“Pensó en El Mar de los Sargazos de Janvier. Del mismo modo que aquellas aguas imaginarias eran historia de la civilización en forma de chatarrería marina, el estudio(cinematográfico) era otra forma de basurero de sueños. ¡Un Mar de los Sargazos de la imaginación! Y los desechos crecían continuamente porque no había un sueño a flote en parte alguna que no acabase allí más pronto o más tarde, después de cobrar un aspecto cinematográfico con ayuda de escayola, tela, listones y pintura. Muchos barcos se hunden y nunca llegan al Mar de los Sargazos, pero ningún sueño desaparece nunca por completo. Atormenta a algún desgraciado, y un día, cuando ya ha atormentado bastante a esa persona, el sueño se reproduce en el estudio”( Nathanael West: El día de la langosta)
Supongamos que se acepta la teoría de los tres mundos de Popper y asumimos la autonomía ontológica de las ideas. Pregunta: ¿dónde viven entonces los malos poemas, las ideas ridículas, las tesis disparatadas?. Shakespeare y Platón se sientan a derecha e izquierda. Aceptemos. Pero, ¿y los poemas del tipo
“El trigo entre todas las flores
Ha elegido a la amapola
Y yo elijo a mi dolores
Que me se pone la polla”
dónde habitan?¿Entre el Fedro y Lear?
Si es cierto que nada hay más democrático que la escritura – y llamo ahora escritura a cuaquier ideación creativa - yo apostaría por un único mundo- 3 en el que convivan los buenos y los malos poemas, las grandes teorías filosóficas y el monólogo del borracho. Al fin y al cabo, el mundo de las ideas debe ser ese mundo cambalache que denunciaba el tango.
Y luego va Nathanael y dice que el cine (y la tele y el youtube) plasma cualquier sueño, cualquier verso, cualquier tesis en imagen de papel y yeso. En fantasmagoría 3D que descansará, cuando finalice la temporada, en el estante numerado de la arqueología.
Bien pensado, en el mundo de las ideas debe existir un Mar de los Sargazos. Allí van a parar las ideas que no tienen quien las re-piense, los malos poemas olvidados y aquellos otros que no encontraron oportunidad para hacerse voz. Cuando muramos, a lo mejor, nos despertaremos en esa escombrera del espíritu y sus copias en cartón piedra. Entre los eslóganes perdidos y las películas de serie B, nuestras almas repensarán todos la chatarra anímica. Y eso será la eternidad. Con suerte, alguna tarde, encontraremos un verso suelto que diga:
“... y poseeremos el misterio de las cosas,
como si fuésemos espías de los dioses; y sobreviviremos
entre los muros de nuestra prisión a las sectas y a los poderosos
que a merced de la luna surgen y sucumben”(Lear)
Pero lo olvidaremos pronto en la abundancia de palabras, escayola, listones y pintura de todos los colores.
Supongamos que se acepta la teoría de los tres mundos de Popper y asumimos la autonomía ontológica de las ideas. Pregunta: ¿dónde viven entonces los malos poemas, las ideas ridículas, las tesis disparatadas?. Shakespeare y Platón se sientan a derecha e izquierda. Aceptemos. Pero, ¿y los poemas del tipo
“El trigo entre todas las flores
Ha elegido a la amapola
Y yo elijo a mi dolores
Que me se pone la polla”
dónde habitan?¿Entre el Fedro y Lear?
Si es cierto que nada hay más democrático que la escritura – y llamo ahora escritura a cuaquier ideación creativa - yo apostaría por un único mundo- 3 en el que convivan los buenos y los malos poemas, las grandes teorías filosóficas y el monólogo del borracho. Al fin y al cabo, el mundo de las ideas debe ser ese mundo cambalache que denunciaba el tango.
Y luego va Nathanael y dice que el cine (y la tele y el youtube) plasma cualquier sueño, cualquier verso, cualquier tesis en imagen de papel y yeso. En fantasmagoría 3D que descansará, cuando finalice la temporada, en el estante numerado de la arqueología.
Bien pensado, en el mundo de las ideas debe existir un Mar de los Sargazos. Allí van a parar las ideas que no tienen quien las re-piense, los malos poemas olvidados y aquellos otros que no encontraron oportunidad para hacerse voz. Cuando muramos, a lo mejor, nos despertaremos en esa escombrera del espíritu y sus copias en cartón piedra. Entre los eslóganes perdidos y las películas de serie B, nuestras almas repensarán todos la chatarra anímica. Y eso será la eternidad. Con suerte, alguna tarde, encontraremos un verso suelto que diga:
“... y poseeremos el misterio de las cosas,
como si fuésemos espías de los dioses; y sobreviviremos
entre los muros de nuestra prisión a las sectas y a los poderosos
que a merced de la luna surgen y sucumben”(Lear)
Pero lo olvidaremos pronto en la abundancia de palabras, escayola, listones y pintura de todos los colores.
Vanidad de vanidades y todo vanidad.
Imagen: Anselm Kiefer Resurrexit , 1973
Imagen: Anselm Kiefer Resurrexit , 1973
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