un buey que mil golondrinas. Hambre, hambre... Madre, la guerra ha terminado y yo me he abierto la cabeza. Ella me mira ciega. Quema un extraño cartón oloroso para combatir su asma que huele a hachis. No me mira la cabeza. Es una sombra. Fue una viuda de posguerra. Al abuelo lo mató una ambulancia. Aprovecharon el atropello para llevarlo a la morgue.

La guerra ha terminado. Será peor la posguerra que la guerra, profetizo. La herida de mi cabeza me hace visionario. Mi nieto será poeta. Pero eso lo vi yo, creo; mi padre se hundió en la niebla del hambre --- y allí sigue.

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